Mis dedos se quedan flotando sobre las teclas y un enorme pesar se instala en mi pecho. Me las arreglo para seguir buscando mientras lo dejo terminar su monólogo. Sin embargo, le doy un incentivo para animar el ambiente:
—¿Y qué solías hacer en tus años de vida? Debiste tener algún hobbie, es decir, algo para no morirte de aburrimiento. —Él alza una ceja con arrogancia y se cruza de brazos.
—¿Cree que tenía mucho tiempo libre? Señorita Abbie, ¿debo recordarle que está hablando con un Hawthorne? —Ruedo los ojos y me muerdo la cara interna de la mejilla, un poco avergonzada por asumir que él no tenía sus propias responsabilidades—. A decir verdad, sí tenía muchas tareas y cargas sobre mis hombros, como todo hombre noble y adinerado hace dos siglos atrás. Pero no las cumplía—Observa un diente de león con un tallo corto y pequeño sobresaliendo del césped a pocos centímetros de su pierna, y conduce toda su energía hacia la planta. Con sus dedos, intenta arrancarlo de la tierra seca, pero como era de esperarse, falla—. Mi padre quería que siga sus pasos y me convierta en contador, al igual que mi hermano Kevin. Mi madre esperaba que encontrara una bella mujer para casarme pronto y darle sus tan anhelados nietos. Mis hermanos esperaban que algún día dejara de pasar los días fuera de casa y les diera la atención y el cariño que querían. Todo el mundo siempre esperó muchas cosas de mí, pero nunca cumplí con ninguna, y nadie parecía entenderme—Frunce el ceño como si esos recuerdos le parecieran un enigma que aún no logra resolver—. Disfrutaba estar solo. Me gustaba contar con la compañía de la soledad, admirar la naturaleza, cabalgar hasta perderme en el bosque y no oír ninguna otra voz más que la de mis propios pensamientos. Me sentía libre, como si tuviera las riendas de mi vida solo en mis manos, temiendo que alguien más quisiera arrebatármelas y manejarme como un títere. De cierta manera, sabía que mostrándome tal y como era, nadie más que el silencio de la soledad lograría comprenderme.
La brisa acaricia los pelillos rebeldes que me cuelgan a los costados del rostro, mientras pienso una y otra vez en lo que Hank dijo.
—Es normal sentirse cómodo estando solo, Hank. Hay una gran diferencia en estar solo, y sentirse solo —tecleo en la laptop mientras acomodo mis pulseras, que provocan el sonido de un leve tintineo—. Siempre y cuando no te sientas emocionalmente solo, y estés feliz y sano con tu entorno y contigo mismo, no está mal tener tu tiempo a solas. Aunque tampoco están bien los extremos, ¿sabes? En esos momentos de tu vida, lo mejor hubiese sido que hubieras encontrado un equilibrio entre tu tiempo con tus seres queridos y el tiempo que te dedicas a ti mismo. Ambos son importantes, y siempre que se mantenga un orden y la balanza entre ambos esté equilibrada, te sentirás pleno y tranquilo.
El fantasma me observa con intensidad, analizando cada palabra. Sus iris castaños con motas doradas aún me provocan fascinación, y la forma en que sus pupilas se agrandan y empequeñecen cuando se encuentran con las mías provoca un cosquilleo en la parta baja de la espalda.
—Le repito, señorita, que me hubiese encantado haberla conocido en vida. —Su voz sale lenta y grave, con un azote de electricidad que me recorre el cuerpo.
Me aclaro la garganta y me levanto de sopetón. Hank me observa desde el suelo con curiosidad, sus ojos almendrados bien abiertos.
—Bien, muertito, vamos a hacer un ritual para cambiarte el outfit. —Con la laptop entre mis manos corro hacia la mansión para buscar lo que necesito.
O tal vez para escapar de la situación bochornosa.
—¿Cambiar mi qué?
Lo ignoro y recorro toda la planta principal de la mansión buscando unas velas, sal, un cuenco, fósforos y unas hierbas cuyo nombre desconozco. Luego corro hasta mi habitación y revuelvo mi joyero hasta dar con la pequeña piedra que una vez un chamán me obsequió, cuando mamá descubrió mi pequeño don y me llevó a cada brujo y espiritualista que encontró. Recuerdo que me dijo que la guarde bien y la use solo en casos de emergencias, o cuando un ente muy peligroso amenace con acercarse a mí. Dijo que me protegería siempre y cuando la lleve conmigo. Según él, la piedra tiene una cantidad de energía descomunal almacenada y es muy difícil de conseguir, así que no dudo en que me servirá para realizar el ritual.
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Loop
RomanceLoop. "Mors ultima linea rerum est". ¿Qué tan lejos puede llegar el alma del cuerpo? ¿Y qué tanto tardaría la muerte en alcanzarla? *Por favor, no copies ni uses contenido que no te pertenece. Sé original. *Está prohibido la copia, adaptación total...
