—Es una atrevida. Pero no me sorprende, no es la primera ni la última que me comenta algo similar. —Niego con la cabeza y entrelazo mis manos detrás de mi espalda.
De nuevo, mis ojos viajan sin mi permiso hasta ella. Como si se tratase de un imán y yo de un niño con las hormonas alborotadas, la detallo. Mis ojos viajan por las curvas de su cuerpo vivo. Si la tocara, apuesto a que tendría la piel caliente.
Es una mujer muy bonita. El tono moreno de su piel y la oscuridad de su iris es algo llamativo, y atractivo, muy atractivo. En mis épocas, la gente noble era caucásica, fina y delicada. Las personas de tez oscura no se atrevían a pisar otro lugar que no sea el mercado o el campo.
A diferencia del fundador de Brightville y mi tátara abuelo, cuyos hijos y familia eran negros y aquello nunca simbolizó un problema, para el alcalde Richardson las personas que no fueran blancas, pertenecían al barro, el trabajo duro y la servidumbre.
Sin darme cuenta, me encuentro de nuevo con sus ojos oscuros. La veo morderse el labio y removerse en su lugar con inquietud. Recaigo en el hecho de que la he observado como si se tratara de un pedazo de carne, y me reprocho a mí mismo por aquello. Pero debo admitir que me causa cierto regocijo haberla incomodado. Maldita intrusa.
Abbie se mete a la cama y se tapa con mis sabanas y mi colcha, aquella bella colcha de telas costosas que me regaló mi madre para mi cumpleaños número dieciséis. Hiervo en furia al verla usar el regalo de mi madre como si fuese suyo y me dirijo hacia ella sin medir mis actos e intento, inútilmente, quitarle la colcha de encima. Ella ríe ante mi evidente fallo y eso solo logra enfurecerme más, llevándome a actuar como un completo salvaje e intentar tirarla de mi cama. Pero mis manos atraviesan su cuerpo enviando un escalofrío al mío.
Ella se mofa entre carcajadas, y yo siento que explotaré de furia en cualquier momento.
—Encontraré la forma de arruinarte la existencia, créeme, y no pararé hasta que te vayas de aqu... —Antes de que termine mi monólogo de odio, me veo interrumpido por unos ronquidos, unos provenientes de esa delicada figura durmiente en mi cama. No digo nada por un tiempo, en el que me dedico a observar molesto y anonadado a esa mujer que ronca como un oso—. No lo puedo creer—digo, frustrado—. Que mujer del demonio—El cabello le cubre el rostro y sus soplidos le vuelan algunos mechones. Me molesta que ella pueda dormir allí y sentir la textura y el calor de aquella tela que le cubre el cuerpo. Me da envidia que pueda disfrutar de un regalo que es mío.
Luego de un rato, hago un ruido con la lengua y murmuro:
—Que suerte tienes, intrusa. —La observo una última vez antes de marcharme de la habitación y dejar a la joven dormir.
Pasé la noche en la habitación de mi hermano Kevin, descansando en su cama cubierta por una sábana blanca. Pese a que lo intente, no puedo dormir. Otro de los castigos de estar muerto es cerrar los ojos cada noche y sumergirme en un mar de recuerdos bastante parecido a las pesadillas.
Esta vez, sus rostros felices mientras sostienen aquella arma llegan a mí en cuanto mi cabeza toca la almohada. Sus sonrisas retorcidas al verme agonizar del dolor y sus palabras hirientes taladrándome el último pedazo de vida.
Me levanto con la respiración acelerada, ahogado por la oscuridad del pasado. Hace bastante no tenía este tipo de pesadillas, o algo parecido a ellas.
Usualmente, tienen que ver con mi familia, con su muerte, o con... Con las fotos. Aquellas que robé de la casa de mis asesinos.
Me levanto de la cama, el sol recién comienza a salir, así que decido ir a ver el amanecer a mi lugar favorito. Cuando llego allí me concentro en ver el sol salir por el horizonte, iluminando el cielo que pasa de ser azul a ser a naranja. La brisa mueve las ramas de los árboles y las plantas, pero no a mí.
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Loop
RomanceLoop. "Mors ultima linea rerum est". ¿Qué tan lejos puede llegar el alma del cuerpo? ¿Y qué tanto tardaría la muerte en alcanzarla? *Por favor, no copies ni uses contenido que no te pertenece. Sé original. *Está prohibido la copia, adaptación total...
