Ella respiró hondo antes de responderme.

— Sophia, entiendo de cierta manera tu punto. Son mis sobrinas y también protegerlas, pero tampoco te estreses tanto. Llevas mucho tiempo trabajando día y noche. Necesitas un descanso o al menos algo de diversión — me reí con ironía.

Pero miren quien lo dice.

— ¿Quién dice que no me divierto? Tengo necesidades y te aseguro que no me quedo con las ganas — le respondí, hundiendo los hombros. La cara de mi hermana era todo un poema, inclusive se llevó ambas manos a la boca por el asombro.

— ¿Te cogiste a Eru? — me reí con suficiencia — Pero, ¡Sophia!

— ¿Qué? ¿No me dijiste que me divierta? — ella tenía un puño sobre su boca, mientras me miraba con sus ojos saltones por la sorpresa.

— Sí, pero jamás pensé que lo harías... A decir verdad, pensé que le llorarías al innombrable durante toda tu vida.

Fruncí el entrecejo, molesta.

— Yo no le lloro a nadie — refuté.

— Ajá, hagamos de cuenta que nunca te oí llorando mientras lo maldecías — ironizó.

Rodé los ojos para intentar ocultar mi vergüenza.

Me había oído.

— Regresando al tema — volvió a llamar mi atención —. Invócalos y ya.

— ¡Por favor, cómo si fuera tan fácil!

Ella se rio al ver mi gesto de incredulidad.

— Baker solo deberá invocarlos, eso sí, tienes que saber sus nombres exactos para que funcione.

Fue lo primero que me dijo mi informante, sus nombres completos. Bien, Benny.

— Lo tengo — respondí, meneando la cabeza en señal de asentimiento.

— ¡Estupendo! Ahora solo será cuestión de que Baker lo haga y ya. ¿Lo ves? No es tan difícil. Y tú andando con cara de amargada las veinticuatro horas del día.

Arrugue mi nariz al oírla.

¿Estaba oyendo bien? ¿O los golpes me dejaron sorda? ¿Mi hermana me estaba incitando a divertirme? ¿Aitanay Scarlett? ¿La sirena más remilgada y estirada de toda Melusina?

— Pero, ¿quién eres? ¿Qué le has hecho a mi hermana? — me burlé de ella. Aitanay hizo una mueca divertida —. Mejor dicho, ¡pero qué poder tiene Robinson con las estiradas!

Le dije antes de correr por mi vida, como si un perro rabioso estuviera pisándome los talones para morderme, en este caso no era un perro rabioso, era una mujer furiosa y eso era mucho más peligroso.

— ¡Te voy a dejar calva! — amenazaba, mientras yo no paraba de correr y reír.

— ¡El enojo te sacará arrugas, hermanita! Además, ya no estas en edad de correr así de rápido.

Me giré solo para verla y disfrutar el efecto de mis palabras en ella. Estaba roja de la cólera.

— ¿Te paso el bastón de la anciana Hande? — le piqué aún más.

La anciana Hande era la elfa más vieja de todo el reino. Tenía 135 años y aún puede caminar con bastón, pero puede caminar.

Fue entonces, cuando sentí un estrellón de un zapato en mi cabeza.

Aitanay de ...

— ¡Oye! — me quejé, mientras sobaba mi cabeza. Ella estaba con los brazos cruzados, luego de haber logrado su cometido.

AMAR ENTRE REINOS [02]Where stories live. Discover now