Capítulo 21.- La vuelta al inicio

6.2K 836 75
                                    

―No quiero ser esa clase de persona pesada que no deja de decirte que vuelvas a la cárcel, pero deberías volver ya ―le digo a Jimmy.

Garret conduce otra furgoneta similar a la que llevaba Pool ayer, aunque no debe ser la misma porque dudo que estuviera tan bien. Jimmy y yo vamos en la parte de atrás. Se ha sentado muy cerca de mí, pero no acaba de molestarme, de hecho, me he apoyado en su costado y él ha pasado su brazo sobre mis hombros. Me duele todo, aunque Garret me ha conseguido unos analgésicos que me he tomado lo primero. Creo que es un dolor interno.

―Eileen ha desaparecido. ―Usa un tono bajo, medido, por un segundo creo que es indiferente incluso.

Me aparto con brusquedad y clavo la vista en sus ojos de color miel. Lo que he confundido con calma en realidad es una contención brutal. Aprieta un puño con fuerza y su mandíbula está tensa. Un músculo le palpita en esta y tiene la nariz dilatada por la furia.

Durante unos segundos solo le miro, aunque él tiene la vista fija en algún punto al otro lado de la furgoneta. Garret aparca entonces. No sé dónde me han traído, pero supongo que al club. Necesito mi investigación, así que, si no es así, le pediré que lo hagan.

―¿Crees que... han sido ellos?

No he querido analizar esa posibilidad, pero hoy es día uno. A mí no me han querido llevar para sus propósitos repugnantes. La imagen de Eileen acude a mi cabeza. Su eterno chicle, su ropa escasa, su historia... No puedo respirar, pero me fuerzo a no dejarme ganar por el ataque de ansiedad. Jimmy me necesita.

―Sí ―me dice, mientras Garret da dos golpes en el costado de la furgo para que sepamos que hemos llegado―. Pool era un hermano y Eileen una buena amiga. Por no hablar de lo que te han hecho a ti. Querían que estuviera en la cárcel y pensé que cometerían un error si se confiaban. Pero se acabó. Esto es la guerra.

No me espera. Salta de la furgo y va hacia la puerta del club. Yo miro su espalda ancha, aún enfundada en un traje de celador. Ni siquiera creo que se haya duchado desde que salió de la cárcel. Garret me espera junto a la puerta trasera de la furgo y me ayuda a bajar. Yo sostengo sus dedos unos segundos más de lo necesario. Solo porque necesito contacto humano.

―Gracias por ayudarme ―le digo sincera―. ¿Puedes hacer algo más por mí?

―Lo que quieras, jefa ―asegura.

Durante un segundo, mientras miro sus rasgos finos y elegantes, me pregunto cuál es su historia. ¿Por qué un tipo guapo y listo está en una pandilla en lugar de ganando dinero en la bolsa, por ejemplo? Tampoco se me pasa por alto cómo me llama, pero no le doy más importancia, aunque al pensar en Pool llamándome igual provoca una punzada muy dolorosa que me recorre el pecho.

―Necesito que investigues a Fred Clayton. Quiero saber si tiene movimientos sospechosos en sus cuentas. ¿Puedes?

―Por supuesto.

No hablamos mucho más, porque llegamos a la discoteca. Empuja la puerta y luego, cuando estamos dentro, cierra con llave. La zona inferior está vacía, pese a que es de noche y se supone que debería estar abierta. Arriba hay medio centenar de pandilleros, la mayoría con pintas cuestionables. Sin embargo, no voy a juzgar a nadie por su aspecto, ya lo he hecho antes y me equivoqué de pleno.

―¿Ahora qué, Jimmy? ―pregunta una chica que está sentada sobre la barra. No puedo evitar pensar en Eileen en el mismo lugar.

―Iremos a por ellos ―dice Jimmy. Está de pie junto a la barandilla y tiene a todos mirando hacia él―. No vamos a dejar que el asesinato de Pool quede impune. Localizaremos al dueño de la moto y...

El fuego no siempre quemaWhere stories live. Discover now