* ˚Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ ᴛʀᴇs· . ·

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𝐀𝐪𝐮𝐢𝐬𝐠𝐫á𝐧, 𝟎𝟔 𝐝𝐞 𝐣𝐮𝐧𝐢𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟏.

—¿Es muy tarde?

—¿Muy tarde para qué?

—Para dar media vuelta, volver al aeropuerto y coger el primer avión que salga hacia Londres.

—¿Qué si es muy tarde para huir, dices? —con gracia contempló los gestos nerviosos que realizaba la española. Sus manos danzaban nerviosas entre los mechones de su cabello, y sus pies no paraban de moverse de forma reiterada e inconsciente. Y, ante dicha actitud, Kai buscó el brazo de Leire y lo apretó con delicadeza, intentando trasmitirle apoyo—. Te van a adorar.

—Estoy acojonada.

—Lo he notado —la suave risa que soltó el alemán bastó para que parte de la tensión que sentía la chica se esfumase. Y, de forma instantánea, ella también rio por lo bajo—. ¿Entramos ya o...?

—¿O vais a seguir contemplando la puerta durante otros quince minutos más? —dicha cuestión, junto al sonido de la puerta y una silueta asomando a través de esta fueron las responsables de que la cuestión del alemán quedase a medio pronunciar.

—Ya pareces mamá. Poniendo la oreja detrás de la puerta —las palabras de Kai, al igual que la anterior pregunta formulada por su hermana mayor, iban acompañadas de risas; que lejos de relajar el ambiente, no hicieron más que aumentar los nervios de la española.

—Es inevitable.

—Te he echado de menos, Leah —declara el futbolista, antes de deshacerse del agarre que ejercía sobre su chica para poder acercarse a su hermana y estrecharla entre sus brazos.

—Y yo a ti, pequeño.

Durante un par de minutos, Leire contempló como los alemanes mostraban lo mucho que se querían a través de aquel gesto. Y, por unos instantes, pensó en su hermano; y en lo mucho que deseaba poder volver a abrazarlo.

—Así que, tú eres el motivo por el que Kai no me dedicó el gol de la final —el comentario de Leah, pronunciado con gracia, hizo volver a tensar a la española. Quien, al no esperarse dichas palabras, se quedó totalmente en blanco y sin saber que decir—. Bienvenida a la familia, Leire.

"Bienvenida a la familia", y a continuación, un abrazo efusivo que no dudó en corresponder.

—Kai no ha parado de hablarnos de ti estos meses.

—Leah...

—¿Qué? ¿Acaso he contado alguna mentira? —la cara de súplica de su hermano no consiguió otra cosa que una carcajada por parte de la mayor.

—Él tampoco ha parado de hablar de vosotros —añade Leire, eliminando por completo el miedo que sentía.

—¿Dejamos de hablar de lo que...yo he dicho estos meses y entramos? —ruega, no queriendo convertirse en el tema de conversación.

La única respuesta que obtuvo fue la mirada cómplice de su hermana y la mano de Leire buscando con desespero la suya.

—Entremos —pide la pequeña, regalándole a Kai una sonrisa que él imitó de forma inmediata.

—Entremos.

Lo primero que percibió Leire tras cruzar la puerta fue un intenso aroma a canela y manzanas. Una esencia que Kai identificó como apfelstrudel, un postre típico alemán que lo transportaba a su infancia.

—Mi madre odia cocinar —confiesa Leah en voz baja dirigiéndose a la española—. Pero por ti ha hecho una excepción.

Una oleada de paz invadió a la chica tras dicha declaración. Aquella sensación familiar que tanto había añorado a lo largo del último año, volvía a invadirla; y se sentía plenamente feliz por ello.

Dᴜsᴋ ᴛɪʟʟ ᴅᴀᴡɴ ||Kᴀɪ Hᴀᴠᴇʀᴛᴢ||Where stories live. Discover now