𝗖𝗮𝗽𝗶𝘁𝘂𝗹𝗼 23;

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— ¿Es así como acabaste en el Festeo?

— Parte de ello — me dijo mientras me daba un tarro de mermelada de fresa — Adele me encontró en la calle, sin nada, mi papá me sacó de casa y dado que no tenía a nadie más, me tiré a morir, pero fue por ella, me ayudó, justo solo como un Ángel lo haría, ahí fue cuando me propuso trabajar en el club.

— Adele es un Ángel — coincidi con él.

— Lo sé, usted también — la manera en la que lo dijo sonó tan cálida que me puse a pensar en que en este mundo habían demasiadas personas rotas — Y se muy bien que parte de lo que hace es por ella.

— No lo voy a negar, pero también valoro en esfuerzo de todos. Sin embargo, te quité el empleo...

— Pero me dio uno mejor, aquí ya no tengo que ocultarme y hacer lo que más me gusta, mi mamá me enseñó a hacer todo esto y por eso es que soy feliz aquí.

— Me alegra mucho — servi jugo de naranja en un vaso.

— Se que el Festeo funcionaba de manera ilegal y que por años disfruto del dinero de su banco...

— Pues sí, pero todo valió la pena, eso me trajo de vuelta a la mujer que amo — el sonrió con calidez.

— Espero y de verdad la ame, o si no, yo mismo iré por usted — me amenazó con burla y me ayudó a poner toda la comida en una bandeja.

— Si lo dices así podría pensar que te gusta mi mujer.

— Soy gay, su mujer no sufre ningún daño — se acercó a mi con la sonrisa juguetona de un niño travieso — quien debería preocuparse es Adele, usted sin duda está dentro de mis parámetros de hombre ideal.

— Soy demasiado heterosexual, Jisung. Sin embargo, alabo tu buen gusto — le guiñe un ojo y cogi las cosas para dirigirme a la habitación.

Caminé por los inmensos pasillos rumbo a nuestro espacio. Esperaba encontrarla aún en la cama, para sorprenderla aún más.

Cuando llegue frente a la puerta la abrí con cuidado de no hacer mucho ruido. En efecto, ella aún estaba acostada, envuelta entre las sábanas.

Puse con cuidado la bandeja sobre la mesa que estaba al lado de la cama y me acerqué a ella para despertarla.

— Oye, dormilona — la moví suavemente y ella empezó a retorcerse. No estaba dormida, porque se estaba riendo — Se que no estás dormida, preparé el desayuno.

— Contigo no se puede — se sentó en la cama, aún con la sábana en su cuerpo — ¿por qué me dejaste sola?

— Porque quería hacer tu desayuno, ayer no comiste casi nada en la cena y se que lo haces porque dices estar gorda, pero yo ya te dije que es lo que pienso y no voy a permitir que dejes de alimentarte solo porque una loca te dijo que lo necesitabas — puso los labios en una línea recta y asintió.

— ¿Que hiciste de comer?

— Huevo estrellado, tostadas francesas, tocino, mucho tocino y pan con mermelada, y tu jugo de naranja, por supuesto. — sus ojos se emocionaron y se descubrió por completo.

— Me sorprendes.

— No lo hagas, esto será algo normal en nuestra relación, siempre y cuando tu lo permitas — le acomode la bandeja en su piernas y ella tomo una tostada para llevarla a su boca, pero antes de que la metiera en ella se la quite y la atraje hacia mi para darle un beso, un beso demandante — ahora sí son buenos días — le devolví la tostada y me alejé de ella. Aún me miraba sorprendida pero la ignore, porque de no hacerlo, el desayuno no valdría la pena.

𝐋𝐚𝐬 𝐥𝐮𝐦𝐛𝐫𝐞𝐫𝐚𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐨𝐜𝐚𝐬𝐨©|𝐉𝐞𝐨𝐧 𝐉𝐮𝐧𝐠𝐤𝐨𝐨𝐤|Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu