19 y 20

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—¿Cuándo fue la última vez que lloraste para mí?

—¿Qué clase de pregunta psicótica es esa? —Ppregunta Liam que se gira a mirarla a ella con una expresión de total desconcierto.

Ambos están terminando de recoger las cosas de su reunión con su jauría o al menos la que intuyo es la jauría de Liam quien no se separó del grupo a diferencia de Camila que me llevó a mí con mi propia jauría a pasear al parque.

Estuvimos allá bastante rato, luego Camila nos obligó a volver. Shawn se quedó. Yo me hubiera quedado con él pero ella me forzó a regresar porque al parecer ya es tarde. Volvimos hace unos diez o quince minutos, intenté volver con mi chico, pero Camila no me dejó así que ahora me encuentro recostado a un lado del sofá no aceptando que al parecer tendré que pasar un tiempo en este lugar y no en mi apartamento con mi humano, quién sabe por qué razón.

—¿Quieres que me ponga a llorar para que me mires? ¿Ahora te gusta eso? —dice Liam.

—No, no quiero decir eso —niega ella—, sólo... No recuerdo la última vez que te rompiste conmigo ¿Sabes? Siento que no hemos tenido una conversación real en mucho tiempo.

—¿De qué hablas? Tenemos de esas charlas todos los días.

—Pero no hablamos de lo que sentimos.

—Hoy te pregunté cómo amaneciste ¿Eso no cuenta?

—Liam, sabes de lo que hablo. —Ella deja de recoger latas del piso y lo mira con seriedad.

—No tenemos que llorar para que sea una conversación real, lo sabes.

—Sí, pero me gustaría--

—Sabes que no soy un tipo llorón. Yo simplemente no lloro.

—Sí, pero--

—¿A qué viene esto exactamente? ¿Por qué quieres que me ponga a llorar tan de repente? No es como que cuando empezamos a salir haya llorado.

—No lo sé, estaba pensando y... No lo sé. —Ella retoma su recogida de basura.

—¿Acaso quieres que literalmente nos tomemos un momento del día para llorar?

—Sí, ¿por qué me miras así?

—Porque es raro.

—No es raro, es sano.

—No es cierto. La gente sana no llora.

—Pero todos lloran.

—Yo no lo hago.

—¿Eso no te dice bastante?

—Ja, muy graciosa —Liam rueda los ojos y sigue metiendo basura en esa bolsa que trae en las patas.

Camila hace una mueca y se detiene a su lado. Lo toma de una de las patas superiores y así se quedan mirando. Él levanta las cejas.

—Sólo digo que sería lindo que pudiéramos... Ya sabes, abrirnos así con el otro. No recuerdo la última vez que de verdad te abriste conmigo y dejaste que te consolara. Es sanador.

—No entiendo por qué quieres hacerlo tan de la nada —bufa él—, y de hecho es bastante raro que me estés pidiendo que llore para ti como si quisieras que hubiera razones por las cuales tuviera que llorar. Es como si me estuvieras diciendo que quieres que me la pase mal sólo para que te pueda usar de pañuelo. Es ridículo. Ninguna persona normal desea que le pasen cosas malas. Es como si quisieras tener razones para poder llamar la atención.

Camila se le aparta y recoge otra lata del suelo para meterla en la bolsa. Guarda silencio por lo que sea que él acaba de decirle.

—Mira... No quiero decir que sea estúpido, sabes que no lo digo en ese sentido, pero no hay forma de que-- No me siento cómodo con eso. Si tú quieres llorar en mi pecho, estoy perfectamente bien con eso —dice él.

Sweet Boy (S.M)Where stories live. Discover now