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Amira miraba confundida al hombre frente a ella, no lo conocía, Sovieshu, quien estaba atrás de la rubia, la agarró de los hombros y la acercó al hombre.

— ¿Él me ayudara? — preguntó confundida.

— Así es Lady Amira, seré quien la ayude a superar este momento tan amargo — dijo educadamente el hombre.

— Confío en usted, espero y que me ayude — la preocupación en los ojos de la rubia causaron en Sovieshu un anhelo de que también ocurriera eso.

Cuando Amira entró, los dos hombres lo hicieron atrás de ella.

El emperador iba a estar para darle consuelo a la joven, y que supiera de que no importaba qué, él iba a estar para ella.

• • •

— ¿Lady Amira me ayudó? — preguntó Rashta a la Vizcondesa Verdi.

— Así es, estuvo con usted hasta que Su majestad llegó — informó la dama.

Cuando la Vizcondesa Verdi se retiró Rashta llevó la uña de su pulgar a sus labios y la mordió.

"Se ha portado tan amable, pero estoy segura que me quiere quitar el amor de Su majestad" pensó la mujer con un poco de ira. "No dejaré que lo haga"

• • •

— ¿Psicólogo?

— Así es Su majestad, el emperador ha traído a uno de los mejores doctores de esa rama para tratar a Lady Amira, al parecer ella está muy afectada, me sorprende que nadie lo haya notado — comentó la Condesa Eliza.

— Es normal que ella necesite ayuda, vivió algo muy duro — dijo Navier mientras llevaba una mano a su barbilla.

"— Solo puedo ser así en los días" recordó Navier.

"Un trauma puede afectar de distintas maneras, espero y que el doctor le ayude a poder superarlo, ella es muy dulce, no merece sufrir algo así" pensó la emperatriz con empatía.

Cuando Sovieshu le había contando que Amira quería conocerla, ella fue la que propuso comer con la menor, aún era jovén y había perdido todo en un día, sabía que para el emperador, la chica era muy importante, se notaba mucho, y a de alguna manera no le molestaba.

• • •

— Su alteza, no vaya — ordenó McKenna al príncipe Heinrey al ver qué estaba dispuesto a saltar por la ventana.

— ¿Y si le hacen algo? — preguntó el rubio.

— La van a ayudar, usted bien sabe que la princesa se encuentra mal, el emperador la está ayudando — dijo el peliazul.

— No confío en él, tengo sospechas de que está interesado en ella — murmuró con el ceño fruncido.

McKenna suspiró — me sorprendería más si no lo está, la princesa es muy bella, cualquier hombre estaría interesado en ella — comentó.

— ¡Lo sé! — exclamó Heinrey.

Sabía que su hermana se casaría algún día, pero quería que fuera en unos años más, después de que él recuperara su tiempo pérdido, es decir, en otros veinte años.

— Su alteza... ¿Cuando le dirá a su hermano? — preguntó McKenna — él también la quiere conocer, al menos dígale que la encontramos pero que todavía no se puede ir a Occidente porque ella está resolviendo algunos pendientes — opinó.

— Cuando Ergi esté aquí y me diga lo que descubrió le avisaré a mi hermano, antes no, necesito encontrar a esa mujer antes de poder llevarla, le haré entender el porque jamás debió meterse con mi familia, en especial con mi hermana — el peliazul se alejó un poco del príncipe al notar la aura asesina que desprendía.

Lost princess » [Sovieshu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora