La albina se alejó de golpe del emperador, tenía muchos sentimientos encontrados, estaba llena de ira, odiaba con todas sus fuerzas a la mujer que le estaba robando todo.

"Ella... ella vino a robarme todo, ella está arruinando mi vida" pensó con enojo.

— Podrás estar aquí un tiempo más al igual que podrías llevarte todo lo que te di, no te preocupes por ello, estoy viendo donde podrías vivir, no te dejaré desamparada, pero ya no puedes ser mi concubina, busca un buen hombre que te ame — sin decir mas le dio un beso en la cabeza para después irse.

Cuando Rashta quedó completamente sola gritó y pataleó llena de ira, todo se le sería despojado.

"Buscaré la forma de quedarme, tengo que buscar cualquier forma para volver a cautivar al emperador, para que entienda que solo me ama a mi"

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La emoción albergaba en el corazón de la joven princesa, no era que quisiera presumir, pero le gustaba lo que provocaría esa noche.

El baile público al fin había llegado.

Amira tenía en su poder un vestido dado por su hermano Heinrey, este era de un color azul marino con blanco, no era sencillo, pero tampoco tan glamuroso, era perfecto para ella.

Liliane llevó a su señora al tocador para peinarla y maquillarla, le hizo una trenza en cascada colocando pedrería para que no se viera tan simple.

No la maquilló mucho, pues a la joven no le gustaba, cuando estuvo lista, la dama agarró el antifaz que usaría la princesa para después colocárselo con cuidado.

Unos toques en la puerta hicieron que la castaña se alejara de Amira para poder ver quien había llegado, la rubia aprovechó aquello para poder caminar a su buró y colocarse el collar en forma de corazón que su amante le regaló tiempo atrás.

— ¡Hermanita! — llamó el príncipe Heinrey mientras corría a abrazar a la joven de cabellos rubios.

La princesa aceptó el abrazo, cuando se separaron se fijó bien en la vestimenta de su hermano, una sonrisa divertida se plasmó en su rostro cuando vio que estaban a juego.

El rubio tenía una vestimenta con los mismos colores que la joven princesa, al igual que combinaba perfectamente haciendo que se notara mejor el gran parecido que ambos compartían.

— Pero... — Liliane murmuró incrédula al ver a los rubios, pero cuando estos la vieron al mismo tiempo y con las mismas expresiones casi se desmaya.

— Lili, ¿estas bien? — preguntó Amira con preocupación.

— Ustedes... ustedes... — tartamudeó la castaña.

La rubia se acercó a su dama y le sostuvo la mano — Lili, se que piensas, y te lo confirmo, pero en otro momento te explicaré de todo, pero ahora Heinrey y yo haremos un caos en el banquete — sonrió emocionada.

— ¿Ahora le tengo que llamar por "su alteza"? — preguntó la castaña.

— Tú puedes llamarme cómo te sientas cómoda, ahora, ponte tu mascara y vamos al banquete — ordenó mientras iba a su mesita y agarraba la mascara naranja de la joven para después extendérsela.

— Ambos quieren ver al mundo arder — comentó divertida Liliane mientras aceptaba su mascara.

— Me gusta gozar del caos que yo mismo provoco.

• • •

Los mormullos se hicieron presente en el salón del banquete, pues Rashta y la emperatriz llevaban vestidos similares, la albina se hizo la desentendida y miró con horror a la mayor.

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