* ˚ᴘʀóʟᴏɢᴏ· . ·

7.7K 137 52
                                    

𝐌𝐚𝐝𝐫𝐢𝐝, 𝟐𝟗 𝐝𝐞 𝐞𝐧𝐞𝐫𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟏.

Su hermano siempre le decía que el frío era algo psicológico, pero en aquel momento Leire negaba rotundamente aquella absurda lógica del mayor. El frío no era psicológico ni mental, el frío era demasiado real, sobre todo en cuanto los tres grados bajo cero que había en el exterior hicieron que un escalofrío recorriera todo su cuerpo. Había comenzado a tiritar, y las múltiples capas de ropa que llevaba no servían de mucho. Ni siquiera el café que acababa de comprar en el bar que había debajo de su apartamento y que mantenía sus manos calientes hacía que recuperase el calor corporal.

Para su suerte, en cuanto dobló la esquina de la calle pudo divisar aparcado en el sitio de siempre el Hyunday tucson de su compañero de trabajo y amigo. Una fugaz sonrisa se plasmó en el rostro de la muchacha, quien en un último sprint llegó a la altura del vehículo. La calefacción la recibió con entusiasmo, y Leire respiró profundamente cuando sintió que sus pies comenzaban a desentumecerse.

-Siendo del norte pensé que estarías acostumbrada al frío.

-Yo también -contesta, girándose para descubrir el rostro sonriente del mayor-. Hola, Adri.

-Hola, pequeña. ¿Qué tal?

La joven se encogió de hombros. Desearía poder darle una respuesta diferente a la que ya estaba acostumbrada, pero por desgracia no podía hacerlo. Aún no.

-Te he traído donuts -añade el mayor tras ver la mueca de su amiga.

Aquella simple frase logró sonsacarle media sonrisa a Leire. Agradecía tener a alguien como Adrián en su vida, alguien que no la mirase con pena y no le repitiese continuamente que las cosas mejorarían.

-Espero que sean de chocolate.

El chico, sin contestar, se giró y del asiento de atrás cogió una bolsa de plástico que de inmediato entregó a su amiga. La chica sin perder tiempo la abrió y descubrió que, efectivamente, eran de chocolate. Aquel pequeño y simple gesto por parte de Adrián hizo que su sonrisa se intensificara aún más.

-Así da gusto madrugar.

El chico imitó su gesto de felicidad, y sin decir nada puso en marcha en coche. A aquella hora el tráfico de Madrid era angustioso, y aún tardarían en llegar a su destino final, por lo que Leire aprovechó para encender la radio, dejando así que Cadena-100 amenizase el trayecto.

-¿Ya has tomado una decisión? -se atreve a preguntar Adrián tras diez minutos de viaje y dos canciones y media.

Leire inspiró con profundidad. ¿Había tomado una decisión? Creía que sí, pero no estaba segura al cien por cien de ello. Todo estaba resultando más complicado de lo que creyó, y la realidad era que no tenía ni la más remota idea de que rumbo o que decisiones tomar.

-No...lo sé. No lo sé, Adri.

-Cuando me lo contaste lo primero que pensé fue que no quería que te fueses. Que te necesitaba aquí -confiesa, y durante un par de segundos aparta la mirada de la carretera para observar a la joven que iba sentada a su lado-. Pero después me di cuenta de lo egoísta que sería decirte que te quedases. Así que, como amigo tuyo, te digo que hagas las maletas y te largues de aquí. Madrid te está consumiendo.

No mentía. Madrid estaba acabando con su salud mental de forma demasiado rápida, y necesitaba romper con todo lo que la unía allí y marcharse lo más rápido posible. Antes de que fuese demasiado tarde.

-Sé que piensas lo mismo y que ya tienes algo en mente, Leire -Adrián continua hablando tras dejarle un par de minutos para que meditase sus anteriores palabras-. Así que hazlo, no lo pienses dos veces.

-Daniela está en Londres -habla por fin, expresando lo que llevaba días rondando por su mente-. Quiero alejarme de todo y empezar de cero, pero al mismo tiempo no. Y sé que lo necesito, pero no lo puedo hacer sola.

-Así que, ¿Londres?

-Londres -afirma la chica-. Ya he hablado con ella, y está deseando tenerme allí, cosa que agradezco. Y respeto al trabajo, algo encontraré.

-De eso me encargo yo -interviene de inmediato.

-¿A qué te refieres?

-Eres buena en lo que haces. Y no solo te lo digo como amigo, si no como tu mentor durante estos meses -explica-. Sé que serás buena fisioterapeuta; por lo que moviendo un par de hilos puedo conseguir que termines tus prácticas en Londres.

Leire escuchaba atentamente cada palabra que salía del madrileño. Aquel que había conocido hacía años por amigos en común, y el mismo que le tendió una mano cuando tuvo que comenzar las prácticas de fisioterapia en cuarto curso de carrera. Carrera que finalizaría en unos meses si todo iba bien, pero que ni eso podía lograr retenerla más tiempo en la capital española.

-Lo que te quede de carrera lo puedes hacer a distancia. Eres lista y sé que eso no supondrá un problema para ti. Pero por favor, no la dejes. No después de cuatro años luchando por sacarte ese título que tanto ansías.

Adrián tenía razón, no podía dejarlo ahora. Llevaba casi cuatro años dándolo todo para poder ser fisioterapeuta deportiva, y no podía dejarlo todo ahora. Sabía que no tendría problema en acabar las clases teóricas de forma online, ya que llevaba los últimos años de su vida preparando aquello; pero lo que le aterraba era continuar las prácticas en otro país y tener que volver al principio.

-Conmigo en el Real Madrid has hecho un buen trabajo. Y has aprendido mucho y deprisa, lo cual también ayuda.

Quizás aquello se debía a que quien le tenía que enseñar era una mano amiga que la conocía; alguien que había hecho lo imposible para que la chica acabase haciendo las prácticas con deportistas de élite como eran los jugadores del club merengue.

-Tengo un amigo que trabaja en el Chelsea -responde al fin Adrián, resolviendo la incógnita que había generado a la chica minutos tras.

-¿Del Real Madrid al Chelsea? -el madrileño afirma de forma rotunda-. Me van a odiar todos mis compañeros de universidad.

-Quizás. Pero mira el lado positivo, te odiarán pero al menos tú te habrás codeado con lo grandes.

Leire suspira con incredulidad. ¿Aquello era real? Pues claro que lo era, y a parte también era una locura. El plan inicial era dejar tierra española para irse a Londres, y con esto dejar también la universidad, cosa que Adrián se negaba a permitir. Y quizás necesitaba aquello, que alguien pusiera límites. La universidad la había mantenido en pie aquellos meses tras lo sucedido el verano pasado, y dejarla quizás no fuese la mejor opción de todas.

-Vale, bien. ¿Londres y el Chelsea?

El chico esboza media sonrisa ante la pregunta de la muchacha.

-Londres y el Chelsea.

━─━────༺༻────━─━

Dᴜsᴋ ᴛɪʟʟ ᴅᴀᴡɴ ||Kᴀɪ Hᴀᴠᴇʀᴛᴢ||Where stories live. Discover now