La fiesta estaba frente a nuestros ojos, mesas elegantes con cubiertos por un lado, mientras que por otro lado estaban los niños bailando y coreando canciones de películas de Disney, y en otro espacio, estaban los padres conversando entre ellos con una copa en mano y otros bailaban entre ellos.

La mirada y los murmullos de los presentes no se hicieron esperar, unos miraban avergonzados, otros con deseo, otras con envidia y desaprobación. A todos les regalé una sonrisa llena de hipocresía antes de comenzar a caminar con Maia a mi lado.

— Mézclate y búscalo— le ordené con disimulo.

Ella me hizo caso y desapareció entre los invitados. Hice lo mismo y comencé a caminar entre los humanos en busca de Gong Yo. Sabía que estaba aquí y de aquí no me voy hasta poder conversar con él a las buenas o las malas.

Gracias al cielo, no era la única extranjera, así que tan rara mi presencia no resultaría.

Pero eres la única que lleva un vestido así de descotado.

Busqué y busqué, pero no lo encontraba por ningún lado — y que el lugar sea inmenso, no ayudaba mucho que digamos —. Maldita sea. Esperaba que al menos Maia haya tenido mejor suerte que yo. Necesitaba un trago o terminaría asesinando a cualquier estúpida que vuelva a dar un comentario venenoso que obviamente no pedí. Me encaminé a la barra del fondo del local, fuera de la vista de los niños. En él había un hombre vestido completamente de negro y cabello negro azabache, estaba de espaldas, pero era obvio que estaba ingiriendo una copa de vodka puro. Me senté en uno de los asientos y pedí lo mismo que él al bartender.

— ¿Tampoco toleras a los niños? — me preguntó el hombre con voz ronca y divertida.

Recibí el chupito y lo tomé de un solo golpe.

— No. A sus madres — repliqué, asqueada.

Él se rio y volteo a mirarme, y como era de esperarse no tuvo reparos en mirarme de pies a cabeza. Sopló como si se estuviera desinflando y respondió.

— Ya veo el porqué — respondió divertido. Sonreí — Soy Jeon Jungkook — se presentó, extendiéndome la mano.

— Lo sé — respondió, tomando otro chupito que me trajo el encargado de la barra. Jeon me miró confuso —. El famoso doctor coreano que ha hecho historia — intenté disimular. Él hizo un gesto de "Ah, por eso".

— ¿Y tú? — me preguntó, coqueto. La exesposa de tu amiguito.

Meneé la cabeza, dándome de intrigosa, le respondí:

— ¿Qué nombre me pones? — sonreí, siguiéndole el juego.

— Eres extranjera, así que nombres coreanos supongo que no — asentí, dándole la razón — ¿Ada? ¿Emily? ¿Jenna? ¿Emma? — arrugué la nariz, descartando sus opciones.

Un grito de un niño llorando nos llamó la atención. Jeon rodó los ojos, frustrado y aburrido.

— Si no te gustan las fiestas de niños ¿Qué haces aquí? — le pregunté.

— La hija de un amigo es la cumpleañera — sentí una leve punzada en el corazón, pero la ignoré —. Y por ese simple hecho no hubiera venido, pero ese pequeño demonio de menos de un metro es una máquina asesina — se quejó, algo aterrorizado.

Me reí al ver su semblante, tomando otro sorbo de mi copa.

— No hablemos del pequeño demonio — se acercó un poco más —. Hablemos sobre ti, ¿te parece?

¿Está intentando aplicar sus técnicas de fuckboy conmigo? ¿En serio?

La organizadora del evento entró al salón con una tanda inmensa de periodistas, estos formaron un círculo a la mitad del gran salón y el sonido de los flashes no se hicieron esperar. Aparentemente la familia real estaba ahí con su pequeño retoño.

AMAR ENTRE REINOS [02]Where stories live. Discover now