Capítulo 32

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7 de abril, día en el que la ciudad de Estambul celebraba con mucha ilusión la época del cerezo en flor pero para Kerem aquel día era gris ya que hoy era la fecha en la que su madre falleció.

Se encontraba sentado en el jardín mientras le pasaba la pelota a Héctor, siempre que la lanzaba se la traía y la dejaba en sus pies para que volviera a hacerlo y así poder jugar un rato más pero esta vez se quedó mirándolo sin prestarle mucha atención a su juguete favorito.

-Tú también la echas de menos, ¿verdad? —sonrió tristemente.

Héctor se subió a sus piernas de un salto y comenzó a darle besitos para que no estuviera triste, él comenzó a acariciarlo lentamente mientras observaba el paisaje en silencio. Hande, que recientemente se había levantado, se quedó viéndolo desde las escaleras con la mirada triste. Sabía qué día era hoy y también sabía cómo se estaba encontrando Kerem en estos momentos así que decidió hacer que su día fuera lo más posible entretenido para mantener su mente despejada.

Se acercó lentamente hasta él y se sentó a su lado sin decir nada, sólo se limitó a apoyar la cabeza sobre su hombro y acariciar su mano con ternura. Kerem le sonrió cómo pudo y besó su frente con cariño dándole a entender sin palabras que él sabía que ella estaría a su lado así que se quedaron un rato en silencio en aquel jardín donde sólo se escuchaba el dulce canto de los pájaros.

Hande decidió romper el silencio porque sabía que por su mente pasaban pensamientos tristes e hirientes así que se levantó y con una sonrisa le agarró la mano mientras que con la otra se sujetaba la barriga.

-Vayamos a desayunar cariño. —tiró levemente de su mano.

-Claro, voy a prepararlo. —se levantó.

-¿Quieres que te ayude en algo?
—preguntó.

-No te preocupes mi vida, siéntate en el salón y quédate tranquila. Debes sentirte cansada cuando llevas muchas horas de pie. —le colocó un mechón de pelo detrás de la oreja con cariño.

-Gracias, cada vez que pasan los días siento que mis pies me van a explotar. Los tengo tan hinchados que ya ni se ven los tobillos, ¡estoy horrible! —hizo un puchero.

-No digas esas cosas Miy, estás preciosa y cada día que pasa lo estás aún más. Es un proceso por el cual tienes que pasar pero te prometo que pronto nacerá Edan y podrás sentirte más aliviada. Eres perfecta tal y cómo eres y también eres especial por darle la vida a nuestro precioso hijo y siempre te estaré eternamente agradecido. —dijo sincero.

-¡Te quiero mucho Keke! —lo abrazó cómo pudo ya que su enorme barriga se lo impedía.

-Y yo te amo más que a mi vida entera. Ahora iré a preparar el desayuno mientras mis personas favoritas descansan un rato en el sofá. —besó sus labios con un corto beso y se dirigió a la cocina.

Comenzó a preparar el desayuno, estaba realmente concentrado en aquello que estaba preparando y parecía que por fin su mente había descansado por unos. Hande lo observaba desde el salón y vio cómo dejaba de cortar la fruta para secarse una lágrima rápidamente y seguir con lo que estaba haciendo. Con eso entendió que estaba cumpliendo su promesa de ser fuerte ya que evitó que sus lágrimas salieran pero ella sabía que su debilidad siempre sería su madre.

Quería ver de nuevo esa amplia sonrisa que siempre le dedicaba por las mañanas al despertar, hoy quería que se sintiera lo mejor posible así que decidió llamar a su hermana para pasear un rato juntos.

-Buenos días Gamze, te hablo así de bajo porque no quiero que Keke me escuche. —susurró.

-Buenos días Hande, ¿qué ocurre?
—habló de la misma manera.

Serendipia 》Hanker (COMPLETA)Where stories live. Discover now