∆Capitulo 35∆

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Rafael, justo Rafael seria quien delatara a esta preciosa niña, ¿cómo podría él ser tan hipócrita?, no tenía autoridad moral para delatar a nadie. La mujer se dio vuelta y su cara se descompuso, sus piernas comenzaron a temblar y algunas lágrimas traicioneras escaparan de sus ojos.
-Isaías, no puedes hacer eso- proteste.
-Sí, podría tomar represalias por no haberme comunicado sobre la existencia de la niña- arrugo la nariz, su tono de voz era extraño.
-Yo, papá, déjame que te lo explique- hablo temblando la muchacha.
Automáticamente mi mandíbula callo, ¿Cuantos hijos tenia Rafael?, aunque era lógico, el tenía casi tantos años como el mundo, no podía haber pasado todo ese tiempo solo. Los quede mirando anonadada, pues ¿qué podría decir?.
-¿Cuándo pensabas decirme Sarel?- inquirió él con tono de reproche.
-No sabía cómo- justifico ella- y tú nunca estas, siempre vas de aquí para allá debido a tu rango y eso- hizo una pausa- ¿de verdad nos delataras papá?
-Claro que no, sería realmente hipócrita si lo hiciera- sonrió- solo estoy enojado contigo por no haberme dicho que soy abuelo- sonrió y se agacho -ven pequeña- fue lo único que dijo y Mariah corrió hasta él y lo abrazo.
-Gracias por no delatarnos papá, pensé que estarías completamente decepcionado- hablo ella bajando la mirada.
-Deberías haberte casado antes de tener un hijo, es lo único que puedo reprocharte- dijo haciendo una mueca- ¿quién es el padre?.
-Oh no me case porque, ¿cómo haríamos eso?, no es que pueda acudir a una iglesia con él- explico-es Cimeria.
-Existe el matrimonio civil- interrumpí yo e Isaías hizo un gesto de que estaba en lo correcto- conocí a Cimeria cuando estuve en el Infierno.
-Yo lo conozco por otros motivos- dijo él- es el general a cargo de las legiones infernales- hizo una pausa- claro, después de Kelian, obviamente.
-Él no es malo papá- afirmó Sarel.
-No estoy diciendo que sea malo, estoy diciendo que no nos llevamos muy bien- hizo una pausa-aunque yo no me llevo muy bien con nadie en el Infierno.
-Si te llevas muy bien con alguien en él Infierno- comente.
-Me interesaría que me ilumines, puesto que no sé de qué hablas- contesto taciturno.
-Verónica está en el infierno- sonreí de costado.
-Pero Vero se quedó allí atrapada- contradijo.
-No, ella no se quedó atrapada, ella eligió al bando infernal que es distinto- dije y apreté los ojos, listo lo había dicho, no había marcha atrás.
-Vaya, bueno, entonces si me llevo bien, por así decirlo, con alguien de ahí.
-¿Quién es Verónica, papá?- pregunto Sarel frunciendo el ceño.
-Mi novia, o algo así, estamos peleados, pero es mi novia- le dijo tranquilamente a su hija con un ademan.
-¿Cuándo pensabas decirme que tenías una sustituta para mama?- dijo ella cruzándose de brazos.
-Sarel, no seas injusta, tu madre murió hace tres mil años- dijo y meció a la niña que estaba por quedarse dormida.
-Yo lo sé, pero- no termino de hablar.
-Hija, yo ame a tu madre, la ame un montón, pero ya no está, y es hora de que reconstruya mi vida-sonrió- además de que te caerá bien Vero.
-¿Eres feliz junto a ella?, ¿Le amas?- pregunto la chica en un susurro.
-Mucho- contesto él.
-Entonces no hay más que decir- hablo ella y él le entrego a la niña ya dormida- se feliz papá, y preséntamela algún día- dijo y luego se despidió para marcharse.
La vi alejarse hasta que desapareció, y ahí fue cuando mire fijamente a Isaías y coloque mis manos en la cadera.
-Dime la verdad, ¿cuántos hijos tienes Isaías Rafael?-lo mire seriamente.
-Por ahora, dos, y ya los conociste a ambos- me devolvió la mirada.
-¿Pensabas decirle a Vero sobre Sarel?- inquirí
-Por supuesto- afirmo- Sarel es mi hija legítima, estuve casado con su madre, era obvio que jamás la negaría.
-Vaya sorpresa se llevara Vero- balbucee.
-Se van a llevar bien- asentí a su comentario- bueno, primero debería llevarme bien yo con ella-suspiro- ahora dime, ¿qué es eso de que mi Vero eligió al otro bando?.
-Mejor vamos, te lo diré en casa.
