𝐋𝐚𝐬 𝐥𝐮𝐦𝐛𝐫𝐞𝐫𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐨𝐜𝐚𝐬𝐨©|𝐉𝐞𝐨𝐧 𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤|

𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 27;

"𝗜𝗻𝗳𝗶𝗲𝗿𝗻𝗼 𝗽𝘁 2"

;Adele

Domingo;

El terrible día había llegado. Era peor para mí tratar de ocultar mi nerviosismo porque sabia que eso solo provocaría que Jungkook preguntara por mi estado. No pude decirle lo que había pasado en un intento de no preocuparle, no quería que esta noche se enfocara en eso, no si su reunión era de suma importancia para él.

Actualmente, él no estaba en casa, salió con Jimin esta mañana para arreglar unos detalles de un préstamo que estaban solventando, no quería marcharse pero Jimin fue insistente.

Yo, mientras tanto, decidí ir a visitar a mi papá, hacia mucho que no le veía, y de vez en cuando necesitaba de sus palabras.

Salí de la relajante ducha para apurarme e ir de visita a la casa que me vio crecer.

Me alisté lo más rápido que pude, porque papá me dijo que llegara antes de almorzar pero por desgracia ya era tarde, lo que significaba que el estaría enojado por no estar puntual en casa.

Saber que mi papá vivía solo era un tema que me entristecía, desde que mamá murió el se olvidó de que podía haber otra mujer en su mundo, era tan solitario, pero a pesar de eso parecía no necesitar de alguien a su lado. Por esa razón me sentía culpable al no haberle visitado en toda estas semanas, la última vez que lo vi fue el día de mi boda, era una hija terrible. No podía dejarlo solo, no si sabía que él aún sufría por la muerte de mamá.

De camino a su casa pensé en preguntarle por lo que Jungkook había mencionado sobre el matrimonio con Suhua, seguramente mi padre sabía algo dado que el señor Jeon y él se lo contaban todo. Porque aunque parecía que olvidé ese tema en su momento, no lo hice, necesitaba una respuesta porque mi cabeza era todo un nudo.

Llegue a la mansión familiar, y como siempre, el personal que trabajaba en casa me recibía de manera alegre.

— ¡Que bueno verla de nuevo! — Yoona, el ama de llaves, y en su tiempo mi nana, me saludo con ternura, justo como lo hacía cada vez que llegaba de la escuela.

Mi familia le tenía mucho cariño, fue quien cuidó a mi papá en su tiempo, desde que ella era muy pequeña ha estado al cuidado de todos nosotros, y luego lo hizo conmigo.

— Es que ahora soy una señora casada — con chulería le comenté, pero ella no parecía sorprendida.

— Apuesto todas las canas de mi cabeza, que tu marido dispone de un amplio personal de ayuda, así que tu no debes de hacer nada.

— Te equivocas, mi marido prefiere no tener personas extrañas en casa, yo me encargo de todo en casa — entrecerró sus ojos en mi dirección, con duda — entre otras cosas — le di dos palmaditas en su hombro para pasar directo al comedor.

Mi papá ya me esperaba sentado, leyendo el periódico, parecía tranquilo.

— Hola, papá — me acerqué a el para darle un beso en su arrugada mejilla.

— Vienes tarde, Adele — a pesar de que dijo esas palabras con molestia me besó la mano.

— Lo siento, me he tomado demasiado tiempo en la ducha — el asintió, no muy convencido.