Diario de Paul II: Primer día de clase

24.6K 1.1K 322
                                    

Londres, 1 de Septiembre

Esta mañana me he despertado creyendo que estaba en mi cama. Debí de acostarme ayer muy cansado, porque me he despertado absolutamente desorientado. Me ha costado por lo menos un par de minutos saber a ciencia cierta dónde estaba. El papel pintado sigue siendo tan horroroso que, cuando he sabido de dónde era, he tenido que volver a cerrar los ojos. A lo mejor la culpa la tiene la alarma de mi móvil, a la que he puesto una canción de Dropkick Murphys en la que entonan Scotland the Brave. Bueno, después me he metido en la ducha y he intentado despejarme, pero me pesaba el cuerpo de manera antinatural. Creo que empezaba a notar la falta que me hacían mis amigos. Desayuné intranquilo, no sabía lo que me esperaba. Mi primo David no hacía más que decirme que él me iba a acompañar, y la verdad, se lo agradezco, no sé qué habría hecho sin él. Su uniforme es diferente del mío, porque él está en secundaria. Lleva un pantalón como el mío, pero un jersey de punto gris con franjas granates en el cuello de pico y en las mangas. Me ha dicho que el colegio sólo es de chicos durante la secundaria y sólo hay chicas en los dos últimos cursos preuniversitarios. Dice que la mayoría de las chicas vienen de la misma escuela secundaria para niñas que hay también por esa zona.

Nos hemos montado en el coche de Carl. Mi tía Franny va a trabajar algo más temprano. Sophia no paraba de hablar, estaba como loca. Yo sólo veía pasar Londres por la ventanilla a mi lado y procuraba no pensar absolutamente en nada, aunque es imposible porque estaba pensando en que no tenía que pensar. El coche se ha parado ante un enorme edificio de ladrillos oscuros y una verja roja desgastada que debía ser por lo menos cuatro veces más grande que St. Mungo.

—Pues ya estamos —me ha dicho Carl mirándome con una sonrisa forzada. Supongo que intentaba animarme.

He vuelto a mirar por la ventanilla y me he bajado del coche no sin antes devolverle el gesto y desearle un buen día. Mi prima Sophy acude a una escuela de primaria a unas manzanas de allí y mi tío la dejaría de camino a su trabajo. Ha pegado la cara a su ventanilla y me ha dicho adiós con la mano haciéndome sonreír.

Una vez hemos cruzado la verja, David me iba diciendo todo lo que encontrábamos por el camino como si fuese una especie de guía.

—Ahí en frente está el gimnasio, a la derecha por ahí está el edificio de las actividades extraescolares, ahí la fuente, este es el patio, allí hay un no sé qué... —Vamos que tampoco es que le haya hecho mucho caso, era demasiada información para el primer día.

Hemos entrado en el edificio y por dentro me ha impresionado un poco porque el techo del recibidor es altísimo y hay un gran crucifijo en la escalera. Todos los pasillos de las clases dan a ese gran atrio interior y se mezclaba un toque moderno de líneas rectas con una decoración de madera añeja que le daba sobriedad y cierta antigüedad. Mi primo ha dicho que me acompañaría a secretaría para ver cuales eran mi grupo y mi clase. Si me dicen mañana de volver a ir a secretaría, me perdería fijo. No me acuerdo de por cuántos pasillos iguales hemos pasado. Al llegar allí, por lo visto me esperaban, así que David se ha ido a su clase más o menos a la carrera. Una mujer bastante agradable, pero que hablaba demasiado despacio —creo que pensaba que no la entendería. Coño, soy escocés no gilipollas—, me ha explicado que ya tenían mi expediente y que me habían asignado un grupo según las asignaturas que elegí rellenando un papel que me dio mi padre hace un mes.

De pronto ha aparecido por la puerta un chaval que me ha dejado anonadado. Un auténtico empollón de peli americana. No había visto nada igual nunca. La mujer se ha puesto contentísima al verlo. He pensado que quizá fuera su hijo, pero no, no lo era. Ya que la cosa iba de americanadas, allí tenía delante al encargado de hacer que mis primeros días en esta escuela fueran agradables —palabras textuales de la mujer, que me ha dicho dos veces su nombre, pero que no recuerdo—. Así que ese tipo raro con gafas y los pantalones casi en los sobacos iba a ser «mi amigo presentador». Una figura que, por lo visto, sirve para que gente como yo se habitúe más rápidamente al colegio y eso. Él era como los prefectos de Hogwarts y yo como un alumno de primero, sólo que yo no había llegado al colegio en barca ni llevábamos puesto sombrero de pico. Así que allí tenía a mi sombra. Con él a mi lado ya tenía puesto el letrero de NOVATO en la frente. He suspirado con resignación y he salido de allí con el chico.

Parecemos Tontos...Where stories live. Discover now