No pronunciamos más palabra, y caminamos a paso lento hasta la chocita donde me encontraba alojada junto a mi madre. Entramos y cerramos puertas y ventanas, escudriñamos los alrededores y cuando estuvimos seguros de no tener espías, nos sentamos en dos taburetes.
-Dime, ¿qué pasa con Vero?- reinicio el dialogo.
-Es simple, está enojada contigo- conteste- muy muy enojada, te extraña, te necesita y tú no estás porque te ofendiste y ni siquiera la dejaste explicarse.
-Ella me engaño- protesto.
-No, ella fue violada- dije y el rostro de Isaías palideció.
-No bromees con cosas como esas- balbuceo él.
-No bromeo Rafael, así fue, ella no recuerda mucho como fue, pero sabe que la drogaron y la violaron cuando estábamos en Brasil- me mordí un carillo de la mejilla- no debería ser yo quien te diga todo esto, pero no me dejan opción.
-Soy un grandísimo idiota- gimió agarrándose la cabeza.
-Lo eres, no lo negare- hice una pausa- el problema ahora no es solo ese, ahora también la tienes en el bando Infernal, por su decisión -lo mire- Lucifer en persona le ofreció pertenecer al bando
infernal y ella acepto.
-Él debe estar planeando algo- afirmo.
-Lo está, claro que lo está-dije sarcástica- Rafael, él tiene a Verónica, él la tiene, por lo tanto te tiene a ti, es una estrategia genial.
-Lo sé- se mordió el labio superior- pero no puedo hacer nada, absolutamente nada- resoplo- me gano, no haré nada que pueda provocarle más daños- dijo a modo de rendición.
-¿Que harás?-pregunte dubitativa.
-Intentare que me perdone- afirmo.
-¿Cómo harás eso?
-Iré hasta el mismísimo infierno- me miro.
-Te acompañare- afirme.
-Lo sé- confirmo y nos miramos por unos segundo realizando un pacto- iremos al infierno luego de vencer a Benjamín
-Con respecto a eso, ¿cuándo nos pondremos en movimiento?- pregunte- cada día que pasa son decenas de vidas perdidas.
-En ocho días nos pondremos en movimiento, solo necesitamos ocho días más para pulir el plan-comunico.
-¿Y cuál es el plan?- pregunte temerosa de lo que podría escuchar.
-Una embocada- sonrió
-Explícate- pedí
-Estamos trabajando justamente con Cimeria en esto- comento- el plan es así, buscaremos un lugar alejado de la ciudad para evitar destrozos, ahí iras tu escoltada por una pequeña patrulla de demonios.
-Seré una carnada, ¿Verdad?- dije alzando ambas cejas.
-Exactamente- sonrió- ellos le mandaran una misiva para decirle que te han capturado y que quieren entregarte a sus manos, entonces el lugar de entrega será el que ya te comente- explico-él no es tonto, y se asegurara que no haya más demonios custodiando, pero, lo que no podrá notar es el portal abierto en el cielo, donde los ángeles estarán prontos para caerle sobre su cabeza-sonrió-
dudo que pueda salir victorioso.
-¿Que harán con el cuándo lo atrapen?- pregunte frunciendo el ceño.
-Darle muerte, a eso está condenado- tomo aire, yo sabía que esto le dolía en el alma, podía comprenderle, por más cretino que fuera, era su hijo.
-¿Estarás bien?- pregunte mirándolo a los ojos.
-Lo estaré- sonrió- no te preocupes por mi.
-Vale, no lo haré- sonreí- ¿Rafael?
-Dime- me miro.
-Gracias- sonreí.
-No hay de que- sonrió y luego se paró- debo irme, tengo mil asuntos que resolver- puso los ojos en blanco- oye, dile a Luvia, que a través de Lili, le haga llegar a Verónica que la amo y que pido su perdón, ¿lo harás?.
-Claro, pero, ¿tú sabes de Luvia y?- ahí termine la oración.
-Claro, un día iba para tu casa, y las vi juntas en tu sala, todo cerro- sonrió de costado- al menos me alegra que Luvia sea feliz por fin.
-Sabes, eres todo un misterio- comente- ¿para qué bando juegas?- fruncí el ceño.
-Ese es el problema, tal vez no juego más, tal vez ya no quiero que haya bandos- Suspiro- estoy harto de esta guerra Maite, realmente harto.
-Finges muy bien sabes, todo este tiempo pensé que eras un guerrero inquebrantable del bando celestial- sonreí de costado.
-Solo debía guardar ciertas formas, si pasaba desapercibido, no pondría en riesgo la vida de Ben, a causa de una investigación, pero ya a esta altura- suspiro- me importa una mierda- hizo una mueca.
-Eres noble, muy noble- afirme.
-Gracias.
