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— ¿Qué?

Amira miró con sorpresa al emperador, este pareció reaccionar, había pedido algo que no estaba en sus sentidos, mentiría si dijera que no la quería como su mujer, mentiría si dijera que no la deseaba, mentiría si dijera que no la amaba.

— Dios, hablé sin pesar, perdoname — acunó el rostro de la rubia entre sus manos — te amo, eso no lo puedo negar, y quiero tenerte a mi lado, quiero que seas mía en todos los sentidos posibles, pero no te obligaré a nada que tu no quieras, porque para mí, tu bienestar es mas importante que mi sentir — confesó.

El rostro de la menor se enrojeció, por más que quisiera negar su sentir, Sovieshu hacía algo que la enamoraba más, y así no podría olvidarlo jamás.

— Ser tu mujer me haría muy feliz — confesó la rubia mientras miraba los ojos oscuros de su amado, el cual se sorprendió y una felicidad se instaló en él — pero me temo que no es posible, no quisiera ser señalada como una concubina después de que la propia Emperatriz me tomó como su aprendiz — el hombre entendió a la menor, pues quedaría como una malagradecida hacia la mujer que le tendió la mano, que la apoyó.

— Entiendo perfectamente, aunque podríamos estar juntos sin que nadie lo sepa, algo así como una relación en secreto — propuso el emperador.

Sovieshu se regañó mentalmente, parecía como si estuviera desesperado, pero es que así se sentía, por más que quería que ella estuviera con alguien que le dé su lugar los celos siempre lo invadían, y sabía que era capaz de cometer alguna locura por ello.

De alguna manera la llegada de Amira lo había afectado de muchas maneras, y no sabria decir si era para el bien o para mal, desde que llegó ya no tenía problemas con Navier, y ya veía los errores que cometió cuando trajo a Rashta al palacio, como haber tratado mal a la Emperatriz en varias ocasiones y acusarla de cosas sin fundamentos.

— Escuchame antes de que pienses o digas algo — pidió — te amo más de lo que creí que podría amar, al inicio quería que estuvieras con alguien que te dé tu lugar, pero el solo imaginarte en los brazos de alguien más hace que la sangre me hierva, él que alguien mas pruebe tus labios me hace sentir como si me muriera, y eso nunca lo sentí antes, quiero ser el único en haberlos besados, quiero ser el único al que ames — confesó — dejaré a Rashta, solucionaré sus problemas y la dejaré libre, haré que haga su vida como plebeya — explicó — si tú aceptas ser mi mujer, te prometo, que si un día dejas de sentirte cómoda conmigo, si dejas de quererme, o si sientes que no te soy suficiente, te dejaré ir sin rechistar, porque tú felicidad es lo más importante para mí.

Amira acarició el rostro de su amado, ella en verdad quería ser suya, pero no sé sentía del todo cómoda siendo una amante.

— Amado mío, déjame pensarlo, quiero analizar las cosas, porque por más que te ame, hay muchos obstáculos — la imagen de Heinrey con una mirada amenazante apareció en la mente de los dos.

"Más bien uno muy grande" pensaron.

— Te daré todo el tiempo del mundo — respondió el emperador.

Sovieshu se despidió con un corto beso en los labios, su plan era ver a la princesa para ir a cabalgar, pero sus planes había cambiado después de que lo que ocurrió y lo que dijo.

Salió de la habitación para después suspirar y apoyarse en la puerta, ahora que había vuelto a probar esos delicados y dulces labios de Amira le iba a ser imposible dejarlos, ahora se habían vuelto en su adicción, por lo cual le sería difícil no besarla cada que la viera.

"Haré lo posible para que ella sea mi esposa, y lo haré sin dañar a Navier, buscaré una manera para que ella también pueda ser feliz"

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Lost princess » [Sovieshu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora