›› Certaines compatibilités

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— Bueno, te esperaré aquí

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— Bueno, te esperaré aquí. — anunció Jihyo, deteniéndose a una cuadra de la casa de la rubia. — Te doy máximo una hora para que ¿Te alistes? — dijo medio dudosa, para luego hacer una casi imperceptible mueca debido a la interrogante y fija mirada de la mayor. — Sí lo que sea.

Sana soltó un jadeo sintiéndose indignada.

— ¿Por qué sigues mirándome? Corre a tu casa y... — frunció el ceño, pensando en lo que diría a continuación. —...bueno mejor no, no es necesario que lo hagas para una simple amiga ¿Verdad? Mejor vámonos así. — intentó tomarla de la mano pero la omega se lo impidió bruscamente.

— ¿Qué, es en serio? ¡Ni siquiera sé de qué hablas! — le dio un manotazo en el hombro, haciendo que el alfa casi sonriera por lo tierna que se veía estando enojada. — Iré a hacer las cosas que tenga que hacer y tú puedes largarte a tu propia casa. — se cruzó de brazos.

— ¡Wow! — fingió sorpresa. — ¿Y así dicen todos que eres la omega más linda y adorable del instituto? — alzó una de sus comisuras, mostrando una sonrisa plenamente burlona. — También eres muy mal educada, niña. Somos tal para cual.

— ¡Eso no es cierto! — refunfuñó, casi emitiendo un suave gruñidito. — No sé qué hago escuchándote, me voy. — le lanzó una última mirada amenazadora y dio media vuelta.

La pelinegra rió levemente y gritó: — ¡No demores mucho! — sus carcajadas fueron más sonoras cuando vio que la omega hacia cantaleta con ambas manos. Sana en verdad no quería que el mal humor que Jihyo le causaba hiciera efecto en ella justo en la misma tarde que vería a Nayeon. No, debía tener paciencia. Ella simplemente se preocuparía por verse muy bonita y presentable como siempre. Soltó un largo resoplido, abrió la puerta de su hogar y se adentró rápidamente a alistarse, tampoco quería ser impuntual.

Habían pasado casi cuarenta minutos, la alfa tenía las manos en los bolsillos de sus jeans, pateando vagamente una piedra pequeña mientras esperaba a Sana. No era ningún tipo de broma, ella iba a acompañar a la omega. Ciertamente no entendía el porqué de todos sus actos, pero su lobo se removía enojado al tan solo pensar en Sana siendo abrazada y rodeada del aroma de aquella tonta alfa dientes de conejo.

— No hay jodida forma. — balbuceó, intentando dejar de imaginar alguna escena como esa.

Realmente le desesperaba la manera en cómo Sana se adueñaba de su mente a cada instante y lograba removerle unas ganas de querer su atención solo para ella. ¿Qué se supone que estaba pasando?

Frotó su suave y pequeña mano en todo su rostro, intentando no entrar en una agobiante exasperación ante la falta de respuestas. Debido a esa extraña ansiedad, ni cuenta se dio que había caminado en pequeñas medidas y ahora mismo se encontraba al frente de la casa de Sana, esperándola.

Fue suficiente percibir el sonido de la cerradura siendo manipulada para alzar su vista. Mirándola fijamente mientras sentía que la saliva se le acumulaba en la garganta. Su sinapsis perdió conexión, realmente no sabía qué hacer. Mierda, eso nunca le había pasado en toda su etapa divertida de chica casanova.

La omega simplemente estaba ahí, con el cabello sutilmente ondulado y un par de mechones cayendo por su frente. Sus finos labios brillaban a causa del labial rosa y llevaba unos jeans rasgados junto a una de sus blusas de lana, haciéndola lucir aún más dulce y adorable.

Pudo haber seguido admirándola "discretamente", hasta que el regaño de Sana resonó en sus oídos y aturdió su cabeza.

— ¡¿Aún sigues aquí?!

Jihyo recién pudo pasar saliva al notar como la omega se acercaba a ella sin dejar de reclamarle, pero su concentración estaba fija en cómo esos delgados pero tentadores labios se movían una y otra vez.

— ¿Me estás escuchando? — frunció el ceño. — ¡Park! — la tomó del brazo para sacudirla.

La alfa hizo un movimiento brusco para que dejara de tocarla. — Sí, maldita sea, te escuché. — mintió con descaro. — Ahora vamos, no hay tiempo que perder.

— No, no — avisó la rubia al ver las intenciones que Jihyo tenía al tomarla de la muñeca. —, sin nada de toques a partir de ahora. — le sonrió maliciosamente, restregándole con la mirada lo pésimo que le estaba cayendo su actitud. — Soy mayor que tú, puedo caminar y lamentable tengo que dirigirte hacia dónde iremos.

La pelinegra evitó gruñir y tan solo rodó los ojos restándole importancia. — Da igual, avancemos entonces.

— Muy bien, así me gusta — la omega sonrió nuevamente, esta vez mostrando su pequeña y blanca dentadura. —, que seas una cachorra obediente.

Jihyo acarició su mejilla interna izquierda con su lengua, observándolo con neutralidad para esconder la conmoción de su lobo al ver el tierno gesto de Sana. — ¿Podemos irnos ya? — casi amenazó con la pregunta. A veces la omega lograba sacarla de sus casillas fácilmente con cualquier tipo de actitud que esta tuviera.

Era claro, ambas sabían cómo jugar y fastidiar a la otra. Tenían ciertas compatibilidades y ninguno quería quedarse atrás.

— Ush — arrugó su naricita, burlándose. —, al parecer alguien ya cambió de humor. ¿Sabes Park? Eres más bipolar que una omega en cinta.

— La omega en cinta será otra sino te callas ahora mismo. — respondió rápidamente, mirándola con atención. El comentario sorprendió e indignó a Sana, logrando también avergonzarlo. — ¿Qué pasó? — se acercó más al cuerpo de la rubia, apreciando como de pronto la tersa piel estaba ligeramente ruborizada. Ahora se sentía triunfante, posando sus manos en la diminuta cintura que era cubierta por la gruesa tela de la blusa.

Sana estaba perdida, el atrayente aroma de la alfa junto a ese tacto tan suave y delicado, le hacía pensar a veces que era alguien irreconocible.

Se acercó a su oído y le habló con su característico acento natal. — ¿Ya te lo imaginaste? — sintió el leve estremecimiento del cuerpo adverso.

Pero al pensarlo, la omega alejó su rostro del cuello de la pelinegra. Reaccionando a las palabras y separándose velozmente como si las manos de la alfa quemaran. — ¡No digas eso! — le reprochó. — Eres asquerosa.

— ¡Oh vamos! — le sonrió ladino, victoriosa. — Segundos atrás no parecías del todo disgustada.

— Eres una gran tonta.

— Auch, eso dolió. — aclamó con sarcasmo, llevando su mano al pecho.

— Agh — intentó no halar su sedoso cabello, su paciencia empezaba a agotarse —, mejor camina. No quiero llegar tarde y menos por tu culpa.

— Bien, ve adelante. — se encogió de hombros. — Yo solamente te seguiré.

Sana le lanzó una última mirada con desconfianza. — Mantengamos distancia, realmente espero que no generes discusiones y me enseñes las supuestas propuestas para el proyecto.

— No prometo nada.

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Bad girl  Ꞝ   SahyoWhere stories live. Discover now