Fue lo último que dijo, y luego se marchó. Automáticamente mi cabeza empezó a darle vueltas a toda la información que había recibido en las últimas horas. Era hasta escandaloso, Rafael tenía una hija y una nieta, no estaba a favor de la guerra y aún mantenía su intenso amor hacia Verónica, todo eso oculto bajo la fachada de la gran posición dentro de la jerarquía del ejército celestial que mantenía.
Era una locura, alguna vez creí conocer a este arcángel, pero realmente ya no sabía que esperarme; pero de algo está segura, tenía un aliado más en quien confiar.
Quién lo diría, aquel chico que tanto me perturbaba, que quería apartar del lado de mi mejor amiga a toda costa, unos meses después se había vuelto uno de mis mayores aliados.
¿Aliados para qué?, se preguntaran, aliados para sobrevivir a esta guerra, tratando de que los daños colaterales sean los menores. Yo no tenía oportunidad de cambiar mi futuro, mis acciones me habían condenado al bando celestial, y ahora debía luchar para mi padre. Pero aun así, eso no implica que no luchara para que la guerra se terminara en cuanto antes y con el menor derramamiento de sangre posible, claro si eso era una opción.
Recordé lo que Luvia me había dicho, según ella Kelian me quería, pero yo realmente dudaba que
eso fuera cierto a esta altura, puede que algún día haya sido real, pero todo había cambiado sin
más.
Me dolía, me dolían mi errores, mi estupidez, todo. Mis decisiones habían sido las incorrectas, o tal vez no, tal vez como yo lo había afirmado delante de él tantas veces, estábamos destinados a ser enemigos mortales.
Sabía cómo tenía que acabar esta guerra, debía eliminar a la Bestia, debía matar a Kelian antes que el derramamiento de sangre comenzara. Si yo ganaba antes que los bandos chocaran, no habría enfrentamiento, nadie más moriría, el mundo seguiría igual, pero no significaría la extinción de uno de los bandos, debía hacer un sacrificio, decía mi profecía, y sabía cuál era, debía matar mialma, en el momento que le diera muerte a Kelian.
Mire por la ventana, taciturna, tenía hambre, mi madre preparaba la cena. Espere, pues no me quedaba de otra, mi única opción ahora mismo era esperar. Esperar la cena, la emboscada, la muerte de mi amado, esperar, solo esperar.
El sol se puso, o algo así, de lo único que estaba segura era de que la noche se había erguido en el cielo de aquel Cielo. Me senté en la puerta de la pequeña chocita, taciturna, esperando a que de
algún lado me vinieran poderes sobrenaturales, o la iluminación cósmica que me permitirán saber cómo parar la guerra, no como ganarla, si no como pararla.
Sabía que era imposible, Lucifer no se sumiría ante Dios, y Dios no se rendiría, no lo haría porque simplemente es él, el amo de todo y de todos, tiene el poder para no rendirse, menos ahora, que me tiene a mí.
Sentí un escalofrió, como aquellos que sentía cuando estaba en la Tierra y Kelian me acechaba convertido en aquella sombra negri-roja. Negué con la cabeza, le extrañaba tanto que mis sentidos comenzaban a alterarse.
Daría lo que fuera por ver los ojos rojos de aquella figura infernal, que había resultado ser solo el disfraz de la Bestia para jugar a los detectives. Pero sabía que era imposible, rotundamente
imposible. Él no estaba aquí, él no podía entrar al cielo, él estaba muy lejos de mí, tanto en cuerpo como en alma.
Sentí mis lágrimas caer, estaba harta de toda mi vida, de todo lo que sucedía en ella, estaba harta de mis malas decisiones, ¿quién me mandaba a mí a celar cuando no tenía derecho a nada?, yo misma le había despreciado.
Le había dicho la verdad, había y hay una parte de mí que lo odia, que es una parte comandada por mi sangre. Pero el resto de mí, el resto de mi cuerpo y de mi alma, lo amaba hasta el último
centímetro, y ahora lo había perdido.
La brisa nocturna se agito, y como una leve caricia rozo mi rostro, secando las lágrimas en el acto.
Cerré los ojos, el toque del viento se sentía demasiado cálido, conocido, familiar, demasiado familiar para ser real.
Abrí los ojos como platos, la gargantilla en mi cuello estaba caliente, muy caliente. Subí mi mano hasta le dije y lo apreté entre mis dedos como ya me estaba acostumbrando a hacer.


Un cuarto oscuro, ya había estado aquí antes. Gire sobre mis talones, pude reconocer la habitación, pero ¿cómo había llegado hasta allí?. Mire el medallón que colgaba de mi gargantilla, este brillaba en un intenso color rojo, demasiado rojo.
Escrute la habitación nuevamente, no había nada allí además de las características rosas rojas.
“Conocimiento”, pensé para mí, el medallón proporcionaba conocimiento, y eso estaba haciendo ahora.
Yo deseaba saber de Kelian, deseaba verle, y el medallón me había trasladado a su habitación, de alguna manera. Me detuve frente a una rosa, pero cuando fui a tocarla, no pude, yo no era corpórea,
yo estaba ahí como una proyección de mi ser.
La puerta del baño se abrió, y por el amor de Dios, Kelian salió por la puerta, salió por la puerta con
solo una maldita toalla amarrada a la cintura. Mi pulso se agito, y observe perpleja y extasiada, como él se acercaba a la cama.
De un momento a otro se detuvo, miro a su alrededor y frunció el ceño. “¿Hola?”, pronuncio, había detectado mi paresencia, pero no podía verme, no había forma de que pudiera hacerlo. “Sé que hay alguien ahí” volvió a hablar y a mí se me escapo una risita.
Sus hombros se tensaron y sus pupilas se dilataron, “Lo sabía, sal de donde estés”, me había escuchado, no podía verme pero si escucharme. Me acerque a él y rose mi mano en su mejilla, nada, nada sucedió, no podía tocarle.
Mordí mi labio, haría alguna travesura, tenía que divertirme, aunque sea un rato. Invoque mi magia, la magia es parte del alma, por lo que no se necesita el cuerpo para trabajar con ella. La invoque y provoque una leve brisa, lo bastante fuerte para cumplir su cometido, arranque la toalla de Kelian de sus caderas y la aventé al otro lado de la habitación.
Él se sobresaltó y miro a todos lados, pude ver como terminaba de tenzarse, “¡Qué demonios!”, le oí exclamar. Por mi parte yo ahogue un grito al verle completamente desnudo, el corazón se me acelero y mis piernas temblaron. Sentí como mi temperatura corporal aumentaba, y no era para menos, el era perfecto, sumamente perfecto en todo los sentidos.
Mi corazón comenzó a latir demasiado fuerte y trague saliva, él estaba mirando hacia la dirección en la que me encontraba, me había ubicado. Estrecho los ojos y se me acerco, sin saber a quién se acercaba, “¡puedo escuchar su corazón, sé que está ahí, déjese ver!” exclamo él y yo temblé, sin embargo no me aleje.
Coloque mis invisibles e insensibles manos sobre su pecho, como si pudiera tocarle, y lo mire fijamente a los ojos. Comencé a respirar sonoramente para que él pueda escucharme, y así lo hizo,
y se tensó.
Me acerque a su oído y solamente susurre, “Me gustas muchísimo más sin ropa” y él se sobresaltó, sus ojos quedaron como platos y miro a su alrededor. “¿Maite?, ¿May?, ¿eres tú?, joder si eres tu deja tus bromas”. Vi en su cara un conflicto de emociones, vi tranquilidad y miedo, vi odio y amor, una parte de él quería que fuera yo y otra odiaba esa idea.
“Te quiero”, susurre a su oído y vi como un escalofrió lo atravesaba, “Eres tú, lo eres”, susurro agarrándose la cabeza y cayendo al suelo de rodillas para comenzar a llorar. Estaba claro lo que
sucedía, el creía estar quedando loco.
Todo se volvió oscuro, y nuevamente me encontraba sentada en el umbral de mi choza en el Cielo.

Hola!!
Cómo están?
Ya comieron?

Bueno, que tal el nuevo poder de May? Perturbador?

Por cierto, cómo ven la evolución de Rafael? Ya hasta es un pibe piola jeje.

Las leo 😎

Tres Mundos:El fin de los tiempos. [En Corrección]Where stories live. Discover now