11

61 5 0
                                    

Aúllo sin parar con incluso más potencia con la que aúlle en el balcón al oír a Shawn porque quiero que me escuchen y vuelvan por mí. No quiero estar aquí, de hecho, rasguño desesperado la puerta tratando de escapar pero es inútil.

Oigo un ladrido a mi lado que me hace caer de golpe al suelo por el sobresalto. Chillo espantado al ver al perro negro frente a mí. Es del triple de mi tamaño y me mira con su lengua afuera antes de enseñar los dientes.

Chillo aterrado y salgo corriendo de allí tropezando por mi pata coja. Él me sigue ladrando más fuerte aún. Me oculto bajo un sillón en el cual él intenta meterse sin lograrlo porque es enorme y gracias a las croquetas lo es porque este parece ser el único lugar en el que estoy a salvo. Pronto mete su pata para intentar alcanzarme pero yo me alejo y se la muerdo en un intento por hacer que me deje en paz. Él ladra nuevamente.

—... No, Camila, ha estado llorando toda la tarde y nos arruinó el barniz de la puerta con las garras. Sé que es tarde, pero de verdad no se ha quedado tranquilo y tenemos trabajo temprano mañana. Creo que le tiene miedo a los otros perros. —Oigo decir a la mujer mientras que parece acercarse a donde yo me encuentro—. No quiere comer, no ha tomado nada de agua y sólo llora. No quiere estar aquí. Sofi y yo tratamos de calmarlo pero no lo logramos y creo que sería mejor que vengas por él.

Vuelvo a morder la pata del perro negro que vuelve a ladrar ahora metiendo su hocico bajo el sofá. Yo chillo aterrado al ver sus dientes que logran agarrarme una pata. Gruño tratando de espantarlo, él gruñe de vuelta como si esto fuera divertido y no supiera que está intentando matarme.

Chillo desesperado y salgo corriendo lejos del sofá para buscar otro escondite. El perro me ladra e intenta morderme la cola, derrapo por el piso y tropiezo con un escalón antes de seguir corriendo y ocultarme dentro de un armario donde me quedo completamente quieto rogando porque no me encuentren.

Pasan algunos minutos, no sé cuántos antes de que vea el hocico de otro de esos perros asomarse por la puerta. Suelta un ladrido en mi dirección y me olfatea. Yo chillo cuando se pega a mí intentando acorralarme. Salgo corriendo nuevamente topándome con el perro negro que ladra en mi dirección.

Vuelvo a tropezar con un escalón antes de poder correr y ocultarme nuevamente bajo el sofá. Tiemblo aterrado y me quedo allí quieto rogando porque Shawn venga a rescatarme, pero no llega él sino Camila a quien veo asomarse desde afuera de mi escondite al levantar un trozo de tela del sillón.

—Ahí estás, Rex.

Yo chillo al verla y retrocedo cuando intenta sacarme de allí. Lo hago porque veo al perro gigante sentado a su lado olfateando bajo el sillón.

—Thunder es un amigo, no te va a hacer daño, sólo quiere conocerte —dice ella.

Me alejo aún más pegándome lo más posible a la muralla. La oigo suspirar antes de desaparecer de allí y dejarme solo con ese perro asomando su hocico bajo el mueble para intentar alcanzarme. Lo oigo ladrar y luego lo veo meter su pata para intentar sacarme de allí otra vez. Yo gruño de vuelta para que se me aleje y deje de enseñarme los dientes.

—... A ver, Thunder, dame espacio —Camila regresa al lugar—. Hey, Rex. Ven aquí, amiguito. Ven, ven, te tengo comida. Sé que estás muerto de hambre ¿Por qué no sales para comer un poco-- No, Thunder, es para Rex, no para ti. Tú ya comiste, ve con Eugene y Leo. —Empuja al  perro negro.

Él suelta un bufido antes de dar media vuelta y alejarse del lugar. Cuando me aseguro de que ya no está con nosotros, decido asomar mi nariz por debajo del sofá para olfatear la croqueta que tiene ella en su pata.

—Vamos, sal para comer, Rex.

Termino por asomar mi cabeza para ver la croqueta. Camila me enseña los dientes en una sonrisa antes de que yo le dé una mordida y pueda comer.

—Eso es, ven aquí, sal para que te termines tu plato. —Me dice con un plato lleno de más croquetas en sus patas.

Yo me subo en su regazo para acobijarme entre sus patas superiores en caso de que esos perros vuelvan a acosarme. Ella me acomoda y empieza a darme las croquetas pacientemente directo en el hocico.

—¿Ya está mejor? —Le pregunta la mujer apareciéndose a nuestro lado.

Camila asiente mirándome atentamente. Yo sigo masticando la comida sin dejar de mirar en todas direcciones rogando porque esos perros no vengan a morderme.

—Sí, ahora está comiendo.

—¿Por qué mejor no te quedas con él aquí hasta que encuentres a sus dueños? —La toma del hombro ella. Camila niega—. ¿Y por qué no?

—No tengo tiempo para esto, mamá. Tengo que volver a casa ahora.

—¿Ahora? Sólo quédate por esta noche. Estoy segura de que Liam lo entenderá ¿No?

—No, es que está de verdad estresado con el trabajo y quiero estar con él para tratar de ayudarlo.

Yo mordisqueo otra de las croquetas para luego devorármela, la siento a ella sostenerme con firmeza cuando me acomoda dejando que hunda mi hocico en el plato con croquetas.

—Me encantaría, mamá, de verdad que me gustaría pasar la noche aquí pero no puedo. Sabes que Liam no puede dormir si no estoy con él.

—Oh, tu padre era igual cuando empezamos a salir. El pobre no podía pasarse ni dos minutos tranquilo cuando me iba. Cuando me volvía a casa media hora después él estaba afuera de mi patio arrojándole piedritas a mi ventana, lo que sigo diciendo que era estúpido porque ya vivía sola así que no tenía sentido que hiciera todo eso a escondidas. ¿Y te conté de eso de que le gustaba pasarse por mi ventana? Literalmente podía estar sin mis amigas en casa pero él simplemente tenía que meterse por la ventana porque era "romántico." Se desgarró la pierna al hacerlo, qué tonto. Fue un lindo aniversario.

—Cuando cuentas historias de papá suenan como a un tipo totalmente distinto.

—Bueno, se cayó bastantes veces del techo, no dudo que quedó con daño permanente —dice ella en respuesta.

Oigo a Camila reír al oírla, me acaricia el lomo. Me percato de que ya no hay croquetas en mi plato así que aparto mi hocico de allí para volverme a mirarla y pedirle más.

—Ya me tengo que ir, mamá.

—Oh, bueno, pero por favor, cenemos este sábado. Por favor. Siento que no te he visto desde que te fuiste.

—Es que hemos estado ocupados, ya sabes, con su ascenso, la mudanza y la boda no hemos tenido tiempo para mucho más.

—Sólo digo. Además tu padre quiere conocer a Liam en persona.

—Ya —Camila niega con una sonrisa en los labios. Yo muevo mi cola y los lamo para que enseñe sus dientes. Así lo hace—. Ya me voy.

—Bien, hasta el sábado, linda.

—Hasta el sábado, mamá.

Camila me carga en sus patas superiores y así nos saca de aquella casa. Lo último que puedo ver es a esos tres perros detenerse frente a nosotros antes de que la reja se interponga en su camino y nosotros por fin logremos huir y retirarnos del lugar montados en otro monstruo de metal.

Sweet Boy (S.M)Where stories live. Discover now