Cuando el idol Taehyung es atacado por haters, queda en peligro no sólo su vida sino también la de su mejor amigo, Jimin.
Es ahí cuando su agencia le asigna al mejor guardaespaldas, pero... ¿será suficiente para proteger a ambos?
[Narración + Socia...
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Cuando Seokjin pasó a buscar a Taehyung para llevarlo al nuevo lugar donde se quedarían, no esperaba que fuera tan fácil sacarlo de la casa de su amigo, pero ahí estaba, listo y con la ropa ya puesta.
El camino fue tranquilo pues Tae se encontraba en modo reposo, adormilado aunque tratara de ocultarlo. De vez en cuando, Jin miraba por el retrovisor y veía cabecear a Tae entre ratos. Poco antes de entrar al estacionamiento del hotel, Tae ya estaba completamente preso del sueño.
No quiero despertarlo, pensó Jin, quien salió de su asiento y con sumo cuidado abrió una de las puertas traseras, del lado donde se encontraba Tae descansando. Lentamente lo movió para intentar despertarlo.
—Taehyung, ya llegamos... Tae... —Su tono era tan suave y bajo que Tae no pudo evitar sonreír mientras abría los ojos, solo porque la voz de Jin le pareció demasiado dulce.
—Manejas como abuelo, por eso me dormí. —Y ahí está Taehyung... pensó Jin.
Entraron al hotel y Taehyung no parecía asombrado por el lugar, Jin supuso que ya estaba acostumbrado a quedarse en los hoteles Jeon.
—El penthouse que nos dieron es de los mejores, cuando vine hoy más temprano no creí que fuera a volver tan pronto, estoy seguro que estarás cómodo. —Seokjin solo intentaba sacarle plática a Taehyung.
—¿Más temprano? ¿A qué viniste aquí si esto que ocurrió fue una emergencia? —Tae no estaba para pláticas pero algo de lo que dijo Seokjin comenzaba a tener sentido en su cabecita.
—Ah, sí. Un amigo vive en el penthouse de al lado. Tranquilo, estoy seguro que no habrá problemas, él es una buena persona y tiene mi confianza. —Jin ya había olvidado el malentendido que tuvo con Tae esa tarde, por eso le fue fácil decir aquello. Sin embargo, Taehyung lo recordaba muy bien.
—Ah...
Taehyung estaba tan casado que había decidido aplazar su venganza contra Seokjin, pero después de escuchar aquello cambió por completo su decisión.
Cuando entraron al penthouse, Jin le indicó dónde estaba su habitación y le informó que todas sus cosas ya habían sido llevadas por Gong.
—Si te hace falta algo podemos ir mañana a tu departamento y... —Jin se quedó sin palabras pues estaba viendo a Taehyung quitarse la ropa y terminar en boxers ahí mismo en la sala principal—. ¿Qué estás haciendo?
Seokjin era incapaz de apartar sus ojos del cuerpo de Tae. El chico era increíblemente hermoso, mientras que él estaba aturdido y comenzaba a sentir incómodo esa parte de su pantalón.
—Poniéndome cómodo, este será mi nuevo hogar así que acostumbrate. —Tae no solía ser así, pero en ese momento lo único que deseaba era venganza.
Jin de verdad quería apartar la mirada pero le era imposible. Vio cómo Taehyung caminó sensualmente hasta su habitación y cerró la puerta detrás de él, dejando a un guardaespaldas alterado y con un gran bulto en el pantalón.
—Primera parte del plan bolas azules exitosa, vamos por el golpe final... —Taehyung se acomodó en la cama y, tras aclararse la garganta, empezó a hacer sonidos morbosos en su habitación. De a poco a poco fue aumentando el volumen hasta que comenzaron a salir gemidos de sus labios. Estaba fingiendo, realmente no tenía el humor para llegar a masturbarse esa noche pero sabía que sus sonidos erán lo suficientemente convincentes como para hacerle creer a Kim lo que él quería, y claro que no estaba equivocado.
—No está haciendo lo que creo que está haciendo... —dijo Seokjin para sí mismo mientras trataba de preparar la cena. No es que tuviera hambre, era sólo que intentaba aclarar y distraer su mente después de ver en calzoncillos al idol, pero fue cuando unos sonidos provenientes de la habitación del chico hicieron que se le cayera el plato de las manos.
—Ahhh, sii... ahí... —La voz de Taehyung sonaba más grave de lo usual, y tenía un tono tan sensual que hizo que una descarga eléctrica recorriera la espalda de Jin.
No supo exactamente cuánto tiempo pasó hasta que dejó de escuchar más ruidos desde la habitación de Taehyung, pero él estaba al borde del pánico. Tuvo que sentarse en la sala y colocarse unos audífonos con música que no le gustara para intentar bajar el gran bulto de sus pantalones sin necesidad de tocarse.
—No tengo ni veinticuatro horas siendo su guardaespaldas y ya tengo las bolas azules. Dios... ¿Cuál fue el mal que yo hice?
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