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Un nuevo amanecer aparecía en el palacio, y con ello la tristeza de Amira se intentaba ocultar, pues ver a su hermano mayor decaer cada día más le lastimaba en gran manera.

La Whitemore se alistaba lo más rápido que podía en su habitación, a la cual había ido para bañarse y cambiarse para nuevamente estar todo el día con el rey, intentaba terminar con rapidez, pues Rose no tardaría en llegar, y si se enteraba que desde que despertó se la pasó vomitando probablemente la mantendría en cama por una semana.

Cuando la joven llegó a la oficina de su hermano, inhaló profundamente, su malestar estaba pasando, y lo atribuyó al estres al que estaba siendo sometida, pues no solo pasaba tiempo con el rey, lo ayudaba en algunas cosas del reino, aunque claro, la mayoría lo hacía la reina y Heinrey, Walton solo acudía cuando en verdad era necesario que él hiciera algo.

Golpeó levemente la puerta y tras escuchar como el mayor le daba permiso de acceder abrió la puerta e ingresó.

— Su majestad — reverenció, el rubio rio y le pidió sentarse en la silla frente a él.

— Estamos solos, puedes llamarme por mi nombre... O por hermano — ofreció, la rubia sonrió nerviosa, era diferente a cuando comenzó a llamar así a Heinrey, pues el príncipe al instante la hizo sentir cómoda, pero el rey le daba imponencia — Te ves pálida.

— ¿Ah? — se sobresaltó la menor — quizás sea porque amanecí con un poco de náuseas, pero nada grave — intentó restarle importancia.

Walton la miró, pensó un poco en sus palabras y sonrió, apoyó su rostro con una de sus manos y la miró con nostalgia.

— ¿Segura que son simples náuseas? — le preguntó — cuando llegaste tuve una conversación exhaustiva con Heinrey y con tu prima, quizás lo negaron, pero he visto tus ojos — aquello confundió a la menor, ¿Que tenían que ver sus ojos?

— No comprendo.

— Después te explicaré, por ahora debemos ir a los establos, Heinrey me pidió que te llevara, tiene un regalo para ti — intentó ponerse de pie, pero flaqueó.

Amira con rapidez se paró y corrió a ayudarlo sosteniendolo, lo ayudó a agarrar su bastón y ella se pegó a su brazo libre para poder sostenerlo en todo el camino.

— Lamento causarte estas molestias, tu debes descansar — el rubio miró con tristeza a la menor la cual le dedicó una sonrisa tan pura y tranquila que calmó el corazón del rey.

— No molestas, pero tú deberías darte un descanso, podría ayudarte si gustas, no es necesario que te esfuerces tanto — la preocupación se vio en sus ojos, por lo cual el mayor sin dudarlo la abrazó.

"Me hubiera gustado poder disfrutarla un poco más" su pensamiento lo lleno de pesar.

El rey le sonrió y caminaron rumbo a los establos, pese a que conversaban la tristeza invadía el corazón del mayor, pues sabía que no le quedaba mucho tiempo, y que en pocos días se iría de este mundo, le dolía porque no iba a poder estar con su hermana cuando más necesitaría apoyo.

— Tengo ganas de comer unas fresas cubiertas de chocolate, ¿Cuando regresemos podemos encargar que nos mande un poco?

Walton sonrió recordando los momentos que pasó en su infancia junto a su madre.

— Esta vez si hay en el palacio — murmuró el gobernante con una sonrisa nostálgica, cosa que confundió un poco a la princesa.

Durante el camino Amira aplicaba más fuerza cada cierto momento, pues ya las piernas de su hermano no respondían debidamente, por lo que la menor decidió que en vez de regresar a la oficina lo llevaría a la habitación, pues ya se encontraba demasiado débil y demacrado, por lo que le pediría a Heinrey que se hiciera cargo de los deberes reales.

Lost princess » [Sovieshu]Where stories live. Discover now