Loop

〔XVII〕

Odio esta maldita vida, este maldito mundo y este destino de porquería. ¿Por qué no me morí? Hubiera sido más sencillo...

No me percato del desastre que he causado hasta que un sobre me cae en la cabeza, y no me traspasa. Pestañeo anonadado y tomo el sobre de mi cabeza, lo observo entre mis dedos con la boca entreabierta.

No puede ser.

Echo un vistazo a mi alrededor y vuelvo en vida de la impresión al ver que todos los muebles que pateé están destrozados.

¿Cómo es posible...?

Me levanto aturdido e intento abrir los cajones otra vez, pero fracaso. Golpeo un estante, y nada sucede. Vuelvo a traspasar todo.

Observo el sobre de nuevo y rompo el sello de un rasgón. Saco el papel que yace dentro y lo estiro quitando las arrugas. Mis ojos leen a toda velocidad lo que dice el documento firmado por un escribano.

Siento mi garganta cerrarse a la par que mis latidos aumentan su ritmo, mis ojos arden pese a que no puedo llorar.

¿Mis hermanos le dejaron la herencia de la casa a Travis Hawthorne? ¿Quién es ese tipo?

Jamás tuve ningún pariente con ese nombre, el apellido Hawthorne murió con sus últimos descendientes, mis hermanos. Ninguno tuvo hijos...

Me siento en la silla de cuero y dejo que mis yemas froten la piel de mi rostro mientras dejo caer el papel al suelo. Tiene la firma de mis hermanos, de los tres.

¿Qué han hecho?

Sé que papá no lo hubiera permitido, y mi madre hubiera enloquecido de saber que no podría volver a visitar la habitación de su hijo muerto. Sin embargo, sus firmas no yacían allí, ellos ya estaban muertos para la fecha.

¿Con qué derecho habían osado en abandonar nuestra historia a manos de un desconocido?

Travis Hawthorne. Su nombre arde en la punta de mi boca, quema mis papilas como si fuera fuego. Hay algo cocinándose en mi interior, rugiendo para que lo libere.

Una idea llega a mi cabeza, y mis ansias por verla de nuevo resurgen triplicadas por mil. Necesito su ayuda.

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—¿Hank? Luces alterado. —Deja la chaqueta en el perchero y desenrolla la bufanda de su cuello con una mirada cargada de preocupación. Una parte de mí —una muy macabra— se emociona por ver que de nuevo vuelvo a ser el centro de su atención, y me cuestiono si debería preocuparla más seguido.

—¿Puedes investigar algo por mí? —Le echo una disgustosa ojeada al aparato cuadrado que yace encima del colchón. Ella se acerca dudosa y se acomoda junto a mí, con las piernas cruzadas y el objeto encima de ellas—. Quiero saber quién es Travis Hawthorne y qué significó para mi familia.

La observo teclear con habilidad y me pierdo en la curva de sus labios hasta que vuelve a depositar el peso de sus bonitos ojos en mí. Me observa entre confundida y precavida, parece que lo que encontró no le agrada del todo.

—¿Conoces a Travis? No sabía que era descendiente de tu familia... —Abre los ojos con pánico y su piel palidece—. Eso quiere decir que tú y yo compartimos sangre. ¡Oh, por dios!

Antes de que ella siga diciendo sandeces, la interrumpo con una pregunta brusca.

—¿Quién es ese hombre y por qué heredó mi mansión? —Mi expresión debe ser lo suficiente aterradora como para calmar su marea de pensamientos. Cierra la tapa del aparato y enreda los dedos sobre su regazo.