Capítulo quince

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"La historia de Ash"

Era domingo.

Uno de los más calurosos de la temporada, el sol deslumbrada el cielo y por alguna extraña razón el día se ambientaba para estarlo con familia.

Eran exactamente las doce y veintitrés del medio día cuando acabé asesinado a mi madre.

Cuando terminé sacando a duras penas, aquel filoso cuchillo de su pecho lleno de sangre.

Cuando terminé sacando a duras penas, aquel filoso cuchillo de su pecho lleno de sangre

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Desde que soy consciente, nunca me he sentido cómoda con mi género.

Me observé en el espejo, como mi pequeña cara tenía rasgos femeninos y como era consciente a tan corta edad que mi cuerpo iba a cambiar en la adolescencia. Que pronto iba a ser más esbelta, tal vez con más pecho e incluso con trasero.

Entonces... ¿por qué no me siento cómodo al verme en el espejo? ¿Por qué me asusta la idea de verme más... femenina? ¿Acaso estoy equivocado? ¿Por qué siento como si estuviese en el cuerpo de otra persona?

¿Por qué siento... qué no me siento yo mismo?

A penas tenía once años y ya andaba pensando en aquella tonterías, mi madre siempre me ha repetido que una niña solo tiene que sonreír, ser lo más educada posible, y entonces cuando sea mayor un hombre aparecía en mi vida para conquistarme.

Yo no quiero esa vida.

Y siento que aquellos pensamientos que invaden mi mente no son estupideces. Y mientras más lo pienso, y mientras me observo en el espejo, más me disgusta al verme.

¿Por qué? ¿Por qué pienso en estas cosas? ¿Por qué desearía tener el cabello corto y vestirme con ropa más larga? ¿Por qué mi madre no me deja jugar con los demás niños? ¿Por qué me obliga a vestirme de una forma que a mi no me gusta?

—¡Ashley! Ven a desayunar —exclamó mi madre desde la cocina.

Dejé de observar mi reflejo y entonces baje la remera blanca que tenía puesta. Salí de mi pequeña habitación y entonces empecé a caminar hacia donde había escuchado la voz de aquella mujer.

Una vez que había cruzado el pasillo y el cuerpo esbelto y alto de mi madre apareció en mi panorama, formé una línea en mis labios cuando noté que estaba tomando las pastillas de su depresión.

Al parecer había perdido a un hijo, a un hermano que nunca había conocido. Era un tema delicado, y supe que no me iban a querer contar el trasfondo de ello hasta que fuese mayor de edad.

—Ya se encuentra el desayuna, hija —indicó mi madre sonriendo, señalando el plato con tostadas y un jugo natural que se encontraba arriba de la mesada.

Caminé hasta sentarme en uno de los asientos. Antes de siquiera poder darle el primer mordisco, se escuchó como la puerta principal se abría y segundos después se cerraba de golpe.

No Stranger © #1 ✔Where stories live. Discover now