* ˚Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ ᴄᴜᴀʀᴇɴᴛᴀ ʏ ᴛʀᴇs · . ·

1.5K 79 89
                                    

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 𝟐𝟖 𝐝𝐞 𝐣𝐮𝐥𝐢𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟏.

—¿Ahora entiendes por qué me preocupa el hecho de que vivas sola? ¡Es que menudo peligro tienes!

—¡Que no tengo peligro alguno, Kai! Solo son...unas palomitas.

—Eran —corrige, atrapando el bol entre sus manos—. No son, Leire. Eran.

—Siguen siendo. Están un poco...quemadas; pero siguen siendo.

—Mejor hago yo otras, ¿no?

De reojo, miró a la española. Una sonrisa de inocencia iluminaba su faz. Había puesto toda su intención en atender al microondas y a las palomitas, pero Daniela acribillándola a mensajes contándole cómo había ido el primer día oficial de convivencia con el guardameta del Chelsea, había impedido que llevara a cabo su cometido.

—Mejor, sí.

La diversión inundaba cada rincón del rostro del mayor. Y, bajo la atenta mirada de Leire, se dispuso a hacer otro paquete de palomitas para poder dar inicio, de una vez por todas, a otro miércoles más de películas.

—¿Has decidido qué ver hoy? —pregunta tras introducir la bolsa en el microondas.

—"Indiana Jones" —contesta totalmente orgullosa de la decisión que había tomado.

—¿Las has elegido por que te gustan o por Harrison Ford?

—Si sabes la respuesta, ¿para qué preguntas? —de forma inmediata, ambos rieron—. Pero también porque me gustan, eh.

—Pero Henry Jones Junior es un motivo de mayor peso, ¿o me equivoco?

En cuanto Leire percibió que los orbes de Kai se aparaban del electrodoméstico y se depositaban sobre ella, se encogió de hombros de forma inocente. Un gesto que hizo sonreír al chico.

—No cambies nunca —en cuanto pronunció aquellas palabras, el contador del microondas llegó a cero; y el pitido que anunciaba que las palomitas estabas listas, le hizo regresar su mirada al frente—. Palomitas listas. Y esta vez no huelen a chamusquina.

—Un pequeño despiste.

—Ya. Como las tostadas, ¿no?

—¿Podemos dejar de lado mis...dotes culinarios? Tengo hambre, y quiero ver la película.

Tras mirarla divertido, negó con la cabeza y le entregó el bol con las, en aquella ocasión, palomitas bien hechas.

—De verdad, no cambies nunca —vuelve a pedir, tras apoderarse de las bebidas—. Eres un desastre, pero me encanta que lo seas.

—Cada vez que me dices cosas así se me desactiva la respiración automática y mi pulso pasa a ser inexistente —confiesa, sonsacándole una suave risa al alemán.

—Exactamente lo mismo que me pasa a mi cuando me dices lo que me dices.

—¿Qué eres maravilloso? —dos palabras que, como de costumbre, causaron que el rostro de Havertz se tiñera de rojo.

—Por ejemplo.

Leire sonrió ante la reacción del chico. Y, sin decir nada, contempló como comenzaba a colocar todo en la mesa de centro del salón.

—¿Vas a seguir mirándome o vienes? Atlas, la pizza e Indiana Jones están esperando —declara.

—Voy —sin más demoras, se acercó al chico; y tras depositar el bol de palomitas junto al resto de comida basura, se sentó en el suelo.

Dᴜsᴋ ᴛɪʟʟ ᴅᴀᴡɴ ||Kᴀɪ Hᴀᴠᴇʀᴛᴢ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora