Capítulo 41.- El plan

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Blue ha reproducido con total fidelidad el mensaje que le he dado a un hombre con la voz deformada por algún tipo de aplicación, seguramente. Lo hemos oído por el manos libres. También hemos oído cómo colgaba tras recibir el mensaje completo, sin responder nada.

―¿Qué va a hacer? ―me pregunta Blue―. ¿Y si la mata? ¡Ha colgado!

―Te llamará en un minuto para decirte el lugar, no te apures.

Estoy segura de que su intención es hablar con Eileen para decidir qué hacer, pero no quiero que Blue se eche atrás. Necesitamos que hable con él un poco más. Garret nos hace un gesto, para enseñarnos algo que ha encontrado y nos acercamos a él.

―He entrado en el email de Eileen ―murmura, para que no le oiga Blue, supongo―. Tiene un contrato de alquiler con una de las fábricas cerca de aquí. Está en ruinas, por eso es tan barato, supongo. Aunque el dueño es un conjunto de empresas con nombres raros que se pierden en el extranjero, así que a saber.

Jimmy cierra los ojos y los aprieta con fuerza. Se pasa las manos por la cara después. Sé lo que está pensando, me doy cuenta en cuanto veo el mapa que Garret tiene abierto junto al contrato. Está realmente cerca, a un par de calles solo. Christal estuvo tan cerca todo ese tiempo mientras la torturaban... Pero era impensable que estuviera al lado del club. ¿Cómo iban a saberlo? Sin embargo, es tan retorcido y cruel...

El teléfono suena y Blue pone de nuevo el manos libres. Vuelve a ser él. Como sospechaba le da una dirección para ver a Eileen. Aunque le hace jurar que luego se entregará, le dice que si no matará a la chica. Blue llora. Lo que supongo que lo hace más realista todo. Y le promete con tanta vehemencia que va a entregarse que me lo creo hasta yo.

―En quince minutos donde te he dicho. Ven solo ―le dice el tipo, antes de colgar de nuevo.

―¿Y ahora? ―pregunta Blue―. Si ve que no estoy herido sospechará.

―Tú no vas a ir ―le decimos Jimmy y yo a la vez.

―Tú tampoco irás, Ada ―sigue Jimmy.

Pongo los ojos en blanco. Va listo si se piensa que me voy a quedar aquí. Ni siquiera sé cuál es el plan más óptimo. Yo quiero que los detengan, claro. Así que es el momento de llamar a la policía. No les dará tiempo a escapar y los encontraremos en su guarida. Las pruebas tienen que estar allí.

No hago ni caso a Jimmy y vuelvo a marcar el número de Fred. Responde de nuevo muy rápido. Oigo sirenas de fondo y bastante ruido general.

―¿Qué pasa, Ada? ―pregunta enseguida, preocupado.

―¿Y Robert?

―Estamos deteniéndolo, pero no creo que sea él, Ada ―me dice―. Se ha asustado al vernos y al darse cuenta de que éramos la policía nos ha dado las gracias y nos ha pedido que le pongamos a salvo.

―Querrá hacer un trato, no es tonto.

―Hazme caso, este tío no es un asesino, Ada. No es vuestro hombre. De todas formas, vamos a llevarle a la comisaría hasta mañana.

―¿Y si no es, por qué iba a estar asustado?

―Por ayudarte. Dice que Haggard también te ayudó y le han matado por eso.

―Bueno, hacedle una prueba de ADN también. Tenéis el de los tres violadores ―sugiero―. Sabemos quiénes son los demás, Fred, y dónde van a estar...

Garret tira de golpe del cable del teléfono con fuerza y lo arranca de la pared. Le miro fatal. ¿Acaso esos dos no tienen ni una pizca de moral?

―Si son los asesinos son nuestros, Ada, lo siento ―me dice.

El fuego no siempre quemaWhere stories live. Discover now