Loop.
"Mors ultima linea rerum est".
¿Qué tan lejos puede llegar el alma del cuerpo? ¿Y qué tanto tardaría la muerte en alcanzarla?
*Por favor, no copies ni uses contenido que no te pertenece. Sé original.
*Está prohibido la copia, adaptación total...
El rostro de mi madre cuando de pequeño ayudaba a mi hermano Kevin a robar y esconder sus joyas por todo el castillo inunda mi mente. Su dedo alzado y su frente arrugada me roba una pequeña sonrisa. Amaba a esa mujer.
—Me hubiese gustado conocerte en vida, Hank. Pero llegué un poco tarde. —Mis ojos se encuentran con sus esferas de noche, profundas y hermosas. Me relamo los labios sintiendo un extraño cosquilleo sobre mi espalda, su sonrisa me provoca inquietud y los nervios me atacan por lo que voy a decir.
—Me alegra que estés aquí, ahora. —Me giro hacia ella y observo su rostro ser iluminado por un rayo, seguido de un estruendoso trueno que me eriza la piel. O tal vez sea su mirada.
La lluvia arrasará con nosotros, pero ninguno de los dos parece querer moverse de aquí.
Abbie rompe nuestro contacto visual con un carraspeo, y sigo embobado sus movimientos hasta que se sienta en el césped húmedo, junto al montículo de tierra que cubre mis restos. Cierro los ojos, incapaz de ver su mano acariciar la lápida.
No puede estar pasándome esto ahora. Tuve tantos años para sentir cosas por alguien, y tenía que suceder ahora...
Me atrevo a observar de nuevo a la castaña con su mano aferrada a la tierra y sus ojos empañados en tristeza.
—Tú estás allí, pero nosotros... —Palmea la tierra y mi corazón se agita al entender lo que intenta decir—. Nosotros nos quedamos aquí.
Me acerco, pese a que me duele, a ella. Poso la palma de mi mano sobre la suya, sabiendo que si la dejo caer la traspasará. Saber que ella me corresponde, en vez de alegrarme, solo logra hundirme más.
Cuando oigo su sollozo una parte de mi alma se va con él. Miro al cielo gris pidiendo piedad, pidiendo que aguante un poco más antes de largar su furia. No quiero que esto acabe, no quiero tener que aceptar que jamás podremos ser nada.
Una lágrima resbala por su bonito rostro y retengo las ganas de intentar en vano limpiar su rastro. Como me encantaría refugiarla entre mis brazos y besar su frente hasta que su corazón sane... En cambio, veo su dolor en forma de gota de agua llegar hasta su barbilla y caer sobre mi mano.
Y se queda allí. Y luego cae otra, y otra.
El golpe, suave y casi imperceptible, me asusta a tal punto de llevarme a alejarme de ella, asustado. Observo mi piel, y observo la humedad del agua sobre ella.
Tiemblo de pies a cabeza cuando la escucho preguntar qué me sucede, y mi respiración se agita con violencia cuando aparto mi mano con brusquedad y clavo mis ojos sobre los suyos.
No puede ser...
Me pongo de pie de forma torpe, y ella me imita con su expresión contraída en preocupación. Mi pecho sube y baja y mi respiración se volvió un desastre.
—¿Está todo bien? —Su inocencia me contrae el pecho, me llena de ilusión. ¿Será posible...?
La lluvia se desata sobre nosotros sin poder esperarnos un segundo más, empapando su figura por completo. El grito de Austin para que vuelva a casa es acallado por el sonido de los truenos.
El rostro de Abbie palidece y sus ojos brillan con la luz de un rayo. Sus labios entreabiertos solo me confirman lo que ya he podido notar, y mi pecho se infla de emoción.
—Tú... estás mojado. —Quito un mechón empapado de mi frente con una sonrisa. Ella da un paso hacia mí, y mi estómago cosquillea por las ansias y los nervios.
Su cuerpo se balancea hacia atrás cuando pisa un charco de barro, pero mi mano aferrada a su brazo impide su caída y la atrae hacia mí.
Su rostro y el mío quedan a centímetros, y siento la calidez de su aliento chocar contra mi cuello. Sus ojos me observan atónitos y mis labios se estiran por primera vez en una sonrisa enorme.
—Parece que hizo caso a mis peticiones. —Señalo el cielo, y entre eufóricas carcajadas, ella se lanza hacia mí.
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