Loop.
"Mors ultima linea rerum est".
¿Qué tan lejos puede llegar el alma del cuerpo? ¿Y qué tanto tardaría la muerte en alcanzarla?
*Por favor, no copies ni uses contenido que no te pertenece. Sé original.
*Está prohibido la copia, adaptación total...
Diablos, es buen besador. Veamos cómo es con lo demás.
Lo jalo hacia las escaleras para subir, sin dejar de besarlo, y él me eleva en el aire a la par que mis piernas se enredan alrededor de sus caderas. Me baja al llegar al primer piso, y con una sonrisa coqueta tiro de su mano para guiarlo hacia mi habitación. En el camino, Mark me acorrala contra el marco de la puerta y comienza a dejar una hilera de besos húmedos desde mis labios, pasando por mi mandíbula hasta mi cuello. Arqueo mi espalda y recuesto la cabeza en el marco, sintiendo un calor subir por mi cuerpo desde mi zona baja.
Lo beso de nuevo y él muerde mi labio inferior mientras aprisiona aún más mi cuerpo contra el marco. Una de sus manos se pasea por una de mis piernas, la alza un poco y la apoya sobre su cuerpo para tener más acceso a mi falda, y comenzar a subirla.
Cuando sus labios vuelven a tocar la piel de mi cuello, ahogo un gemido y ladeo la cabeza hacia el costado, encontrándome con el rostro desencajado de Hank.
La respiración se me atasca en la garganta y la vergüenza me pinta el rostro de colores. Lo observo fijamente y empiezo a notar esos pequeños detalles que me indican que esto no le gusta nada. Sus puños cerrados con fuerza, su respiración agitada y ese brillo furioso en sus ojos dorados.
Me empiezo a asustar cuando se acerca un paso.
Lo observo con molestia y le transmito un lárgate con la mirada, pero él me ignora y se para al lado de Mark. Lo observa con detenimiento, repara en los lugares que me toca y luego me observa a mí.
La vergüenza me consume a tal punto que me olvido del placer y un sudor frío comienza a bajarme por la nuca.
—Que mal gusto tiene. —murmura. Le envío una mirada de advertencia para que se vaya y me deje follar en paz, pero él solo frunce el ceño y me observa molesto—. Vaya a hacer sus cochinadas infieles a otro lugar—agrega, su voz sonando más irritada de lo normal. Frunzo el ceño al escucharlo hablar de infidelidad, porque que yo recuerde estoy soltera.
Decido ignorar su presencia y tomo el rostro de Mark entre mis manos, quien me observa descolocado, pues interrumpí su manoseo debajo de mi falda. Planto un pequeño beso en sus labios para molestar a Hank y abro la puerta de mi habitación.
—Sigamos adentro, mi cama es increíble, ya verás. —Le guiño un ojo y observo como el fantasma me observa horrorizado para luego seguirme dentro de la habitación.
Empujo a Mark haciéndolo caer sobre la cama y me coloco a horcajadas de él. Me propongo besarlo, pero él me da vuelta y me coloca debajo de él en un movimiento ágil y rápido.
—Ni se le ocurra hacer semejante acto indecoroso en mi cama, Abbie. —Me sorprende escucharlo llamarme por mi nombre de pila y no señorita ni ninguna mierda de esas. De nuevo, lo ignoro y le sigo el beso a Mark, quien vuelve a meter la mano debajo de mi falda—. ¡¿Cómo puede dejar que un hombre cualquiera la toque de esa forma tan bochornosa?! ¡Por el amor de dios! ¡Y en mi cama! —Sus gritos me irritan, me quitan la calentura y me hacen querer lanzarle un zapato a la cabeza. Aun así, le quito los tirantes del pantalón a Mark y comienzo a desabotonarle la camisa, mientras trato de ignorar los quejidos y bufidos del fantasma insoportable.
Mark se arranca la camisa de un tirón, dejándola abierta por completo. Su torso tonificado me recibe y mis manos no tardan en aventurarse a tocarlo, besarlo y acariciar cada parte de él. El castaño acaricia mis muslos, y justo cuando sus manos se dirigen a mis pechos, un estruendoso ruido nos hace saltar en nuestro lugar, asustados.
—¿La puerta se ha cerrado sola? —pregunta. Su cabello se encuentra alborotado y despeinado, su rostro rojo y sus labios hinchados.
—Es el viento. Siempre sucede, no te preocupes. —hablo rápido, mientras observo con odio al hombre que sostiene el pomo de la puerta. Tomo a Mark de la camisa e intento besarlo, pero el ruido de la puerta siendo abierta me interrumpe—. Oh, olvidé que está rota, siempre se abre sola—Intento calmar al chico encima de mí, quien ya comienza a asustarse. Él asiente y gira la cabeza para volver a besarme, dejando a un Hank enfadado apretando el pomo de la puerta.
Mark dirige sus manos a mis pechos y los aprieta por encima de la ropa, robándome un gemido que es callado por los besos. Se pone de rodillas y se desabrocha el cinturón del pantalón, dispuesto a bajarse la prenda, pero de nuevo somos interrumpidos por un estruendoso ruido.
—¿La puerta del armario también se abre y cierra sola? —Su voz sale temblorosa. Busco la excusa perfecta para calmarlo al mismo tiempo que fulmino con la mirada al hombre que se encuentra justo al lado del mueble. Abro la boca para soltar la nueva excusa, pero Hank abre la puerta de nuevo y la vuelve a cerrar, luego la del armario de al lado, y el de al lado. A todo esto, Mark ya se ha levantado y vestido con las manos temblando—. Oh, vaya, se me ha olvidado que tengo un asunto pendiente que resolver. Lamento irme así, nos vemos otro día y lo seguimos, ¿sí? —No llego ni a responder que el chico ya ha desaparecido del lugar.
Respiro profundo, cierro los ojos y me despeino el cabello, molesta. Luego miro a Hank, que se encuentra serio y cruzado de brazos, aunque puedo ver un brillo de satisfacción en su mirada por haber triunfado.
—Te voy a matar.
—No puede, porque ya estoy muerto.
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