⁰³

5.4K 642 111
                                    

— ¿Ir a la celebración de año nuevo? — Amira miró confundida a su salvador, el emperador.

— Así es, me encantaría tenerte allí, tu brazo ya ha sanado así que no tienes quejas — habló con una sonrisa el emperador.

— Pero... ¿Quién cuidaría de mi padre? — intentó excusarse la rubia, siendo sincera, muy pocas veces estuvo en fiestas, temía hacer el ridículo.

— Amira, tu padre va a estar siendo atendido por médicos y cuidado por guardias de mi confianza, ¿Hay algo más que te aflige? — preguntó el emperador con preocupación mientras ponía sus manos en los brazos de la joven y se inclinaba para ver mejor el rostro de la rubia.

— Yo... He ido muy pocas veces a celebraciones, mis padres no querían que asistiera a todas las festividades que nos invitaban — aquello confundió al emperador.

Las jóvenes damas cuando cumplían la edad adecuada eran llevadas a las celebraciones para ser presentadas y para que algún noble tuviera el placer de cortejarlas.

— Si temes cometer un error debes tener calma, fácilmente se puede atribuir a tu sentir después de lo que pasaste, y que ir a la celebración es una forma de distraer tu linda cabecita — el emperador habló mientras le dio un golpecito en la frente a la rubia, esta miró al emperador y asintió.

— Está bien, su majestad, iré — aceptó, el pelinegro sonrió felizmente, sin duda, disfrutaría de la celebración.

××××××

Amira caminaba por el jardin, siempre le gustó estar al aire libre, por ello cada que podía salía de su hogar cuando era pequeña, quien diría que hacer eso le salvaría la vida.

Ante esos recuerdos la rubia se detuvo, aún podía escuchar los gritos de su cuñada y los llantos desgarradores de su sobrino.

El terror se apoderó de ella, el miedo la cegó y debilitó, sus piernas flaquearon de tal forma que hubiera caído al suelo si no fuera porque unos brazos la sostuvieron.

Su cuerpo empezó a temblar y la persona que la sostenía la abrazó dándole calma, cuando Amira pareció calmarse miró a su acompañante.

Sus ojos violetas mostraron sorpresa al ver a un rubio del mismo color de ojos que ella, este pareció verla preocupado.

— ¿Se encuentra bien? — preguntó el chico, Amira asintió desanimada.

— Disculpe, me tengo que ir — se separó pero tambaleó y un dolor en su cabeza se hizo presente.

— No se ve bien ¿Le molesta si la acompaño? Quisiera asegurarme de su bienestar — preguntó el hombre, la rubia aceptó.

— ¿Quién es usted? — le preguntó Amira mientras empezaban a caminar al palacio.

— Soy el Príncipe Heinrey, del Reino de Occidente — se presentó, la rubia se sorprendió y se avergonzó, el principe la había visto en su momento más débil.

— Oh... Su majestad, lo siento, yo.. — detuvo su balbuceó al sentir la mano del príncipe en su cabeza.

— No te debes preocupar — le dijo Heinrey con una sonrisa, por un momento Amira sintió algo extraño en su ser, y no fue el único, también Heinrey lo sintió. — Supongo que usted es Amira Whitemore — comentó, la rubia asintió desconcertada.

Lost princess » [Sovieshu]Där berättelser lever. Upptäck nu