Capítulo treinta y cuatro

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━ 𝜋𝜎𝑠𝜏𝑟𝛼𝜋𝑔𝜀𝑟 ━
"Obsesivos"

Me quedé estática en mi lugar.

Por alguna razón me quedé observando sus ojos bastante hipnóticos, aquellos dos faroles eran bastantes llamativos que incluso me parecían un poco irreales observarlos.

Terminé parpadeando varias veces cuando me di cuenta que lo estaba mirando fijamente sin vergüenza alguna, seguro ya había hecho el papel de ridícula lo suficiente.

D estará pensando que soy una acosadora.

Carraspeé mi garganta en un intento de recuperar mi voz que se había quedado estancada en mi garganta y entonces decidí hablar:

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo sé que eres... él? —pregunté con desconfianza.

El mayor se incorporó de su lugar y caminó serenamente hasta quedar a unos metros de mi cuerpo, por inercia me terminé alejando un poco con miedo de que me hiciese daño.

—Supongo que mostrarte esto es más que suficiente para que me creas —explicó mientras me tendía un móvil.

Miré el aparato tecnológico y luego al pelinegro. Repetí aquella acción tres veces hasta que luego de debatir por varios segundos terminé agarrando su celular entre mis manos.

Lo primero que observaron mis ojos fue las largas conversaciones que ambos habíamos estado teniendo en este tiempo. Mi contacto salía agredado cómo "Blue." y en ella estaban los últimos mensajes que habíamos intercambiado.

Tragué en seco, supongo que sí era D después de todo.

Le tendí el móvil nuevamente y entonces el pelinegro lo agarró mientras segundos después lo guardaba en uno de los bolsillos de su pantalón.

—Le podrías haber robado el móvil al verdadero D —indiqué.

El mayor alzó una de sus cejas y en su expresión se pudo transmitir la frase de... "¿estas bromeando?" Pero la verdad es que seguía paranoica.

Horas antes una persona en la que había confiando intentó asesinarme y yo lo dejé desangrando en un orfanato.

Y mi mejor amigo le había ordenado a alguien para acabar con mi vida.

Eran acciones que hicieron ver la realidad de una forma cruel y oscura.

No podía confiar tan rápido... no otra vez.

—Soy D —indicó, seguro de sus palabras.

—¿Cómo puedo creerte?

—¿Cómo puedes confiar en mi? —preguntó en forma de respuesta.

Me quedé callada. Ni siquiera yo lo sabía con certeza. Nunca supe el verdadero nombre de aquel número anónimo, y tampoco me había mandando alguna fotografía de él para saber su identidad, ni siquiera una foto de sus ojos u labios. Nada.

No tenía nada para poder comprobar si este chico en frente de mi era la persona que juraba ser.

Por un momento desvíe la mirada hacia su atuendo. En el centro de su remera que se ajustaba en sus pectorales salía escrito las palabras en blanco de "No Stranger" y entonces una pequeña lamparita se encendió en mi cabeza.

No Stranger © #1 ✔Kde žijí příběhy. Začni objevovat