—Entonces, hay que encontrar esos papeles.
La observo desde el marco de la puerta, está tan distraída que ni siquiera ha notado mi presencia en la habitación. Se encuentra acostada en la cama tapada hasta la cintura, con una taza de café la cual toma de a sorbos y apoya en la mesa de luz. Una de esas máquinas tecnológicas que se abre y cierra se encuentra apoyada sobre su regazo, alumbrándole el rostro con su potente luz mientras ella toca unos botones con rapidez sin despegar la vista del vidrio iluminado con imágenes extrañas.
El cabello lo tiene desordenado y suelto, cayendo por su espalda, hombros y pecho haciéndola ver desaliñada. De nuevo, las ganas de peinarla me invaden, odio ver desprolijidades, no lo soporto.
Han pasado algunos días desde que la jovencita y yo hemos llegado al acuerdo en el que ella me ayudaría a buscar los papeles.
Todavía no hemos empezado a buscar, pues dijo que está ocupada encontrando trabajo y una beca para una universidad. No sé cuándo se desocupe, pero lo quiero lo más pronto posible, odio que esté todo el tiempo mirando el vidrio de esa máquina y no me preste atención. Quiero que me mire.
Carraspeo haciéndola saltar en su lugar con una mano en el corazón.
—¿Eres imbécil? ¿Quieres matarme de un susto? —Frunzo el ceño por su falta de respeto, aunque no me sorprendo. De hecho, comienzo a acostumbrarme.
—Es una maleducada, y no, eso no es lo que pretendía. Solo quería que despegue la vista de esa cosa un rato. —Señalo la máquina que brilla y ella rueda los ojos.
—Esta cosa. —Señala la máquina en su regazo—. Es una computadora, y me ayuda a encontrar trabajo. Así que calla y no molestes que estoy ocupada—Vuelve a posar la vista en la cosa esa llamada computadora, y yo hago un mohín, molesto.
Últimamente me he sentido extraño. Por alguna razón, siempre estoy intentado llamar la atención de la joven, me gusta que me mire, que me sonría, e incluso a veces fantaseo con poder tocarla. La imagen de mis dedos desenredando las hebras de su cabello desprolijo se me hace tentadora, y no entiendo por qué.
Nunca me he sentido con la necesidad de llamar la atención de nadie, y menos de una mujer. Siempre me ha parecido irrelevante mi relación con los demás. Debe ser por estar tantos años solo.
—¿Qué es lo que desea estudiar? —pregunto, y para mi sorpresa, esta vez no me insulta por interrumpirla.
Aunque ya me hago una idea de lo que responderá. Recuerdo haberla oído responderle con seguridad al asqueroso anciano hace unos días.
—Psicología es mi primera opción. —Se muerde el labio y observa hacia arriba, pensativa—. Si no me va bien en eso, supongo que optaré por alguna carrera relacionada con las leyes, tal vez abogacía—Asiento, comprensivo. Esas opciones parecen ir muy bien con ella, su gran empatía a la hora de escuchar los problemas de los demás es una gran ventaja que iría perfectamente de la mano en la psicología. Y ni hablar de su lengua filosa y su agilidad a la hora de debatir sobre algo, definitivamente le iría fenomenal en un juzgado, no tengo dudas al respecto.
—Creo que le irá bien elija lo que elija.
—Gracias, Hank. Pero no es tan fácil. —Suspira—. Las becas son muy difíciles de conseguir y, como podrás notar, no tengo el dinero para pagar ni la matrícula—Hace un mohín con los labios que acapara mi atención por unos segundos, pero inmediatamente la vuelvo a centrar en sus palabras, repletas de pesar.
—Estoy seguro de que podrás ganarte una beca, pero si lo haces con esa actitud mi seguridad flaquea. —Ella clava su noche en mi luz, haciendo que mi interior se sacuda con violencia. De nuevo me pregunto por qué.
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Loop
RomanceLoop. "Mors ultima linea rerum est". ¿Qué tan lejos puede llegar el alma del cuerpo? ¿Y qué tanto tardaría la muerte en alcanzarla? *Por favor, no copies ni uses contenido que no te pertenece. Sé original. *Está prohibido la copia, adaptación total...
