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Bakugo había salido a comprar algunos ingredientes faltantes que su madre le había dicho que faltaban en el refrigerador, la bruja le había dicho que debía comprar cada una de las cosas pedidas y que si llegaba a gastar el dinero es estupideces lo golpearía, la maldita vieja lo veía como un estúpido, eso no le importaba, era su madre y estaba bien con eso ya que no era relevante si el mismo sabía su propio valor, continuo con sus pasos relajados, cruzandose con gente es su camino, meros extras que no le importaba, a la distancia vio a dedos, parecía un poco deprimido después de lo ocurrido con su madre como ama de llaves en la casa Todoroki había disminuido su actividad, era débil, continuo con su camino, llegó a la pequeña tienda de abarrotes por la despensa, busco entre los pasillos la salsa de soya, la pasta, las cebollas y otras cosas que necesitaría, tomo lo que necesitaba y fue a la caja de la tienda, un compañero de la escuela atendía esa noche.

— Buenas noches — el extra saludo, había un aura deprimente en él, no lo saludaría.

— Makoto, ¿cómo estás? — un extraño llegó por un lado vestido con el uniforme de la tienda, era el amigo de Makoto Chiba el actual cajero, se percató que le faltaban algunas cosas y se alejó de la caja.

— creo que es muy obvio — sonaba fastidiado, pero no tenía la intención de escuchar una conversación de desconocidos, no era una de sus vecinas.

— hombre deberías dejarlo ya —

— no puedo —

— ya pasaron meses desde su fallecimiento, solo olvídalo por favor — el otro le decía suplicante.

— ¡Cállate! ¡Ella fue asesinada por ese maldito inútil! De eso estoy seguro — a pesar de estar lejos podía escucharlos aún.

— ¿Que puede hacer un sin particularidad como el? Abre los ojos, ella fue asesinada por alguien diferente, alguien con un don de navajas, la policía lo dijo — sabía de qué caso hablaban, de la extra que siempre chupaba una paleta y que también abusaba de Izuku, aquella idiota que se dejó matar en un callejón, el maldito que no podía aceptar que Izuku era un inútil y un miedoso que no mataría ni a una mosca, el idiota que creía que Midoriya era un asesino era el novio de la chica paleta.

— se que fue el… —

— deja esa puta obsesión — el chico se fue de su lado y el aprovecho para volver a la caja a pagar sus cosas, el cajero hizo lo pertinente y él pudo salir con los productos dentro de una bolsa de plástico, estos meses habían pasado muchas cosas, cosas con las que se sentía abrumado, no necesitaba pensar ahora, dentro de unos días sería el examen a la UA se convertirá en un héroe y continuará con su vida, se volvería el número uno y nadie se lo impediría, estaba listo para tomar al toro por los cuernos, ser el mejor en todo para aplastar a sus futuros compañeros de clase, ningún villano le haría frente, está preparado, más que preparado en realidad estaba listo, camino a casa con una sonrisa triunfante.

Cuando creyó que nada saldría mal chico en medio del camino con un idiota, callo de nalgas al suelo, la comida afortunadamente no se había dañado, se paro sobre sus pies, estaba molesto, habían interrumpido su pequeño momento de gloria, miro al causante de su caída, se fijó en un extra de apariencia desalineada, parecía mayor.

— fíjate por dónde caminas idiota — su voz era ronca, ¿Quien cree que es para responderle de esa forma?

— fíjate tú pedazo de mierda — la contestación no pareció gustarle al chico de aparentes veinte años de edad, le dirigió una mirada irritada color carmín.

— deja de ladrar maldito pomerania —

— ¡no me jodas cara de mierda! — chasqueo la lengua, al otro no pareció importarle.

— quítate de mi camino — la mano del extraño cayó sobre su cara y lo empujó hacia atrás, casi vuelve a caer pero pudo golpear el brazo del extraño — basura — escupió antes de irse.

Estaba enojado, pero no valdría la pena gastar su tiempo con el desconocido cabello de chicle viejo, siguió su camino solo que esta vez ardía en furia, volteó su mirada al extra quien ahora caminaba al lado de otra persona, de cabello negro y leve destello violeta, genial, se había cruzado con el típico niño Edgy o emo, no necesitaba perder el tiempo, se fue retomando su rumbo.












Inko estaba desesperada, lo había arruinado en grande, otra vez, cuando está vez parecía que podría mantener su empleo tuvo que estropearlo todo, ya no sabía qué hacer, se sentía cada vez más atormentada, era una estúpida, una gran y malditamente estúpida, ¿Cómo pudo dejarse llevar por el alcohol? Se supone que debía de ser una mujer fuerte pero lo único que había demostrado ser es que era patética, ¿Que ha estado haciendo todo este tiempo?, Desperdiciar el dinero en vodka barato, dinero que pudo haber ahorrado, pero era tan estúpida para pensar en el futuro, era una inútil, inútil, no servía para nada, lo único que podía hacer era murmurar sobre su inutilidad, pero no podía controlar estás ganas de beber, ella tenía un problema pero no tenía los recursos para lidiar con él, no podía ir y endeudarse porque no estaba en posición de hacerlo o de pagar algún servicio que la ayudara a lidiar con su alcoholismo, jamás debió ir a un bar la noche del funeral de Hisashi, ese día se convirtió en su perdición, reemplazo la comida a su organismo por alcohol, dando poco de comer a si misma.

No podía rendirse ahora, tenía a su hijo, todavía debía trabajar por él, como ama de llaves, como mesera, como secretaria incluso como barrendera, cualquier empleo estaba bien, pero los puestos y servicios cerca de su residencia no estaban dispuestos a contratarla, era obvio porque, era tan problemática llegando al punto de ser reconocida por los empleados y jefes que daban empleos, cuando ella se presentaba para ellos era una opción con un gran sello de un rotundo no, lo único que podía hacer por ella y por su hijo era salir de su caparazón de miseria y ir aún más lejos de dónde vivía en busca de un lugar que requiriera de trabajadores, sostuvo su bolsa con fuerza, si iba a pedir empleo debía verse bien, no tenía tiempo para volver al departamento, camino a un baño público y al entrar se miró al espejo, tenía grandes ojeras, su cabello desalineado hacía juego con su cara cansada, su ropa estaba mal acomodada; procedió a lavar su rostro, secarlo, sacó de su bolsa una pequeña bolsa de maquillaje y un perfume, aplicó una ligera base en su piel para ocultar su piel pálida, maquilo sus ojeras y aplicó una pequeña pomada color rojo en sus labios secos, uso un peine en su cabello para desenredarlo y hacer un peinado sencillo, acomodo sus prendas para verse más presentable y maquilló sus párpados y cejas, estaba lista, se veía bien, salió del baño con sus cosas en mano tomando rumbo al metro, dentro de poco tendría una entrevista de trabajo para luego ir a otra y así sucesivamente, hoy tendría un día ajetreado miro dentro de su bolsa por última vez antes de entrar al metro observando en el fondo una botella, la agarró con su mano y la observó un poco, incluso si quisiera beber de ella no debía hacerlo, cerró los ojos supurando un poco, tienes cosas que hacer por lo que camino a un bote de basura, ella amaba el alcohol pero había cosas que amaba aún más que está botella, la tiró en la basura, al grupo al que pertenecía, corrió antes de que las puertas del vagón se cerrarán y antes de que se arrepintiera de su decisión, era tan idiota, apenas se despegó de la jodida botella y ya la quería de regreso, no era momento, no ahora, sus ansias por esa botella crecían pero no debía caer antes esa tentación además el metro ahora estaba en movimiento, rebuscó en su bolso en busca de algo para entretenerce.

Una pequeña pinza para el cabello, nada más, prefería jugar con eso que con su cartera, comenzó a pellizcar su piel de las manos con ella, una y otra vez, no quería seguir así.

No permitiría que su vicio siguiera controlando la, necesitaba cambiar, ser mejor, era una pésima mujer, pensar en que era una mala persona funciona para evitar su inquietud ante la falta de su botella, solo necesita una distracción.

Nueva MetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora