∆ Capítulo 33∆

62 30 3
                                    


Sus pequeñas manos se aferraban a mí y yo sollozaba. No era un llanto escandaloso, por el contrario, eran sollozos casi imperceptibles, lentos y pausados. La dulce Vero me dejo llorar, ella sabía que no me repondría si no lo hacía, y era sabia, muy sabia.
Habría pasado apenas diez minutos así cuando me comencé a calmar. Ella, tomo mis manos y me ayudo a ponerme en pie, para luego, a paso lento, dirigirme hasta mi cama, donde me senté con la mirada fija en la pared.
-¿Porque que estas así May?- pregunto ella con su tierna voz- ¿qué paso?.
-Nunca me había sentido tan poderosa- dije sin responder a sus preguntas- Sentía el poder del cielo correr por mis venas- sonreí.
-Oh, bueno, magnifico, ahora ya no te quejaras de ser una simple mortal- se encogió de hombros- pero ahora dime que sucedió.
-Kelian sucedió, siempre es Kelian- dije mordiéndome el labio.
-Él ni siquiera sabía dónde estabas-hizo una pausa- esta mañana cuando me levante y vi que no estabas de inmediato pensé que estabas con él o con Belial, sin embargo, cuando me disponía a salir, entro Kelian con los ojos como platos y la respiración entrecortada a la voz de “May, May, ¿estás bien?”, ahí yo le explique que no estabas, y de inmediato fuimos con Belial, con quien tampoco estabas- suspiro- el presentía que andaba algo mal contigo, y lo confirmamos cuando no aparecías en ningún lado- me miro a los ojos- apareciste diez kilómetros fuera del palacio, en un campo militar Maite- afirmo mirándome seriamente.
-Vaya, no sabía que había ido tan lejos- balbucee.
-¿Que paso?- repitió la pregunta.
-Yo pelee con Kelian ayer- dije mordiéndome el labio superior- y anoche lo encontré con otra, y bueno, yo- deje escapar un gemido de frustración- soy patética.
-¿Celos?, ¿todo esto por celos May?, ¿de verdad?- rodó los ojos- realmente son insoportables ustedes dos; porque mi situación con Isaías es complicada, pero ustedes, no, ustedes se llevan el Oscar, la puta madre- exclamo ella.
-Vaya, gracias- escupí cruzándome de brazos.
-Cójanse y déjense de joder- dijo tirándose en su cama, frustrada.
-El no quiso, no conmigo, sin embargo con ella si- solté.
-Stop- exclamo levantándose de la cama- ¿se acostó con otra?- asentí- bien- apretó los labios- ¿no quiso acostarse contigo?- negué- ¡vaya cabrón!.
-Ves- me cruce de brazos- debo salir de aquí- afirme.
-May, el mundo está plagado de nephillims buscándote- suspiro- ayer en la visita que me hizo Lucifer, me dijo que Benjamín se ha vuelto así como un líder de la revuelta nephillim- hizo una pausa- te están buscando.
-Entonces quiero irme al cielo, allí estaremos a salvo- asegure.
-Cuando puedan comunicarse con el cielo, te lo harán saber- aseguro- yo por mi parte me quedare aquí May.
-¿Qué?- pregunte incrédula.
-Como lo has oído, me han ofrecido formar parte de este bando, y yo he aceptado con mucho gusto.
-Pero, pero si tú eres humana- vocalice incrédula.
-Lo soy, pero también soy un arma, un escudo y un medio de extorsión- se encogió de hombros-mira Lucifer ya sabe que tú has elegido al bando de los cielos, de igual forma te intentara convencer de que desertes – se encogió de hombros- pero si aun así no lo haces, necesitan ases bajo la manga- sonrió ampliamente.
-Te usaran contra Rafael, ¿verdad?- pregunte y ella asintió con seguridad- vaya Vero, jamás habría pensado en que te convertirías en una pieza de esta guerra- suspire- respeto tu elección- extendí mi mano y ella la estrecho.
-Si quieres irte, puedes irte, pero sería decoroso que esperes a que el Diablo te de la recorrida- se encogió de hombros.
-Lo haré- dije en tono firme.
A penas termine de hablar, Belial entro en la habitación, disculpándose por interrumpir, y me animo a que tomara un baño, y así lo hice. La diablesa preparo para mí un hermoso vestido negro que dejo sobre mi cama, junto con un par de zapatillas del mismo color. Cuando salí me coloque aquello con gusto y la nana de Kelian arreglo mi cabello.
En ese ínterin, Vero también se bañó y vistió, pero ella con un hermoso vestido rojo, y salió de la habitación acompañada por Aísa, quien la vino a buscar para reunirse con sus hermanas.
-Qué extraño que no me han invitado- comente frunciendo el ceño apenas salieron por la puerta de la habitación y encendí un cigarrillo.
-Oh, es que el niño quiere hablar contigo querida- comento dándole los últimos retoques a mi peinado- está preocupado.

-Dile que ni se moleste en venir-espete- no deseo hablar con él.
-¿No deseas hablar con quién?- una voz masculina resonó dentro de la habitación y de inmediato supe de quien se trataba.
-Contigo- espete dándome la vuelta para enfrentarlo, y vi por el rabillo del ojo como Belial se desvanecía de la habitación.
-Pero yo si deseo hablar contigo- me miró fijamente- ¿Que carajos hacías a diez kilómetros del palacio Maite?.
-Eso a ti no te importa- me cruce de brazos.
-Claro que me importa- afirmo acortando la distancia entre nosotros, provocando que hubiera apenas un metro de separación- estabas inconsciente, casi muerta y tirada en el barro, ¿cómo llegaste hasta ahí?, ¿fue alguien?.
-No, fui yo, yo llegue hasta ahí porque se me dio la gana- conteste apretando los puños, empezaba a sentir como corría mi poder dentro de mí, era algo nuevo, y se encendía cuando él estaba cerca. Por suerte no fui la única que lo noto, pues él retrocedió un paso.
-Veo que se han activado tus dotes- hablo apretando los dientes.
-¿Pensaste que sería una niñata indefensa por siempre Bestia?- dije en tono burlón, y él se estremeció al escucharme.
-Siempre supe que serias una traidora- gruño.
Y en ese momento, lo ataque. Si lo ataque, le aseste una patada en el estómago que le hizo tambalear. En ese momento le vi por primera vez transformarse, su cara quedo completamente roja de furia, y sucedió algo que me sorprendió, desplegó un par de enormes alas negras que me hicieron estremecer. Se abalanzo hacia mí, asestándome un golpe bajo la mandíbula.
Temblé, pero no caí. Volví a arremeter, esta vez con una envestida de magia que lo hizo volar contra una pared. Gruño, y una bola de fuego me envolvió incendiando mi vestido. Grite intentando apagarlo y le aseste un puñetazo en las costillas cuanto se acercó a mí, robándole el aire en el acto.
Callo, pero se levantó de inmediato. Logre apagar las llamas, que habían provocado que apenas quedara ropa sobre mi cuerpo. Paf, la magia oscura me golpeo, haciéndome caer de rodillas; no me quede atrás, conjure un hechizo, un rayo de magia se clavó en su hombro, provocando que un rio de sangre emanara de él.
“¡Ah!”, grite, un puñal se había clavado en el costado de mi vientre. Brillo, apareció una espada en su mano cuando él se levantó, no me quede atrás, invoque una espada. Nos miramos fijamente y arremetimos uno contra otro. Blandí mi espada con gran soltura pero esta fue glacialmente bloqueada. Deje escapar un grito y las espadas volvieron a chocar una contra otra. A esa altura nuestros ojos ya estaban inyectados en sangre y la respiración era demasiado agitada.
Retome fuerzas y logre con un par de movimientos dar una estocada al costado de su vientre, rasgando su camisa y provocado un pequeño rio de sangre. De igual forma, yo no salí ilesa, ya que acto siguiente, el blandió su espada alcanzándome en mi hombro derecho y apuñalándolo.
Grite y retrocedí un paso, para automáticamente bloquear otro ataque de su parte. Comenzamos a movernos por la habitación, blandiendo nuestras espadas en un frenesí, sin detenernos, y de vez en cuando provocando algún corte en el contrincante.
Choque, puñalada, grito, y nuevamente repetición, pero no duro mucho, pues de alguna manera esgrimimos nuestras espadas de tal forma que ambas chocaron y se nos salieron de las manos. Quedamos frente a frente, con la respiración agitada, bañados en nuestra propia sangre, y a esa altura, los dos ya semi desnudos.
Pero no veíamos nada de eso, solo nos mirábamos fijamente, con odio. Si alguna vez nos quisimos, no se notaba, en aquel momento ya no éramos aquellos dos chicos que jugaban a dormir juntos. Ahora éramos enemigos mortales.
Un revuelo se escuchó, y varios demonios entraron a la habitación. Lucifer, quien acudió con ellos palideció al ver la escena y ordeno a Gomory, Lilith y Asmodeus apresarme, y a Belial, a Alouqua y a Azazel a controlar a Kelian.
De inmediato los demonios cumplieron con sus órdenes, y atraparon nuestras manos tras la espalda. Vi como a él solamente le sujetaban y le obligaban a sentarse, obviamente contra su voluntad.
Pero a mí, a mí me esperaba un destino completamente distinto. Me colocaron una especie de esposas de magia negra, me obligaron a bajar la cabeza, y me sacaron de aquella habitación.
Caminamos por pasillos oscuros, muy oscuros, descendiendo escaleras y más escaleras, hasta que nos detuvimos, me empujaron dentro de lo que parecería ser una mazmorra y cerraron la puerta
con llave, para luego desaparecer.
La adrenalina comenzó a abandonar mi sangre, la magia que me daba los poderes desapareció, y un abrir y cerrar de ojos, me encontré a mí misma, en la completa soledad, en el lugar más oscuro que había visto en mi vida. Estaba temblando de frio, desnuda y con heridas abiertas y sangrantes, que me punzaban a no más poder, eso sin contar las múltiples quemaduras.
Quise llorar pero no pude, no tenía con que, había llorado tanto que mis ojos eran incapaces de producir si quiera unas lágrimas más. Me acurruque contra un rincón con gran dificultad, a esa altura ya me había percatado de varias heridas de gran profundidad, que si no eran tratadas podrían simplemente provocarme la muerte.
La pérdida de sangre, el frio y la conmoción provocaron que lentamente fuera perdiendo el conocimiento hasta que me desvanecí por completo.
No sé cuánto tiempo se sucedió al momento que yo me desmaye, pero al volver a despertar, aun me encontraba abandonada a mi suerte en el suelo de aquella mazmorra, sola, pero mis heridas habían coagulado, por lo que para mí fortuna, ya no perdía más sangre.
Me acomode con dificultad para sentarme de forma decente, cuando escuche unos ruidos, que rápidamente descubrí que eran pasos. Un minuto después más o menos, una bandeja que supuse que contendría comida fue deslizada por un hueco de la puerta.
-Maite, no puedo demorarme mucho- dijo la aguda vos de Lili- pero quiero que sepas que no estás sola, estoy contigo a pesar de que sea una mierda lo que hiciste- hizo una pausa- hablare con tu
guardiana, te quiero linda- a penas termino de hablar, escuche sus pasos alejarse de mi celda rápidamente.
Sonreí, al menos no había sido abandonada a mi suerte. Ella tenía razón, había metido la pata hasta el fondo, ¿cómo se me iba a ocurrir atacarlo?, ¿en que estaba pensando?, era realmente una idiota por haberlo hecho. Estaba más que claro que no tenía oportunidades de ganar, no ahí, no en el infierno.
Me acerque a la bandeja y palpe su contenido. Una sopa caliente, una cuchara y un jarrón con un poco de agua, y a un lado algo que parecía ser un ungüento. Me encogí de hombros y tome la sopa, no podía hacerme la exquisita y no comer.
Luego de terminar, y con dificultad, me quite los restos de la ropa que tenía adherida a mi cuerpo, provocándome varias veces gritos de dolor, pues parte de la tela se había adherido a mi piel y debía arrancarla.
Dos horas de sufrimiento me llevaron concluir esa tarea, y luego tome el ungüento y me lo coloque sobre las heridas más profundas. Culminada esa tarea volví a acurrucarme en un rincón y me quede mirando la oscuridad por horas mientras tiritaba de frio, y por supuesto de incomodidad y agónico dolor.
Los siguientes tres días dormite, tirite y espere a que Lili me trajera buenas noticias, pero era en vano. Notaba como algunas de mis heridas comenzaban a infectarse, ya que su dolor era punzante y caliente.
La desesperación comenzaba a apoderarse de mi mente, y empecé a figurarme que jamás volvería a ver la luz, que fallecería allí, olvidada en una mazmorra.
No sé qué hora del cuarto día serian cuando escuche unos pasos distintos a los de Lili acercarse a mi celda. Me tense, y el miedo se apodero de mí por completo. Comencé a temblar, por mi mente pasaba solo una idea, “me van a matar”, pero al abrirse la puerta, el rostro que iluminaba el candil que traía aquel visitante me infundio todo, menos miedo.
-Papá- susurre comenzando a llorar y él se apresuró a alcanzarme y abrazarme delicadamente para evitar herirme aún más.
-Hija, mi pequeña hija, estas bien- susurro contra mi pelo.
-¿Qué haces aquí papá?-pregunte temblando.
-Es una larga historia- aseguro mi padre- tu amiguita vampiro se puso en contacto conmigo, pues creo que tu guardiana le dijo que debía hacerlo- explico- le vendí mi alma al Diablo para obtener tu
libertad pequeña- dijo con los ojos apagados.
-No papá, dime que no has hecho eso- solloce.
-Preciosa, estuve ausente toda tu vida, te negué la posibilidad de crecer completamente feliz, ahora déjame redimirme- sonrió débilmente- vamos, el viejo Lucifer no esperara demasiado- susurro y me ayudo a levantarme.
Lentamente comenzamos a recorrer las escaleras de regreso a la planta principal del Palacio Rojo, demoramos cerca de una hora en subirlas, puesto que mi condición física no era la adecuada, y la de Gonzalo no era brillante tampoco.
Cuando salimos, desembocamos en aquella galería que me había recibido la primera vez que baje al Infierno, y allí me esperaba una comitiva de demonios entre los que se encontraban Lucifer y su hijo, quien se veía casi completamente recuperado, pulcro y fuerte, vestido de manera elegante y prepotente, como nunca antes le había visto.
Yo a su lado era una triste cucaracha, estaba completamente desnuda, sin nada que me cubriera, herida y quemada, con horribles deformaciones de mi piel en todo el cuerpo provocadas por el fuego y con el pelo enredado y ensangrentado. Básicamente era un asco de apreciar y estaba completamente expuesta al ridículo, un ridículo que me merecía.
Oí a Belial dejar escapar un alarido de horror, tal vez al ver mi aspecto, tal vez porque iba completamente desnuda, pero de inmediato se abalanzo sobre mí, cubriéndome con el chal que ella traía puesto. Pude respirar, no quería que se me contemplara más de aquella manera y la diablesa había sido mi salvadora.
