CAPÍTULO 2

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Roces.

—Tasha, tenemos una nueva amenaza de ataque terrorista hacia el primer ministro de Canadá—avisó Thatcher despegando la mirada de su computadora para posarla en mi.

—¿Qué es lo que tenemos? —interrumpió Ferrara antes de que pudiese hablar, ingresando a la sala de investigación.

—Gracias a uno de nuestros informantes hemos descubierto la identidad de un terrorista fantasma al cual lo llaman ¨Spits Fire¨, es conocido por ser la causa de incendio de complejos demasiado importantes a nivel mundial—informó Thatch fijando la vista en su laptop.

—¿Y qué tiene que ver la GIA en esto?, nosotros no somos bomberos—soltó el italiano fastidiado.

—Sí, tenemos mucho que ver, ¨Spits Fire¨ es una persona altamente buscada por la GIA, y esta es nuestra oportunidad de atraparlo—respondió Collins posando la mirada en Ferrara, quien se mostraba indiferente.

—O sea que no tenemos una amenaza bien fundamentada, solo la sospecha de que le quemara el culo al ministro, y que por eso ya debemos estar allí—rodé los ojos con fastidio—. Envía al equipo Bravo,  que escaneen el perímetro de los lugares en donde frecuenta el ministro, diles que nos informen si algo se agrava—ordené y me dirigí a tomar mi teléfono de la mesa ya que estaba timbrando desde hace rato.

—Envía al equipo Beta con ellos—escuché la orden del italiano, cosa que hizo que rechazara la llamada y me acercara a él a paso rápido. ¿Qué coño le pasaba?

Jodido italiano.

—¿Quién mierda eres tú para ordenar algo sin mi consentimiento? —espeté con enfado, situando las manos sobre mis caderas para dedicarle una mirada retadora.

—Tú también lo has hecho Black, no me has preguntado nada al respecto de lo que haríamos con la amenaza, si tú no respetas mi rango yo no respetare el tuyo, se trata de coordinación y trabajo en equipo. No estas siendo muy profesional, y a mí me importa una mierda si estuviste aquí antes que yo. Mi rango me lo gane con sudor y mucho esfuerzo, así que no intentes pisotearme o hacerme un lado de nuevo, no comiences una guerra que no ganaras, Black—amenazó tajante y se largó volviéndome a dejar con la palabra en la boca.

Joder, quiero matarlo.

Marqué el número del móvil que me estaba llamando anteriormente, el cual no pude contestar por mi disputa con el italiano y comencé a llamar.

—Agente Black, que bueno que me devolvió el llamado. Soy la agente Gretchen Schneider de la sede de la GIA en Alemania, hemos descubierto la trata de personas tanto adultas como menores de edad, por parte de la mafia más influyente en nuestro país ¨El Clan Ackermann¨ se especula que los usan y venden como esclavos sexuales y sirvientes. Hemos detenido a Herman Schmidt, un súbdito del clan en pleno acto de secuestro.  Me han dado el poder de adjudicar el caso a una de las centrales extranjeras, y acudo a usted ya que es una de las mejores de la agencia, y estoy segura de que podrán acabar con los Ackermann—informó una suave voz detrás de la línea.

—Hizo bien en llamarme agente Schneider, este es un caso de gran magnitud. Envíe toda la información recolectada a la base de datos de nuestra sede, nosotros nos haremos cargo, no se preocupe—respondí.

—De acuerdo, me despido agente Black.

—Hasta luego, agente Schneider—me despedí por ultimo y finalice la llamada. 

Salí de mi oficina para ingresar a la sala de investigación topándome a Ferrara y Thatcher, quienes estaban ocupando la mesa que yacía en la sala trabajando con sus laptops.

Al límiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora