Abro mi maleta y saco un par de prendas combinables, que consisten en un jardinero de jean azul con falda rota en los bordes, que me llega a la mitad de los muslos, junto a unas medias finas negras debajo y una camiseta —también negra y acomodada debajo del jardinero— de algodón y mangas largas, al cuerpo.
Parece que voy a un funeral, con tanto negro cubriendo mi piel.
Voy hasta el espejo junto al perchero y tomo un abrigo ligero de color grisáceo para protegerme de las leves brisas que anuncia el pronóstico de mi celular. Me lo coloco observando mi reflejo en el espejo y me amarro el cabello en una coleta algo desaliñada.
He decidido que recorreré un poco el pueblo, quiero conocer más de este lugar y hoy, aprovechando que no tengo a Austin pisándome los talones, podré hacerlo con libertad. Así que tomo mi celular y un poco del dinero que Austin me dejó junto a mi juego de llaves de la casa, —el cual amablemente Travis se encargó de hacer— y salgo de la mansión.
El clima es agradable, el ambiente se siente cálido en su punto justo. Camino por el sendero de tierra y, antes de irme, decido investigar a donde llevan los demás caminos que desembocan en la fuente. Primero me dirijo al de la izquierda, que lleva hacia una piscina, vacía, repleta de hongos y suciedad. También hay algunas mesas con sillas que, supongo, deben ser para tomar el té. Su diseño es delicado, sus manteles sofisticados y el pequeño techo de cristal protege del mal tiempo.
Vuelvo por el camino hasta la fuente y me dirijo al de la derecha. Allí, escondido entre las plantas y las flores marchitas se encuentra un precioso lago, uno que aún conserva sus aguas cristalinas entre la naturaleza muerta que lo rodea. Decido que este va a ser uno de mis lugares favoritos apenas la imagen se graba en mi memoria.
A pocos metros a mi izquierda desprende otro camino que lleva a rodear la mansión hasta unos establos. La madera está vieja y rota y no hay rastros de ningún animal en ellos, solo restos de paja y tierra por todos lados. Incluso creo ver algunas ratas corretear por los rincones, así que con rapidez vuelvo por donde vine.
Llego hasta la reja y abro el candado que engancha las gruesas cadenas que se enredan, impidiéndome abrir la puerta y salir del lugar. Quito las cadenas y empujo con fuerza.
Vuelvo a asegurar todo y bloquear el candado otra vez antes de irme, y luego emprendo camino por un sendero que me lleva colina abajo. A lo lejos, logro ver la pequeñez que aparenta ser el pueblo desde lo alto de la colina, lo cual me confirma lo alejada de los suburbios que me encuentro.
Espero jamás pasar por una emergencia aquí, porque mis vecinos más cercanos están a un kilómetro, por lo menos, de distancia. Creo que es más probable morir a mitad de camino que llegar allí viva y pedir ayuda.
Los árboles recién comienzan a aparecer a poca distancia del pueblo, rodeándolo con los oscuros y frondosos bosques. En cambio, hacia el lado donde la colina comienza a subir su nivel sobre la tierra, los árboles van desapareciendo, quedando solo algunos arbustos, flores y plantas cuyo nombre desconozco. Además del césped fino y no muy alto, de un color verde vivo y brillante que cubre toda la colina y más allá.
Camino a paso tranquilo, clavando bien los talones sobre la tierra para no caer por el sendero empinado. La brisa me golpea el rostro y logra empujar varias hebras de mi cabello hacia atrás. Meto mis manos en los bolsillos del abrigo, no siento frío, es más por comodidad, mientras disfruto de la brisa fresca y la calidad del sol tostándome la poca piel que la ropa no llega a cubrir.
Cada vez me voy acercando más a mi destino y éste va pasando de ser pequeño a la distancia a alzarse frente a mí, siendo yo ahora la pequeña frente a él. El pueblo no es muy grande, o no parece serlo, pero sin dudas tiene una fachada tan hermosa que te hace creer que volviste muchos años en el tiempo. Los edificios y construcciones no tienen más de cuatro pisos contando las terrazas y las casas solo cuentan con dos. La mayoría de los locales, hoteles u otros lugares públicos están construidos con paredes de piedra y suelos de madera vieja.
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Loop
RomanceLoop. "Mors ultima linea rerum est". ¿Qué tan lejos puede llegar el alma del cuerpo? ¿Y qué tanto tardaría la muerte en alcanzarla? *Por favor, no copies ni uses contenido que no te pertenece. Sé original. *Está prohibido la copia, adaptación total...
