—Tienes razón. —Vaya, eso es nuevo—. ¿Sabes qué? Dejaré de torturarme, ya envié ambas solicitudes, solo queda esperar—Deja la máquina sobre la mesa de luz, junto al café, y quita las sábanas que la cubren para levantarse. Instantáneamente desvío la mirada de su anatomía, pues no es respetuoso de mi parte mantenerla allí. Si bien no se encuentra en paños menores, no considero de buen gusto observar tanto a una persona, me parece de mala educación—. Ahora que estoy libre de toda ocupación, caballero, lo invito a buscar esos papeles—Sonrío de lado sin poder evitarlo cuando pasa junto a mí y la sigo afuera de la habitación.

—Con gusto acepto su ofrecimiento, señorita. —Ella ríe, generando un cosquilleo en la zona baja de mi estómago.

—¿Tienes idea de dónde pudiste haberlos dejado? ¿Alguien más conoce su paradero? —Respondo con serenidad, recuperando —o intentándolo— la indiferencia que poseía antes de su llegada.

—Le hablé a mi familia sobre la existencia de aquellos papeles, pero jamás le dije a nadie sobre su paradero. —Aprieto los labios y miro hacia abajo en un gesto avergonzado—. Fue una negligencia de mi parte, una muy grande, en realidad.

—Sí, fuiste un imbécil, pero todos lo somos a veces. Sería más preocupante si no lo fueras, ¿sabes? —Su intento de consuelo me deja un sabor amargo en la boca que no me impido en hacer notar, pero, de todos modos, logra aligerar el ambiente tenso.

—Gracias por sus amables palabras, señorita. —El sarcasmo en mi tono de voz le arrebata una carcajada—. Y no recuerdo absolutamente nada sobre el lugar donde escondí esos papeles, es como si tuviera una laguna en mi memoria, donde los recuerdos ligados al lugar dónde los escondí se hubiesen esfumado.

—Que extraño...

—Tal vez la vida quiere que me quede más tiempo. —Me avergüenzo al instante de lo que voy a decir. Pero es algo que estuvo rondando por mi cabeza desde hace tiempo—. Si supiera dónde están esos documentos, los habría encontrado hace rato y ya no estaría aquí. Tal vez alguien allí arriba quiere que esté aquí y ahora, justo en este instante. Hay algo que debe pasar, algo me está esperando...

—O alguien. —Las palabras salen de su boca en un susurro y algo se agita en mi pecho.

¿Alguien me está esperando? ¿Quién?

Nuevas dudas se suman a la ya larga fila de preguntas sin responder, pero estas abren nuevos caminos a futuras probabilidades que, de ser sincero, me inquietan bastante.

¿Será Carmel la persona que me está esperando?

¿Por eso el destino nos volvió a unir?

Pero, ¿por qué ahora? ¿Por qué tantos años después?

—Buscaré por aquí, tú ve por la derecha. —Abbie me saca de mi ensimismamiento, incitándome a seguir un rumbo contrario al de ella. No opongo resistencia y me marcho para comenzar una búsqueda exhaustiva de un montón de papeles viejos.

Media hora después, ambos nos encontramos en el mismo lugar sin ningún resultado que celebrar. Y recién dos horas después, nos damos por vencidos por hoy, luego de revisar todas las habitaciones del primer piso de punta a punta sin conseguir nada.

—¿No se te ocurre un posible lugar en el que lo hayas podido esconder? Piensa. ¿Dónde escondería tu yo del pasado un montón de papeles valiosos? —Pienso, sin embargo, los únicos lugares que se me han ocurrido están vacíos. Niego, y ella bufa frustrada.

Esto va a ser más complicado de lo que creí.

—Bien, supongo que seguiremos mañana. No te preocupes, los encontrarem... —Una voz grave a nuestras espaldas nos interrumpe.

LoopWhere stories live. Discover now