Sus ojos se ven más bonitos de cerca. Tiene pecas en la nariz y un lunar cerca de su ojo. Recorro cada detalle con anhelo y me olvido de su mano aferrada a mi brazo.

Cuando me doy cuenta de aquello, él ya luce como el hombre más feliz del mundo.

—Parece que hizo caso a mis peticiones. —Señala al cielo nublado y su dedo chorrea agua. Me río sin poder evitarlo y, pensando que se trata de un sueño del que pronto despertaré, me lanzó hacia él.


═══════ ≪ •❈• ≫ ═══════


Entro a la casa chorreando agua y Austin me coloca una toalla sobre la cabeza y otra sobre los hombros. Observo a Hank parado fuera de la casa con un pedido de ayuda y envío a mi hermano a por un trapeador para limpiar el desastre en el suelo.

—Pasa. —Lo cojo del brazo y tiro de él para hacerlo pasar. El agua también chorrea de su cuerpo, pero Austin no puede ver agua caer de la nada o le dará un infarto.

Tomo una de las toallas y la coloco sobre su cabeza. No respiro al ver que se queda allí.

—¿Cómo...?

—No tengo idea. —Responde antes de que termine, y se encoje de hombros. Sus soles brillantes no se despegan de mi rostro, como si todo lo demás le diera totalmente igual.

Lo llevo con cuidado de no hacer ruido hasta mi habitación. Allí lo hago pasar al baño para que se seque, pero él solo cierra los ojos en su lugar y luego está como nuevo, seco y con otro traje adornando su cuerpo.

Me río como idiota sin saber cómo reaccionar a esto. Parece como si el cielo nos hubiera cumplido un deseo.

Mi corazón vuelve a desconfigurarse cuando sus ojos se clavan de nuevo en mí, en mi cabello mojado y mis manos nerviosas que no saben dónde meterse. Parece divertirle mi forma de actuar.

Me volteo dándole la espalda y comienzo a secar mi cabello con la toalla evitando mirarlo y, por ende, volverme imbécil.

Sin embargo, un cosquilleo recorre mi espalda cuando lo siento detrás de mí. Hank lleva sus dedos a la toalla sobre mi cabeza y la aleja de mí. Siento una presión en mi hombro antes de ser girada con gentileza sobre mi eje. Sus soles se encuentran con mi noche, y la piel me pica donde él toca.

No siento la textura de su piel, no siento su aroma, solo lo siento ahí. Es una sensación extraña, pero más de lo que alguna vez pude soñar.

—Me imaginé muchas cosas... —Toma la toalla y la acomoda detrás de mi nuca—. Pensé que podría ser rosas—Comienza a secar mi cabello con masajes suaves. Un suspiro se escapa de mis labios y el calor sube a mi rostro para pintarlo de color rosa—, tal vez jazmines, o lavanda. Incluso pensé en algo más extraño, como coco o chocolate—Se acerca a mí inspirando profundo. Su cabello me hace cosquillas en la mandíbula y mi cuerpo parece gelatina, temblando al mero toque—. Nunca imaginé que olieras a ti.

Me alejo sin poder soportar un segundo más tan cerca de él. Me calienta demasiado. Debo ser necrofílica, o algo por el estilo.

Qué horror.

—¿A qué te refieres? —cuestiono mientras me cruzo de brazos en un intento torpe de escudo contra su persona.

Hank me imita y sus brazos duplican tamaño al flexionarlos. Ahora que lo veo bien, puedo notar que los tiene un poco trabajados.

—Me he quemado las neuronas intentando adivinar a qué olerías. Ahora me encuentro con que no usas perfume, solo hueles a ti. —Sonríe como si le pareciera extraño y fascinante al mismo tiempo. Luego, su ceño se frunce—. Lo siento, me he tomado muchas atribuciones que no me corresponden con usted. Lamento ser maleducado.

Su cambio de actitud me obliga a reprimir una sonrisa.

—Uso perfume solo cuando es necesario. Y me gustan los aromas cítricos, no los florales. —Corro hasta el cajón donde guardo los cosméticos y revuelvo hasta dar con el famoso perfume. Me doy vuelta y lo llamo para que se acerque.

Me siento sobre el borde del mueble y coloco un poco de perfume en mi muñeca. Cuando Hank está a escaso espacio de mí, alzo mi brazo incitando a que olisquee. Él obedece y acerca su nariz angulosa a mi piel, sus labios tan cerca de ella me tientan a imaginar cosas poco inocentes. Trago saliva cuando alza los ojos hacia mí y sonríe de lado.

—Muy tú, debo admitir. —Me quedo embobada en la curva de sus labios, casi imperceptible, pero allí está. Mis ojos sobre sus labios llevan a los suyos a buscar los míos y el tiempo se detiene. Mi corazón galopa furioso otra vez, corre una carrera contra el tiempo.

Hank coloca una mano en el borde del mueble, junto a mi cadera, e inclina su cuerpo hacia adelante cortando la distancia entre nosotros. Sus ojos siguen el movimiento de mi cuerpo, cada reacción de él está bajo su escrutinio.

—¡Abbie! Quiero presentarte a alguien. —Salto en mi lugar chocando mi pecho contra el de Hank. Mis mejillas se tiñen de rojo a la vez que él carraspea y se aleja.

Austin me observa confundido y yo me rasco la cara con el afán de cubrir mi sonrojo.

¿Desde cuándo yo me sonrojo?

—Toca la próxima vez, maldita sea. También necesito privacidad, ¿sabes? —Él le da una repasada a la habitación y vuelve a mí con un interrogante.

—¿Hacías algo que no debo ver? —Mi cuerpo se tensa y le echo una rápida mirada a Hank en busca de ayuda, pero él está demasiado ocupado observándome con mofa en sus brillantes ojos.

Maldito muerto de mi...

—¡Abbie! Te estoy hablando. —Su grito me hace volver a tierra. Me disculpo y lo invito a seguir con lo que decía—. Traje a alguien especial, quiero presentártela—Su sonrisa me da mala espina, es tan grande que podría forrar la mansión con ella.

Sale de la habitación por unos segundos en los que evito mirar a Hank a toda costa. Sé que me está observando porque siento el peso de su intensidad, pero no quiero que me vea perder el control por él.

Austin vuelve a entrar a la habitación de la mano de una chica, y mi mundo se detiene. El aire se atasca en mi garganta y la temperatura baja hasta helarme la piel.

—Hola, Abbie. Un gusto volver a verte. —Su sonrisa amplia me pone los pelos de punta. Busco a Austin con la mirada, exigiendo una explicación.

—Ella es mi novia, Carmel.


Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
LoopWhere stories live. Discover now