∆Capitulo 36∆

52 26 7
                                    

Lo había visto, a pesar de que las probabilidades de que eso sucediera, antes de la condenada batalla final, fueran tan reducidas que podría considerárselas nulas, yo lo había visto, había estado con él, aunque sea unos minutos, aunque él no lo supiera.
Sabía que le extrañaba, no sabía hasta qué punto. La sensación que se había formado en mi pecho al verle fue inexplicable, mil sensaciones, mil sentimientos amotinados en un espacio tan reducido como mi pecho. No había que pensarlo mucho para saber que se había producido una presión tal, que por instantes creí que mi corazón explotaría.
A pesar de lo gustosa que me sentía ante el hecho de volver verlo, había dos puntas que rondaban mi cabeza. La primera, como es obvio, era mi reciente y no tan reciente decisión de asesinarlo, pues debía hacerlo, pero no quería hacerlo en lo absoluto.
La segunda era un poco menos obvia, pero casi tan molesta como la primera, esta era el hecho de saber que él se revolcaba con Kashdejan y quien sabe con cuantas otras más. Solamente la idea de sus manos en otra mujer me causaba nauseas, pero no podía cambiarlo, quizás fuera una costumbre, quizás fuera normal, pero seguía sin poder aceptarlo.
Había optado ya a esa altura por dejar de escuchar a mi mente, pues por que entre sus pensamientos retorcidos, y sus ya insoportables pesadillas sangrientas por las noches, enloquecería de un momento a otro si no conseguía controlarlos u omitirlos.
Cuatro días habían pasado desde que le había visto, cuatros días con la imagen mental de él como había sido traído al mundo parado en medio de su habitación. No voy a decir que la imagen me atormentara, muy por el contrario, era bastante gratificante dentro de la gran pulcritud que cubría este lugar.
En esos cuatro días había comenzado una especie de entrenamiento relámpago para poder darle rapidez a mis músculos, por si la trampa para Benjamín no salía tan bien como la imaginábamos y teníamos que recurrir a la batalla.
Rafael y Luvia se habían convertido en mis anclas en aquellos momentos, pues permitían que soñara pero me traían constantemente a la realidad, y se los agradecía muchísimo, pues no era
fácil para mí.
Esa tarde de Jueves me encontraba recostada en mi cama mirando el techo de aquella especie de choza, y realmente tenía la mente completamente en blanco, pues, ya estaba cansada de darle tantas vueltas a las cosas y me había obligado a que así fuera.
Mi madre se encontraba también recostada en su cama, cerca de la mía, pero ella no derrochaba tanto su tiempo. Había conseguido libros en una especie de biblioteca de aquí, del Cielo, y se los
había traído y amontonado a los pies de su cama, por lo que, siempre que no estaba cocinando o paseando por las “fantásticas calles de este lugar”, como ella las llamaba, estaba leyendo sus ahora preciados libros.
-¿Que lees?- pregunte, pues el silencio abrumador me estaba matando en ese punto. Ella despego su mirada de las páginas del libro y contesto.
-Dickens- sonrió- Oliver Twist.
-¿Sociedad hipócrita?- dije yo alzando una ceja ante la temática elegida.
-Bueno, creo que alguien dijo por ahí “cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia” -sonrió abiertamente.
-¿A qué sociedad te refieres mamá?, ¿a la nuestra, a esta, o a la del infierno?- pregunte mirando el techo con clara curiosidad, mi madre parecía fuera de todo, pero siempre sabía lo que ocurría a su alrededor.
-Cariño la hipocresía es uno de los motores del mundo humano, sin ella explotaría- se rio- pero los niveles de esta, en el Cielo son hasta vergonzosos- me miro- todos aquí esconden cosas, todos aquí tienen historia, sin embargo todos fingen ser sumamente felices y extremadamente pulcros, y como si fuera poco, castigan al que por algún viento loco, se le levanta la falda y deja ver las cosas que esconde.
-Lo sé, los he observado- confirme yo.
-Por eso he elegido el libro, me pareció bastante paradójico- explico.
-Buena elección- dije yo.
Y lo era, mi madre siempre había sido una amante de la literatura, y sabía hacer este tipo de cosas, elegir el libro correcto según la situación en la cual estuviera viviendo, yo por mi parte no era tan buena en ello.
Mama volvió a sumergirse en el mundo de Dickens dejándome a mí en aquel mundo blanco que comenzaba ya a enfermarme de los nervios. Di un par de vueltas sobre mi cama y entonces escuche unos cuantos golpes en la puerta.
