Piensa en una excusa, Abbie, rápido.

—Oh, solo pensaba en voz alta. —Mi mentira sale demasiado rápido, causando una mirada suspicaz de parte de Austin.

—¿Segura? —Juego con mis dedos escondidos detrás de mi espalda, para que mi hermano no los vea. Austin sabe leer muy bien mis gestos, tan bien que estoy segura de que no se ha tragado mi mentira, pero aun así asiento sonriente—. Bien, bajemos al comedor. Hace mucho que no pasamos tiempo juntos.

Para mi sorpresa y alivio, él no decide indagar más y se marcha. Por fin suelto el aire que tenía retenido.

—Tu hermano no sabe de mi existencia, por lo que veo. —comenta Hank.

—Y así debe quedarse. —Sé que no debo ser tan dura, pero tengo que dejarle las cosas claras a Hank o tendré muchos problemas en el futuro. Mi hermano ha comenzado de cero por mí, y no tengo intenciones de arruinarle la vida de nuevo con mis problemas. Estoy segura de que, si él se entera que un ente merodea cerca de mí, me arrastrará a la otra punta del continente sin importar que tenga que dejarlo todo—. Mira, Hank—Mi tono de voz se suaviza al notar su semblante tenso, mi intención no es ofenderlo—. Mi hermano sabe que yo puedo ver... cosas—Lo miro, siendo cuidadosa para no soltar más información de la necesaria—. Y es justamente por eso que jamás debe enterarse de que hay un ente la mansión, o va a tomar nuestras maletas y arrastrarme muy lejos de aquí—Veo como un destello de preocupación pasa fugazmente por sus ojos, y mi pecho se agita con emoción.

¿Te preocupas por mí, fantasmita?

Cuando Hank acepta guardar el secreto, puedo bajar al comedor tranquila de que me apoya. Allí, Austin y yo comenzamos una partida de ajedrez, de esas que jugábamos siempre en nuestro tiempo libre. Por supuesto, a él le encantaban porque yo siempre perdía, pero esta vez es diferente.

Me sorprendo cuando Hank comienza a ayudarme, y me lleno de emoción al ver como poco a poco le pateo el culo a mi hermano. Una característica más que acabo de descubrir sobre el elegante muerto: Es un increíble jugador de ajedrez.

Eso es caliente.

—Jaque mate, A. —Canto con arrogancia, y por primera vez me regocijo de ello. Una leve risilla que suena a mi lado me hace voltear a verlo como si hubiese oído la voz de Harry Styles llamándome nena. La imagen de sus ojos levemente achinados, unos leves hoyuelos sobre sus mejillas y una pieza apenas perceptible de su dentadura me lleva a observarlo con la boca semi abierta. Él alza una ceja sin comprender mi repentino asombro, y yo me guardo el halago para después, justo cuando mi hermano abandona la habitación.

—Te ves increíblemente bien cuando sonríes, ¿sabes? —Lo observo y sonrío—. Deberías hacerlo más seguido.


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Recorro el pasillo de la izquierda luego de haber inspeccionado la mitad del segundo piso, no es que no confíe en la búsqueda que Hank ha hecho por aquí... Bueno, en realidad sí, no es que pueda buscar mucho estando muerto.

Revuelvo las primeras tres habitaciones de punta a punta y no encuentro nada. Mientras tanto, me pongo a pensar en la duda que he tenido en estos días.

¿Hank no conoce a Travis?

Al principio me parecía sumamente extraño el hecho de que nunca se hayan cruzado, pero luego de meditarlo varias veces llegué a la conclusión de que en realidad Travis no pasa mucho tiempo en esta mansión.

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