Capítulo treinta y uno

1.5K 252 987
                                    

━ 𝜋𝜎𝑠𝜏𝑟𝛼𝜋𝑔𝜀𝑟 ━
"El verdadero plan"

—Oye camina más rápido —ordenó el peliblanco quién iba caminando delante de  mí—. Tampoco es cómo si hubieses visto un muerto.

—Vi morir a Mir hace unos minutos atrás —le recordé.

—Oh —dijo Ash acordandose de aquella escena—. Es verdad... que pena —dijo fingiendo dolor—. Pero solo tiene que haber un chico peliblanco y ese soy yo.

—¿Ya llegamos? —pregunté cansada.

—¿Tanta ganas tienes de ver el esculpido y tallado rostro de D? —preguntó sonriendo. Terminé rodando los ojos—. Oye, que no te de vergüenza admitirlo.

—No sé de qué hablas.

—Vamos, hasta yo lo besaría —admitió—. Claro, si él me dejase hacerlo.

Ambos terminamos entrando al orfanato el cual habíamos visitado días antes cuando encontré al mayor junto con aquellos dos muertos y luego tuvimos que escapar de la policía. Esta vez la zona se encontraba rodeada de cintas policíacas prohibiendo la entrada a ciudadanos ordinarios.

—Creo que no deberíamos entrar —indiqué.

—¿Por qué? —preguntó Ash quién rompía la cinta amarilla para seguir caminando.

—Porque eso indica que no hay que pasar —expliqué señalando la cinta tirada en el suelo.

Ash colocó ambos brazos al costado de su cintura.

—Soy un asesino y tú una cómplice —indicó—. No vengas a fingir ser buena ciudadana después de todo.

—Pero yo no maté a nadie...

—Mataste a todos cuando decidiste colocarte ese horrible vestido —admitió y entonces frunci el ceño mientras le seguía en paso.

Ambos entramos por el enorme ventanal de aquel edificio una vez que habíamos confirmado que no se encontraba nadie cerca del panorama que pudiera delatarnos. Ash tuvo que ayudarme a subir ya que la ventana se encontraba más arriba de lo normal por lo tanto pudo ver mi trasero en primer plano.

Por supuesto, no había ningún vidrio en la ventana que rompiera el paso para entrar ya que los pedazos de este se encontraban en el suelo indicando que hace bastante tiempo algún idiota pasó por aquí a destruirlas como parte de su diversión.

Segundos después Ash terminó colándose por el mismo lugar con una agilidad impresionante mientras yo me dedicaba a observar el lugar con total indiferencia esperando con ansias poder conocer la identidad de aquel número que me había metido en este lío.

El enorme lugar se encontraba en un silencio rotundo ya que ninguno de los dos había decidido mantener una conversación, mi mente se encontraba dispersa en mis pensamientos mientras Ash marcaba un número en su móvil totalmente concentrado.

—Hola —habló de repente, estaba en una llamada telefónica—. Sí, ya llegamos aquí —indicó—.... ¿puedes apurar tu estúpido trasero? —suspiró—. Apurate si no quieres presenciar un doble suicidio aquí —advirtió para segundos después colgar la llamada.

Ash me observó y sonrio ampliamente con una señal de "sonrío para no demostrar lo enfadado que me encuentro por tener que esperar".

—D va a tardar —explicó—. Así que podríamos entretenernos de una forma interesante —bromeó acercándose a mi cuerpo.

—No voy a besarme contigo —indiqué.

No Stranger © #1 ✔Where stories live. Discover now