Con pesadez me levante y camine mientras me desperezaba, y cuando por fin la abrí, mi mandíbula callo al ve quien estaba allí, o mejor dicho quienes estaban allí. Ambas me sonrieron y se
apresuraron a entrar, sin siquiers dejarme procesar la imagen o saludarme. Me hice a un lado y cerré la puerta.
-¿Que hacen aquí?, ¿cómo es que llego hasta aquí?- pregunte incrédula.
-No ha sido difícil burlar las defensas del Cielo para mí- sonrió- una capa de invisibilidad y un coqueteo sutil con los guardias de la puerta y listo- volvió a sonreír.
-Yo hubiera preferido que no coquetearas Luvia- protesto la amante.
-Oh vamos Lili, fue efectivo- sonrió.
-Bueno, eso ya no importa- dije yo-¿qué hace ella aquí?, es sumamente peligroso Luvia, y lo sabes mejor que nadie.
-Es que ella tenía que hablar contigo, y era más fácil traerla aquí que llevarte allá- explico mi guardiana encogiéndose de hombros.
-Vale, me rindo, par de inconscientes-suspire sentándome en un taburete- siéntense- invite y ellas lo hicieron.
-Veras May, había algo que me perturbaba de lo sucedido en casa- comenzó a hablar Lilian- ¿tu atacando a Kelian?, no tenía sentido. Te conozco, se de primera mano que te gusta, que se gustan y me estoy quedando súper corta, pues puedo atreverme a afirmar que se aman -yo la mire sorprendida al escuchar decirlo por ella y mis mejillas se encendieron.
-Yo no hablaría de amor- dije rápidamente interrumpiéndola
-Silencio- regaño ella riendo- no me contradigas porque lo que yo digo es cierto May, se nota- sonrió-bueno, en fin, que no me cerraba, entonces mi querida Luvia me comento sobre tu supremo ataque de celos nivel hija de Dios y lo entendí todo- puso los ojos en banco- sé que sobre eso hay poca cosa que hacer, yo no puedo convencer a Kelian de que no estabas con este bando cuando lo atacaste; te viniste a vivir al cielo e hiciste la declaración que hiciste- suspiro.
-Entonces, si no es posible hacer nada, ¿porque te has arriesgado a venir hasta acá?- pregunte totalmente desconcertada.
-Lo que me trajo hasta aquí es lo siguiente- hizo una pausa- con todo el lio, Lucifer termino rompiendo el trato que mantenía contigo- yo asentí con pena- bueno, como sé que a ti te hubiera gustado conocer cómo es que vive realmente la gente del Infierno, he decidido ser yo quien sea tu guía por aquellas tierras- sonrió.
-¿Porque harías eso?- pregunte frunciendo el ceño.
-Primero porque tú quieres conocer esa realidad, estas mirando todo con un solo ojo si no conoces toda la información, y segundo- sonrió soñadora- pues porque tal vez llegue a convencerte de
cambiar de bando, no sé, es una pequeña esperanza que albergo.
-Pero no es que eso pueda suceder así como así- dije mirándola con pena- en tu bando no me quieren- me encogí de hombros.
-Bueno, llegado el momento, sabrás que hacer- se encogió de hombros- ¿Vendrás conmigo hasta el Infierno?.
-Vaya que escalofriante proposición- dije y todas reímos- si Lili, iré contigo.
-Pero procura cambiarte de ropa, pareces un serafín que toca el arpa con esa toga blanca, las sandalias doradas y la vincha de oro- se escuchó la voz de mi madre, desde el cuarto, quien había estado escuchando todo. Nos hachemos a reír.
-Si mama, prometo vestirme como una mujer- respondí sonriendo.
-Menos mal, no vaya a ser que te vistas de hombre querida- contesto ella divertida y volvimos a reír.
-Bueno, cuídense, yo me quedare aquí con tu madre linda- hablo Luvia- así puedo atender la puerta por si algún guardia viene a molestar por aquí- sonrió.
-Gracias Leuviah, eres la mejor guardián de la historia- sonreí.
-No exageres- dijo y me dio un abrazo.
-Bueno, vámonos de aquí- afirme saliendo del abrazo de Luvia- me pone de nervios que te
encuentren Lilín .
-Ñee, nada pasara- se encogió de hombro y negué con la cabeza.
-De igual forma- sonreí.
Nos pusimos en camino después de que Luvia nos colocara un hechizo de invisibilidad para poder cruzar por las puertas del cielo. Nos movimos con sigilo y en cuanto estuvimos fuera de aquel lugar, nos tomamos de las manos y Lili comenzó a conjurar el hechizo para llevarnos directamente al Infierno.
Oscuridad, vueltas, oscuridad, y luego luz. Ya me había acostumbrado por completo aquella confusión de sentidos que producía un viaje entre mundos, solo que este duro unos segundos más, tal vez porque habíamos atravesado dos mundos y no uno.
