Cuando el idol Taehyung es atacado por haters, queda en peligro no sólo su vida sino también la de su mejor amigo, Jimin.
Es ahí cuando su agencia le asigna al mejor guardaespaldas, pero... ¿será suficiente para proteger a ambos?
[Narración + Socia...
El hombre asintió, parecía encantado de que Jimin conociera la marca.
—Este conjunto es sin duda una pieza hermosa, en usted sería la sensación en cualquier evento al que asista.
Jimin se mordió el labio. Era hermoso el conjunto, pero el "ser la sensación" de algún evento no era ni de cerca su intención. Seguramente se terminaría viendo como un niño usando la ropa de sus padres, casi como un disfraz en el que no terminaría de encajar.
Tae y Somi seguían en él área de joyería analizando sus opciones, así que no se percataron de la indecisión del chico. Lo cual era una suerte, porque de haberlo visto, seguro lo habrían obligado a probárselo y él realmente no deseaba eso.
O tal vez sí lo deseaba, pero no se atrevía.
—¿Te gusta? —escuchó una voz junto a él.
Jimin se giró y vio a Jungkook a su espalda, había estado observando todo en silencio, y eso sonrojó un poco al chico.
El gerente de la tienda hizo una pequeña reverencia a Jimin y dijo:
—Estaré cerca por si se decide, descuide. —Y tras decir eso, se marchó.
Jungkook se acercó a Jimin, quedando a su lado frente al maniquí negro que portaba aquel precioso conjunto.
—Deberías probártelo, Jimin. Puedo apostar lo que sea a que se te verá hermoso.
Jimin se encogió de hombros.
—No parece mi estilo.
—¿Tu estilo? Creo que tu estilo debería ser todo aquello que te guste y, si te soy sincero, llevas ocho minutos enteros observando esto.
—¿Ocho? ¿Contaste el tiempo que llevo parado aquí?
—Seokjin me tiene cronometrado todo. En veinte minutos debo de volver a hablar con la seguridad de la tienda para verificar que todo esté en orden. —Jungkook miró en torno, asegurándose de que no hubiese empleados de la tienda cerca, y por eso le tomó la mano a Jimin, quien lo miró en seguida con ojos iluminados—. No pierdes nada probándotelo. No tienes que mostrarle a nadie si quieres, solo hazlo por ti. Se trata de sentirte cómodo, pero también de no tener miedo a usar lo que te gusta.
Jimin se mordió el labio, parecía querer decir que sí, pero una última pizca de duda no le dejaba actuar impulsivamente, así que Jungkook sonrió y, cuando vio que el gerente se aproximaba, soltó la mano de Jimin pero se acercó hacia el hombre de traje.
—El joven Park se probará el atuendo —le dijo en modo guardaespaldas—, por disposición legal no puede haber cámaras encendidas en esa área, pero usted mismo puede entregarle el atuendo listo en el vestidor.
—Claro que sí, en seguida.
Jimin sonrió a Jungkook, parecía nervioso pero también agradecido de que el chico hubiera tomado las riendas de aquello. El corazón de Jimin palpitaba fuerte, lo cual era gracioso puesto que solo se trataba de probarse un atuendo, pero para él era mucho más que eso. Era la primera vez que se probaría algo que realmente le fascinaba, incluso aunque se saliera de los márgenes de estilo que Eun solía elegir para él siempre.
El gerente condujo a Jimin y a Jungkook hacia el vestidor. Jungkook permaneció fuera, asegurándose de que nadie se acercara a esa área. A lo lejos, dentro de la tienda, aún podía ver a Tae y a Somi en él área de joyería. Seokjin estaba con ellos, y debido a la asistencia de los idols, la tienda había accedido a mantenerse cerrada y en exclusiva para la atención de ellos.
El gerente se marchó, dejando a Jimin solo dentro del vestidor. Pasaron varios minutos, tantos que Jungkook creyó que cuando el chico saliera, lo haría ya con su ropa casual. Sin embargo, pocos segundos después la cortina color café se abrió un poco y la cabeza de Jimin se asomó.
