Cuando el idol Taehyung es atacado por haters, queda en peligro no sólo su vida sino también la de su mejor amigo, Jimin.
Es ahí cuando su agencia le asigna al mejor guardaespaldas, pero... ¿será suficiente para proteger a ambos?
[Narración + Socia...
—Me gustas, Taehyung —dijo Jin para sí mismo, poniendo su mano en el pecho y sonriendo cuando sintió su corazón a mil—. Me gustas demasiado.
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Taehyung se acostó en la cama, junto a Jimin en cuanto su amigo optó por permanecer con el rostro enterrado en la almohada. Después del pequeño momento defensivo del chico, se había lanzado en la cama para intentar que Tae no viera su rostro colorado por la pena.
—Mimi... —le dijo Tae con el tono de cariño más grande que salió de su pecho—. Oye, lo siento. Tal vez no debí reclamarte...
—No es eso, Tete —dijo Jimin, con la voz amortiguada porque seguía con el rostro oculto—. Tienes razón, debí habértelo dicho... pero es que...
—Pero es que, ¿qué?
Jimin se giró para verlo, solo un poco, porque su actitud continuaba siendo tímida.
—Es que... —Jimin cerró los ojos cuando se atrevió a decir—: No quiero que me trates como a un niño pequeño, pero sé que es imposible porque no tengo experiencia en absolutamente nada.
Taehyung se quedó observando a su amigo un momento. Ahora comprendía mejor al chico.
Jimin era una persona muy madura en muchos temas, pero las situaciones personales no solían ser sus temas favoritos. Era alguien sumamente reservado en sus sentimientos. Sí era muy curioso, y por eso siempre escuchaba atento a Tae cuando él le contaba cosas, pero nunca solía ser el que dijera abiertamente sus deseos o dudas respecto a esos temas. Quizá por eso, Taehyung ni siquiera conocía tan a fondo todo lo que llegó a ser la relación de Woo y Jimin. Lo único que sabía es que ese chico era un completo imbécil por haber hecho llorar a su mejor amigo durante muchos días, mientras él tranquilo de la vida se volvía el idol súper heterosexual ante el mundo.
—De acuerdo, Jimin. A ver, siéntate aquí a mi lado.
Jimin dudó un momento, pero luego hizo caso a su amigo y se sentó junto a él, aunque decidió abrazar un almohadón para sentir un poco de seguridad y, posiblemente, tener cerca un escape por si requería volver a ocultar la cabeza.