Capítulo 10.- El club Burnside

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Esperaba que la discoteca, siendo una discoteca nocturna, estuviera cerrada. Sin embargo, Pool empuja la puerta que cede sin ninguna dificultad bajo su manaza. Dentro tampoco está oscuro, los focos parecen encendidos, demasiado blancos para mi gusto, pero al menos sirve para calmar un poco los acelerados latidos de mi corazón.

Porque es una idea molesta y aterradora, pero no me abandona. Si Pool fuera el asesino (o el cómplice de Jimmy), me estaría metiendo en la boca del lobo. Nada, absolutamente nada, los pararía si yo me metiera voluntariamente en una trampa. ¿Por qué iban a hacerlo?

Ya me ha visto demasiada gente con ellos, sería ponerse la soga al cuello, incluso el jefe de la policía sabe que represento a Burnside. Sería un suicidio, sí, pero parece que a esta gente las consecuencias les importan poco y una vez que esté muerta de nada me sirve que se haga justica... La justicia se hace por los vivos, la venganza por los muertos. Y no quedaría nadie dispuesto a vengar mi muerte, seguro.

La idea me hace parpadear un poco. Hace dos años de la muerte de mi padre y desde entonces me he sentido desamparada cada día de mi vida. Él era mi protector, siempre amenazaba a los chicos con los que salía y me acompañaba cuando salía tarde de la biblioteca por quedarme estudiando y cosas así. Hacía que me sintiera pequeña incluso después de los treinta y era algo que solo le permitía a él. Lo echo de menos.

Cojo aire un par de veces mientras sigo a Pool por la discoteca. Si tuviera que describir el sitio con rapidez diría que es una mezcla del bar de Hijos de la Anarquía y el Lux de la serie Lucifer. La discoteca está perfectamente separada en dos ambientes, que se ven a la perfección desde la entrada.

Llegamos por el primer piso, lo que significa que hay otro debajo y uno más encima, que he visto desde fuera. A ambos lados de la entrada hay escaleras que descienden hacia la discoteca y pasarelas laterales que llevan al espacio superior. La discoteca inferior es un espacio enorme, bien iluminado, con sofás de aspecto elegante ocupando todas las paredes laterales y rodeando mesas cuadradas y un gran espacio central delante de la barra para hacer de pista de baile. La pista en sí misma también es enorme.

Pool, sin embargo, ignora la discoteca inferior y me lleva por una de las pasarelas laterales al espacio superior. Aparta una cinta de terciopelo para que pase. En una discoteca normal esto sería la zona VIP, pero no es una discoteca normal, es el cuartel general de la banda más peligrosa de la ciudad. Así que la parte superior está destinada a ellos.

Hay una serie de mesas de billar en el centro y una barra más pequeña a un lado. Aquí los asientos son todos sillones y las mesas redondas. También hay una serie de barras para bailar en ellas que me hacen sonrojarme, colocadas sobre plataformas. El balcón deja ver desde la mitad de la discoteca hasta la entrada y se extiende más allá. La parte de la banda es incluso más grande que la inferior y tienen una vista privilegiada sobre esta. Unas gruesas cortinas que permanecen abiertas aíslan la zona superior en caso de ser necesario, aunque desde abajo apenas se verá nada. Desde la puerta quizá haya mejor vista, pero ni de broma puede verse todo lo que pasa aquí, porque es demasiado grande.

Tardo en notar que no estamos solos. Una chica que mastica chicle con la boca abierta está sentada sobre la barra, jugando con una pajita metálica con aspecto pensativo. No parece tener más de veinte años y va vestida con un estilo muy cuestionable. Lleva un escote exagerado y muy ceñido y unos pantaloncillos cortos que encima están llenos de rotos. Su pelo rubio tiene mechones de todos los colores y está recogido en una coleta torcida y su maquillaje es excesivo y de mal gusto. Pero, lo que más llama mi atención, es que está descalza y agita los pies sobre la barra como una niña pequeña.

―¿Pool? ―Otro tipo, en el que tampoco había reparado, me sobresalta. Está sentado en uno de los sillones que parece que le engulle entero, con un portátil sobre las piernas. No me extraña no haber reparado en él, aunque ahora llama mi atención,

El fuego no siempre quemaOn viuen les histories. Descobreix ara