Me aferre a aquella prenda de ropa, como si de mi vida se tratara, y mire con altanería y orgullo a mis rivales. Lucifer dio unos cuantos pasos hacia el frente, su semblante era serio, su cara no dejaba
entre ver ninguna emoción, listo para matar en cualquier instante, en ese momento, realmente parecía el Diablo.
Lo mire seriamente y el me sostuvo la mirada hasta que estuvo de pie a escasos dos metros de mi persona.
-Belial, vuelve a tu lugar- ordeno en un tono firme y ella bajo la mirada y volvió a su lugar, que era a la izquierda de la Bestia- es una lástima que todo allá acabado así, admito que te sobrestime, craso error, no eres más que otra soldado del cielo, traidora y embustera-escupió las palabras- tu farsa se terminó aquí.
-Esto acaba de comenzar- sisee y pase mi mirada del padre al hijo- ¡te matare!, ¿Me oíste Bestia?, te matare de la forma más cruenta que se me ocurra- amenace y vi como los ojos de Kelian se ensombrecían ante el reto.
-¡Basta ya!- vocifero Lucifer.
Dos segundos después, me encontraba parada en el medio de la sala de mi casa, confundida, mire a mí alrededor, y me encontré con las miradas sorprendidas y preocupadas de mi madre, Leuviah, Rafael, Anauel y Gabriel. Al verlos comencé a llorar, y mi ángel guardián se apresuró a abrazarme junto con mi madre. Me llevaron al sofá y me dejaron sentar.
-¿Que te ha pasado?- pregunto Isaías agachándose a mi lado.
-Hola a todos- sonreí como boba- pensé que jamás os volvería a ver- solloce y mi madre me estrecho contra su pecho, cuando pude retomar la calma tome aire y hable- ¿Alguien me trae una manta o algo con que taparme?.
-Por supuesto- oí decir a Anauel y entonces el pelirrojo corrió a mi habitación y luego de unos segundos regreso con una de mis mantas rosadas, Luvia me ayudo a taparme y luego hable.
-Respondiendo a tu pregunta Rafa- dije mirándolo- tuve el mal impulso de atacar a la Bestia en su territorio- hice una mueca.
-¿¡Pero tú estás loca!?- exclamo Gabriel.
-Lo sé, perdón, fue una mala idea- suspire- de igual forma terminamos empatados, ninguno gano, solo que él contaba con el poder de encerrarme en una mazmorra y negarme la recuperación, es por eso que tengo este aspecto- explique.
-Vaya, preciosa, no vuelvas a hacer eso nunca- pidió Luvia y yo asentí.
-Podría reprocharte por horas, pero ahora debemos sacarte de aquí- hablo Rafael- los nephillim siguen atacando la Tierra, y esta casa está vigilada, no es seguro que te mantengas aquí.
-¿Hay algún plan para detenerlos?- pregunte mordiéndome el labio ante la idea de encontrarme nuevamente con Benjamín.
-Sí, lo hay, pero necesitamos que te recuperes para poder llevarlo a cabo- informo Gabriel- eres parte clave del mismo, pero tienes que empezar el tratamiento lo antes posible- aseguro mirando hacia el cielo.
-Mi madre, ¿vendrá con nosotros?- pregunte mirando a mi pobre madre que ya poco entendía de todo esto.
-Por supuesto- afirmo Luvia con una sonrisa- la hemos excusado del trabajo y le hemos dicho a la amilia de Vero que se pase por la casa de vez en cuando- hizo una pausa- por cierto, ¿Dónde está
Verónica?- pregunto y vi como los ojos de Rafael brillaban de preocupación. ¿Realmente les contaría la traición de Vero?

Hola Hola!!
Cómo están?
Bueno, mejor tarde que nunca!, Sepan disculpar la demora, estaba enfermita 😕

Bueno bueno, ya que se fue el balde, que se vaya la cadena!!
Que opinan de Maite? Ya está kuku?
Las leo 😎

Tres Mundos:El fin de los tiempos. [En Corrección]Where stories live. Discover now