Mire a mi alrededor, estaba en una alcoba, decorada con colores chillones, vivos, alegres. Una gran cama en su centro, cubierta con una colcha de color verde manzana. Mesilla de luz, un armario, un escritorio, dos sofás, un equipo de audio, una cómoda y un gato es todo lo que había dentro de aquel dormitorio.
De inmediato caí en cuenta en que este debía ser la habitación de Lili, y cuando la mire ella confirmo lo que yo estaba pensando.
-Primero debes cambiarte- dijo ella- no queremos que llames la atención.
-Si claro- asentí, observando cómo se dirigía al armario y comenzaba a revolver dentro de él sacando cosas y volviéndolas a guardar.
Luego de unos quince minutos de búsqueda, pude encontrar un vestido que me quedara, porque obviamente yo era mucho más voluminosa que ella. Me lo coloque y me coloque un par de sandalias que según ella su hermana Ali se había olvidado en su habitación.
Luego de que estuve vestida, ella se apresuró a que saliéramos de la habitación, que estaba dentro del Palacio Rojo, y nos escabulléramos por los pasillos hasta llegar hasta el exterior del mismo sin que nadie nos viera.
Fue realmente una tarea compleja salir de aquel palacio. Había guardias y personas por todas partes, parecía ser un día especialmente agitado allí dentro, así que tuvimos que apelar a nuestro mayor talento como agentes de espionaje para poder salir de allí.
Una vez que estuvimos fuera, pude respirar nuevamente, por obra del destino habíamos sido exitosas. Y además no nos habíamos encontrado con nadie conocido, en especial con Kelian que podía sentir mi presencia por más que yo me ocultara. Una vez el me había dicho que nuestra conexión era tan grande que con tan solo con concertarse un poco podríamos sentir lo que el otro.
En ese momento no le había creído, pero luego del incidente de hace cuatro días, le creía pues lo había puesto a prueba y había funcionado.
-Ven- escuche hablar a Lili y por supuesto que la seguí- comenzaremos a recorrer parte de la ciudad desde el momento mismo en que los terrenos del palacio se acaban hasta donde nos den las piernas- explico.
-Perfecto- asentí yo y encendí un cigarrillo que traía guardado en el sostén.
Caminamos por un pequeño sendero hasta que comenzamos a encontrar casas y más casas. Al principio pensé que solo serían casas de las familias acomodadas, pues todas eran sumamente bellas, lúgubres tal vez en algunos casos, pero de igual forma bellas.Las casas eran grandes, espaciosas y perfectamente iluminadas, en ellas parecían vivir familias, amilias con tres o cuatro hijos, pues los veías corretear en los patios o si eran un poco mayores, leer sentados bajo arboles u escuchar música en los porches. A medida que avanzábamos las imágenes se repetían, y por el contrario de lo que podría pensarse, esas escenas tan cotidianas transmitían paz.
Había niños por doquier, niños y adolescentes, se notaba que era la hora de salida de las instituciones educativas, pues había hordas de adolescentes regresando a sus casas con sus mochilas a cuestas y montones de madres y padres regresando con sus hijos pequeños de la escuela.
La armonía en aquel lugar era aplastante, pero aquella paz no era rígida y escalofriante como lo era en el Cielo, aquella paz era paz real. Las personas no fingían, eran simplemente felices, hacían chistes, se abrazaban, decían improperios a forma de broma, se reían.
Nada de eso había visto en el Cielo, por el contrario, allí el trato era tan cortés que resultaba frio.Seguimos avanzando y la armonía se repetía, una y otra y otra vez se repetían las imágenes de felicidad ante mí. Personas abiertas, inteligentes, honestas, solidarias, amables, recurrentes, humorísticas y un sin fin más fueron las que me fui encontrando.
Con respecto a las condiciones de vida, que era en fin lo que yo había venido a ver, eran maravillosas, llevábamos ya tres horas recorriendo mil y una callejuelas, todas arboladas, coquetas,
cuidadas, con casas preciosas que variaban en los colores ocres, grises, algún negro y también había visto amarillos y anaranjados con tonos rojos.
Había mascotas, vehículos, transporte público, hospitales, policlínicas, tiendas, almacenes y mucha gente que iba y venía de lo que me parecía que eran sus trabajos. Sinceramente nada de lo que allá vi, era lo que yo me esperaba. Ese mundo le daba mil vueltas a la Tierra y dos mil vueltas al Cielo.
-¿Qué opinas?- pregunto Lili en un momento.
-Que es hermoso- conteste yo.
