4: La estrella caída

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—No sé, Emmy —vio hacia la puerta, deseando que la instructora llegara y la salvara.

—Ni siquiera tienes que quedarte a dormir, ¿sabes? Y, como te dije, posiblemente mi papá salga con su novia, así que estaremos solas, bueno, no solas, porque mi hermano regresó, pero anda despidiéndose de su novio quien tiene que prepararse para la semana de la moda. Blablablá. Nadie nos molestará. Anda.

—Te avisaré —se colocó mirando al frente de la clase.

Emma sabía que no le avisaría nada, y la entendía, así que dejó de insistir.

—De acuerdo.

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—Emma, nada de alcohol —le advirtió su papá. Se estaba marchando a cenar con Bianca, y, aunque no lo hubiese dicho, Emma sabía que no regresarían hasta en la mañana—. Si me entero que entró una botella por esta puerta, tendrás problemas.

—Creo que ya hay suficientes botellas dentro —recostó su mejilla sobre la baranda de las escaleras. Los dos estaban frente a ella. Bianca lucía hermosa como siempre, y Emma no recordaba cuándo había sido la última vez que vio a su pa en forma, exactamente como ahora, lucía impecable con su camisa rosa bebé, y esa noche se había afeitado para su señora novia.

—Gael y Gillou se quedarán por aquí abajo, me dijeron —ignoró ese comentario ingenioso. No podía enfadarse si él mismo le había enseñado indirectamente a hablar de esa manera. Bianca lo agarró del brazo y lo estiró hacia la puerta—. Cole no aparecerá ¿o sí?

—Quisiera, pero no —suspiró dramáticamente.

A Jake no le sorprendió esa respuesta. Sabía que algo importante estaba sucediendo entre esos dos otra vez, desde el viernes, y sí que debía ser importante si Emma hablaba tan abiertamente sobre quererlo ahí.

—Pórtate bien. Pórtense bien —le advirtió una vez más.

—Y, como yo soy buena persona, les digo que espero que ustedes se diviertan mucho —se sentó en el tercer escalón. Eran las 8 de la noche, y ya tenía puesta su ropa de dormir que consistía en un short amarillo con rayas blancas verticales, y una blusa de tirantes blancas, abajo tenía su sostén crema, por último, unos calcetines blancos con dibujos de gatos adorables que... Colin le había regalado sin motivo especial.

—Gracias, Emmy. —Bianca empujó más a Jake. A ese paso iban a terminar perdiendo la reserva del restaurante—. Espero que tú te diviertas mucho también.

—Diviértete, florecita. —El caballo salvaje dejó de resistirse. Claro que deseaba que ella se divirtiera. Su problema se resumía en la desconfianza. Desconfianza hacia las nuevas amigas de Emma, y no porque alguna haya hecho algo que le hiciera levantar sospechas sobre qué tan buenas personas eran, sino que aún estaba traumatizado por haber permitido que una enferma, que también la lastimó, pasara el tiempo con ella.

Emma oyó la puerta cerrarse y recostó su cabeza contra un barrote de madera de la baranda. Vio a su celular que tenía en una mano. La pantalla no brillaba. Necesitaba que lo hiciera. Lo desbloqueó y entró a la conversación que tenía con Oschner (emoji de corazón amarillo al lado, lo había agregado anoche). No sabía de él desde el mediodía, y no quería molestarlo, aunque le hiciera falta para alegrar completamente su noche.

Emma: Hola

No se aguantó. Y, tal como esperaba, no obtuvo respuesta.

Oschner: Emmy

Emma abrió sus ojos de par en par, y sonrió demasiado, hasta se ruborizó.

Emma: Espero no molestarte. Solo quiero saber cómo estás

Las Cenizas De Emma© #3Where stories live. Discover now