°32°

100 8 1
                                    

—La señora Koyuki... bueno, no había oportunidad para ella de poder salir de aquel lugar. Sin embargo, de cierta manera es mejor que esté en la residencia. — Kanata dijo con seriedad.

— Ya veo... — Shoko por una parte se sintió triste, después de todo ya se había acostumbrado a la compañía de Koyuki. Pero pensándolo bien, Kanata tenía razón, Koyuki era una dama, la esposa de un Tsunayashiro; y no podía dejar de lado su cargo solo para acompañarlas.

A las afueras de la pequeña residencia, habían unas cuantas aves cantando, aliviando un poco el ambiente que se había tornado tenso.

Shoko seguía bebiendo su té, pero comenzaba a sentirse cansada, y el dolor en su cuerpo seguía ahí, molestándola. Y su mueca de dolor no pasó desapercibida por ninguna de sus compañeras.

— Creo que es mejor que descanses, Shoko. Necesitas fuerza. — Kanata se levantó de su asiento y se colocó los tazones y las tazas en la bandeja para llevárselos. — Kuina, ¿puedes ayudar a Shoko a levantarse?

— Claro. — Kuina mostró una pequeña sonrisa y fue con la castaña.
Al levantarse se sintió mareada, para su suerte Kuina la sujetaba. Con lentitud, fueron a su habitación y Shoko se recostó en su futón. Creía que era imposible dormir por tanto tiempo pero, ahí estaba, recién despertaba después de 4 meses y ya estaba cansada nuevamente.

— Mañana por la mañana iremos al lago. Podrías ir con nosotras para darte un baño. — sonrió ella mientras la cubría con la manta.

— Claro. — Shoko asintió mirando a la albina. — Kuina...

— ¿Sí?

— Gracias por haberme cuidado todo este tiempo...

— No tienes que agradecer. Lo hacemos porque te queremos... Bueno, aún es temprano, pero tienes que dormir para recuperar fuerzas. Nosotras nos encargaremos de todo ¿esta bien? Tú solo preocupate por dormir.

— Si...

Kuina mantenía su cálida sonrisa, y salió de la habitación para ir con Kanata. La pelinegra ya se encontraba lavando los tazones, pero tenía un rostro preocupado.

— Ya se recostó. Le dije que mañana iríamos al lago, dijo que nos acompañaría.

— Esta bien, gracias Kuina...

— Estará bien. Shoko es fuerte... más que nosotras...

— Lo sé, pero ¿ya la viste? Parece un cadáver.

— Solo necesita recobrar fuerzas. Mañana después de darle un baño, le haré un lindo peinado, y tenemos ropa limpia. Te aseguro que ya no tendrá esa apariencia.

— Pero su cabello también esta cayendo. Y... esta muy delgada...

— Después de no haber comido cerca de un año y haber sido golpeada durante mucho tiempo... creo que sería normal que esté en ese estado.

— Si la señora Koyuki la viera... se le rompería el corazón.

— Espero que cuando podamos ver de nuevo a la señora Koyuki, Shoko esté mejor que antes. Rezaré a los dioses para que eso suceda. Confío en que en estará rebozando de energía. — Kuina hacía lo posible por tranquilizar a su amiga.

— Esta bien... Ayudame a limpiar esto. — Le entregó algunas cosas que tenía en la mano.

Y bueno, solo quedaba esperar que los deseos de Kuina y Kanata alcanzaran a los dioses, solo así Shoko se mejoría.

Al siguiente día, Kuina y Kanata ayudaron a Shoko a salir de la pequeña casa, pero no pudo caminar demasiado. Para su fortuna, Hachiro se hizo presente, y como si de una pluma se tratara, levantó a Shoko y la llevó al lago.

𝑳𝑨 𝑭𝑳𝑶𝑹 𝑫𝑬𝑳 𝑰𝑵𝑭𝑰𝑬𝑹𝑵𝑶 ~𝑨𝑰𝒁𝑬𝑵 𝒙 𝑶𝑪~Where stories live. Discover now