—¿Kook? —lo llamó, Jungkook lo miró. Jimin se mordió el labio y enseguida preguntó—. ¿Te gustaría verlo?
El chico sonrió ampliamente. Ni siquiera respondió, Jungkook se acercó al vestidor y se atrevió a entrar a él y cerrar la cortina detrás de ellos. Era un vestidor lo suficientemente grande para ambos, con un espejo alto donde se reflejaba la hermosa figura de Jimin con aquella ropa.
Un maniquí jamás podría lucirlo de esa manera.
Jimin no se veía tierno, ni lindo. En realidad se veía radiante, hermoso y sensual... Y es que su cintura se entallaba con el pantalón, su espalda se marcaba en la tela ligera, y su pecho relucía por el escote delantero.
—¿Y bien? —Jimin se encogió de hombros, era claro que no sabía qué postura adoptar para modelar su atuendo, así que Jungkook se acercó tanto que Jimin contuvo el aire.
Jungkook lo tomó de la cintura con una mano, con la otra acarició su mejilla mientras ambos atrapaban sus miradas desde el reflejo del espejo.
—Eres hermoso, Minie.
—¿Sí lo crees?
Jungkook sonrió, pero esta vez fue un gesto malicioso y coqueto. Lo sujetó más firme de la cintura, pegándolo a su cuerpo. Ante aquella cercanía, Jimin sintió que se desbarataba en su interior. Echó la cabeza para atrás, apoyándola en el hombro del chico que comenzaba a acercar sus labios hacia su oreja, pero en lugar de susurrarle, pasó de largo y llevó su atención al cuello del pequeño en el que depositó un beso.
—Kook —exhaló Jimin ante aquello.
Jungkook, en lugar de soltarlo, chupeteó esa misma área en su piel, provocando que Jimin se encorvara y pegara más su cuerpo al suyo. El pequeño tragó pesado, pero en lugar de alejarse para tomar aire, ladeó más su cabeza, como pidiendo a su novio que continuara.
Dentro de Jimin, algo se encendía poco a poco, tan cálido y abrumador que se sentía con la necesidad de sentir a Jungkook incluso más cerca. Movió su trasero sobre la parte sensible de Jungkook, provocando que el mayor tuviese que soltarlo de la cintura y retomar el agarre en sus caderas para intensificar el acercamiento.
Jimin jadeó de forma tan malditamente sexy que sus sentidos comenzaron a nublarse. Había sido solo un jadeó, y había provocado en él demasiado... debía detenerse o perderían el control en el lugar menos apropiado.
—Jimin, no hagas eso —le susurró al oído.
—¿Qué cosa? —dijo el pequeño, pero cometiendo intencionalmente el mismo delito. Jungkook enterró los dedos en las caderas de Jimin de forma más férrea.
—Minie...
Jimin sonrió, y se alejó de Jungkook igual que un chiquillo después de haber hecho una travesura.
El mayor se ajustó la ropa, pero antes de salir, se acercó a Jimin, esta vez conservando una distancia oportuna para guardar la compostura, y le señaló hacia el espejo.
—Mira al frente —le dijo, señalándole su reflejo—. Que ahí se encuentra el chico más adorable que todo el mundo conoce, pero también el más sensual que apenas se está descubriendo, pero que... Dios, te juro que podría matar a cualquiera.
Tras decir eso, Jungkook salió del vestidor, y Jimin se quedó contemplando su reflejo un poco más. Había algo diferente en él después de aquel momento con Jungkook, y es que ya no se sentía como el mismo chico que hacía unos minutos atrás; ahora se sentía como alguien admirado y deseado, alguien que podía ser atrevido incluso en los vestidores de una tienda comercial.
Por ese instante, Jimin ya no se sintió como una pequeña oruga. Tal vez esto era ser una crisálida deseosa de salir de su capullo y extender las alas.
Tal vez, y solo tal vez, sí sería capaz de volar un día.
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