Si no fuera por la seriedad de la situación, volvería a perderme en el tono rosado de sus mejillas.

—El hombre que viste aquí varias veces es el dueño de esta mansión. —Observa el techo y las paredes—. Y su nombre es Travis, pero no sabía que su apellido era...

Dejo de oírla y me dirijo a un punto lejano de mi subconsciente, dentro de mis recuerdos. Lo recuerdo, cabello grisáceo, boina negra y un traje con feos estampados. Es el anciano que ha estado acechando a Abbie como una mosca, que me ha provocado esa extraña sensación en el salón de baile y al quien, por algún motivo, nunca logro interceptar. Se escabulle de mí como una sanguijuela, como si supiera de mi existencia...

Los nervios florecen sobre mi piel cuando caigo en cuenta de que el maldito no podría haber heredado la mansión hace tantos años. Estaría muerto y siendo comido por las lombrices si así fuera.

No tiene sentido, nada tiene sentido.

¿Por qué le dejarían la herencia a una persona que en ese momento ni siquiera había nacido?

—¿Hank? —Su llamado me trae de vuelta a tierra. Sacudo la cabeza y la observo con fijeza, no sé cómo explicarle esto a ella sin que nos tome a mí a y a mi familia de locos.

Creo que lo guardaré para mí, por el momento.

Sé que si Abbie se entera de que ese anciano ha heredado una casa sin que siquiera sepan de su existencia podría espantarla lo suficiente para que arme sus maletas y se largue de aquí.

No puedo dejar que eso pase, no quiero estar solo otra vez...

Debo descubrir quién es ese anciano ladrón antes de que las cosas se descarrilen.

—Mira, este es Travis. —Gira el aparato que ha vuelto a abrir sobre sus piernas y la pantalla iluminada me ciega por unos segundos—. Pero si fue descendiente de tus hermanos, no tiene sentido que siga vivo. No sé por qué figura su foto en internet. —Observo la imagen en blanco y negro. Su rostro está escondido detrás de unos lentes negros y una barba espesa y su expresión es amable. Un bastón es rodeado por sus dedos finos.

Una extraña sensación se hunde en mi pecho a medida que detallo la imagen con más profundidad. Siento como si me absorbiera, hasta que realmente lo hace.

La imagen me absorbe por completo llevándome a cerrar los ojos y viajar lejos, muy, muy lejos.

—No entiendo por qué quieres hacer esto, Hank. Es una locura, tu madre va a matarnos si se entera.

Papá me regala una mirada acusatoria. El ambiente se ve confuso, como si estuviera dentro de un caleidoscopio.

—¿Cuándo te he pedido algo yo, padre? —Mi pregunta parece hacerlo dudar. Luego de unos minutos de silencio, acepta mi petición con un asentimiento firme.

—No sé para qué quieres construir un ataúd, Hank, pero que tu madre no se entere. Va a decir que es de mal augurio.

—Será nuestro secreto.

—¡Hank! Responde, maldita sea. —Sus manos traspasan todo mi cuerpo y un escalofrío me recorre la espalda cuando vuelvo a estar aquí, con ella.

¿Ha sido eso acaso un recuerdo?

Pestañeo como si tuviera un tic y respiro profundamente, asimilando lo que acaba de pasar. Muchas preguntas vagan por mi cabeza y no sé ni por dónde empezar a analizarlas.

—He recordado, Abbie. —La observo al fin, parando en su ceño fruncido y sus pupilas dilatadas por el terror. La he asustado con mi fugaz viaje al pasado.

LoopWhere stories live. Discover now