-¿Vivimos tan mal?- dijo ella divertida.
-Para nada- hable mientras miraba a unos niños corretear por el patio de su casa jugando a lo que yo supuse que era la agarrada o el poli-ladrón.
-No sé qué te imaginabas que verías, pero esto es lo que somos- comento ella mirando también a los niños- así vivimos, y esto es lo que queremos para la Tierra y el Cielo.
-Es maravilloso, no puedo decir más nada- la mire- son muy nobles.
-Tenemos otra forma de pensar, nosotros creemos en la igualdad entre los hombres, somos todos parte de un todo común y vivimos así, en comunidad, todos luchando por sacar a flote la comunidad, pues el bien de todos es también el bien propio- sonrió.
-Sois unos visionarios, y un poco carmesí- reí.
-Bueno, ¿de dónde crees que los revolucionarios de a pie sacaron sus ideas?- me miro.
-Vaya, eso explica por qué son tan perseguidos- hice una mueca al recordarla insistencia de Dios con mantener las desigualdades para poder aprovecharse de ellas.
-Al sistema no le sirve esto Maite, a Dios no le sirve esto- sentencio.
- Eso lo tengo claro- fruncí el ceño al decirlo, estaba enojada conmigo misma.
-¿Quieres que sigamos recorriendo?- pregunto ella, se la veía bastante agotada, no la haría caminar más.
-No, se te ve cansada, demasiado, ¿te sucede algo?- pregunte preocupada.
-Solo no he comido- se encogió de hombros y yo recordé que era una vampiresa y abrí demasiado los ojos- no te preocupes- rio- no tomo sangre humana, solo de res -arrugo la nariz- bueno cuando tomo, la verdad no me gusta la sangre.
-¿Pero no se supone que debes alimentarte con ella?
-Si, por eso soy tan pequeña y flacucha, porque me alimento muy mal- arrugo la nariz y la boca y luego sonrió- soy como una pseudo vegetariana, pero versión vampiro.
-Estoy segura que a Lilith no le agrada mucho eso- afirme.
-Estas en lo correcto.
Con aquella afirmación, comenzamos a caminar de regreso al palacio, donde debía colocarme mi ropa para irme. En el camino, a lo lejos pude reconocer a algunos de los demonios que había conocido en el palacio cuando estuve alojada allí, como a Cimeria, el amante de Sarel, a Minoson, quien era la reina y protectora del juego, o también a Agramon, quien se había ocupado de cuidar de mi madre, y por lo que ella me había dicho, la habla tratado como un total caballero.
Por suerte a pesar de que yo los divise, ellos no nos divisaron a nosotras. Caminamos todo lo rápido que pudimos para que no nos descubrieran, hasta que estuvimos en el parque que circunda a la entrada al palacio. Cuando nos dispusimos a cruzarlo, nos detuvimos en seco, pues unas voces nos sorprendieron. De inmediato nos escondimos dentro de una especie de casilla de vigilancia que había a pocos metros y esperamos.
Cuando logramos divisar de quien provenían las voces, mis nervios se pusieron de punta; allí estaban Kelian y Verónica, caminando hacia nosotras. Lili comenzó a temblar, si la Bestia nos descubría, estábamos en serios, muy serios problemas.
Mordí mi labio inferior y los observe mientras caminaban, parecían estar teniendo algún tipo de discusión, pues podía ver como los ojos de mi Ángel centelleaban de rabia. El parecía no querer escucharla, pero mi amiga, testaruda como era, seguía insistiendo.
Así en ese inescuchable intercambio de palabras siguieron acercándose a nuestra posición, y comencé a respirar aceleradamente ante la idea de ser descubierta, pero por fortuna se detuvieron a algunos metros.
-¡Kelian por el amor de Lucifer, escucha lo que tengo que decirte!- escuche exclamar a Verónica con impaciencia.
-¡Ya te he dicho que no quiero saber nada que tenga que ver con ella!-grito él y yo cerré los ojos, estaban hablando de mí, eso era seguro.
-Es importante que lo sepas Kelian- dijo ella casi en un ruego- debí decírtelo antes, pero estabas demasiado enojado como para escuchar.
-Sigo demasiado enojado como para escuchar- espeto él.
-Por favor Kelian, de verdad es importante- rogó.
-Vale, pero rápido, no tengo tiempo que perder.

Hola holaaaaa!!
Cómo están?
Ya comieron?
Duermen bien?
Bueno, llegó el recorrido, se la jugó Lili!!
Y
Ahora nos queda saber que le va a decir Vero a Kelian, madre mía!
Leo sus impresiones 😎😎

Tres Mundos:El fin de los tiempos. [En Corrección]Where stories live. Discover now