67, department of mysteries, part II

Comenzar desde el principio
                                    

—¡Ah, tú no conoces a Potter tan bien como yo, Bellatrix! —exclamó Malfoy quedamente—. Tiene complejo de héroe; el Señor Tenebroso ya lo sabe. Y ahora dame la profecía, Potter.

—Sé que mi padre está aquí —insistió Harry—. ¡Sé que lo han capturado!

Unos cuantos mortífagos volvieron a reír, aunque la mujer fue la que rió más fuerte.

—Ya va siendo hora de que aprendas a distinguir la vida de los sueños, Potter —
dijo Malfoy—. Dame la profecía inmediatamente, o empezaremos a usar las varitas.

—Adelante —lo retó Harry, y levantó su varita mágica hasta la altura del pecho.

En cuanto lo hizo, las ocho varitas de Ron, Hermione, Zeus, Neville, Doe, Aries, Ginny y Luna se alzaron a su alrededor. El nudo que Aries notaba en el estómago se apretó aún más. Si de verdad James no estaba allí, Harry los habría conducido a la muerte para nada… Pero los mortífagos no atacaron.

—Entrégame la profecía y nadie sufrirá ningún daño —aseguró Malfoy fríamente.

Ahora le tocaba reír a Harry.

—¡Sí, claro! —exclamó—. Yo le doy esta... profecía, ¿no? Y ustedes nos dejan irnos a casa, ¿verdad?

Tan pronto como Harry terminó la frase, la mortífaga chilló:

—¡Accio prof…! —Pero Aries estaba preparada, y gritó: «¡Protego!» antes de que ella hubiera terminado de pronunciar su hechizo; la esfera de cristal le resbaló a Harry hasta las yemas de los dedos, aunque consiguió sujetarla—. ¡Vaya, mi pequeña sobrina sabe jugar! —dijo la mortífaga fulminando a Aries con la mirada tras las rendijas de su máscara—. Muy bien, pues entonces…

—¡TE HE DICHO QUE NO! —le gritó Lucius Malfoy a la mujer—. ¡Si la rompes…!

La mujer dio un paso hacia delante, separándose de sus compañeros, y se quitó la máscara. Azkaban había dejado su huella en el rostro de Bellatrix Lestrange, demacrado y marchito como una calavera, aunque lo avivaba un resplandor fanático y febril.

—¿Vamos a tener que aplicarte nuestros métodos de persuasión? —preguntó mientras su tórax ascendía y descendía rápidamente—. Como quieras. Cojan a una de las más pequeñas —ordenó a los mortífagos que tenía detrás—. Que vea cómo torturamos a su amiguita. Ya me encargo yo.

Todos se apretujaron contra Doe y Ginny, y Harry se puso delante de ellos.

—Si quiere atacar a alguno de nosotros tendrá que romper esto —le advirtió— No creo que su amo se ponga muy contento si la ve regresar sin ella, ¿no? —La mujer no se movió; se limitó a mirar fijamente a Harry mientras se pasaba la punta de la lengua por los delgados labios—. Por cierto —continuó Harry—, ¿qué profecía es ésa?

El brazo de Neville se apretaba contra el suyo, y Aries lo notaba temblar; también percibía la acelerada respiración de otro de sus amigos en la nuca. Confiaba en que todos estuvieran esforzándose por encontrar una manera de salir de aquel apuro, porque ella tenía la mente en blanco.

—¿Que qué profecía es ésa? —repitió Bellatrix, y la sonrisa burlona se borró de sus labios—. ¿Bromeas, Potter?

—No, no bromeo —respondió Harry—. ¿Para qué la quiere Voldemort?

Varios mortífagos soltaron débiles bufidos.

—¿Te atreves a pronunciar su nombre? —susurró Bellatrix.

—Sí —contestó Harry—. Sí, no tengo ningún problema en decir Vol…

—¡Cierra el pico! —le ordenó Bellatrix—. Cómo te atreves a pronunciar su nombre con tus indignos labios, cómo te atreves a mancillarlo con tu lengua de sangre mestiza, cómo te atreves…

SOULMATES ━Harry J. PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora