CAPÍTULO 11

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Confusiones.

Abrí lentamente los ojos sintiéndome demasiado adolorida. ¿Me he desmayado otra vez?

Joder.

Repase el lugar en donde me encontraba, era una de las habitaciones del departamento en Múnich. Me encontraba bastante debilitada y atontada. Unas ganas de vomitar se hicieron presentes logrando que me levante de la cama a rastras hasta llegar al baño y devolver todo lo que he comido en el inodoro.

Sentí unas manos sostener mi cabello mientras seguía devolviendo. Ese aroma era jodidamente familiar para mí tanto que hacía que me sintiera mejor, era Ferrara.

Tire de la cisterna y me enjuague la boca en el lavabo apoyándome de el italiano por lo mareada que me encontraba.

—¿Estas bien? —inquirió Ferrara con preocupación mientras me sostenía.

—Desde luego que no ¿Qué carajos sucedió? —pronuncie débilmente.

—Te drogaron Tasha. Eso paso— soltó frunciendo el ceño mientras me repasaba con la mirada.

¿Qué mierda?

¿Drogaron? ¿A mí?

—Imposible, eso es imposible—negué. Al terminar la oración me pase las manos por los cienes al sentir unas fuertes punzadas, las cuales hicieron que mis piernas me fallaran haciendo que casi cayera.

Los fuertes brazos del italiano me sostuvieron y me elevaron. Me aferre a su cuello mientras dejaba que me cargara hasta la cama sintiéndome como la mierda.

—Si fue posible, no sé cómo no te has podido dar cuenta—gruño ubicándome delicadamente sobre la cama.

Realmente no puedo creerlo, si así hubiera sido me hubiera dado cuenta. La comida no tenía nada y menos en vino. Yo lo saboreé lentamente para así sentir algún sabor, pero no lo sentí. No había nada de estupefacientes en la comida.

De eso estoy muy segura.

—No lo pudieron hacer en la comida, es imposible. Yo saboreé minuciosamente cada bocado, pero no había nada allí. Puedo asegurarlo—alegué agotada.

—Ya descubriremos quien lo hizo luego. Ahora descansa, la droga saldrá dentro de 24 horas de tu sistema—puntualizó.

Los recuerdos de lo sucedido hace horas llegaban a mi mente como flashes.

Sam.

—¿Y Sam?, ¿qué le paso a Sam? —inquirí desesperada al recordar que le habían disparado.

—Recibió un impacto de bala en los costados en una de las misiones que encabezaban McKendall y Braxton—suspiró—. Pero ya está fuera de peligro, ya le extrajeron la bala y esta en recuperación.

Joder, gracias a dios.

—Quiero llamarla, joder ¿qué hora es? —pregunté confundida.

—Luego, son las 4 de la madrugada Tasha, has dormido 8 horas luego de que te desplomaras en la casa de ese mequetrefe—remarco apretando la mandíbula—. Un doctor te hizo los análisis y te médico para que durmieras hasta que pasara un poco más el efecto de las drogas. Porque realmente estabas fuera de sí.

¿Fuera de sí?

Mierda, espero no haber dicho nada vergonzoso.

—¿De verdad? No me digas que dije algo vergonzoso. Espero que no haya sido así, porque preferiría tirarme de una ventana—declaré pasando una mano por mi rostro.

Al límiteWhere stories live. Discover now