O de Oliver

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La última semana de noviembre era la fecha límite para entregar mi trabajo sobre la importancia del dinero en la sociedad, no era fan de las tesis del profesor Hunt, mi profesor de historia y economía, la verdad es que aquella tampoco era mi clase favorita, pero al menos no era la peor.

La mañana del lunes, me reuní con el profesor Hunt en su despacho para hablar de mi trabajo. Su despacho se encontraba en la facultad de economía, la cual no había pisado desde lo ocurrido con Isaac el día de Halloween...

Me encontraba en aquel pasillo, esperando a que el señor Hunt me citase, él era el profesor más joven del campus, apenas llevaba un par de años ejerciendo y en comparación con el resto de mis profesores, los cuales llevaban más años en la tierra que el resto de humanos, Oliver Hunt, parecía más un estudiante más.

Cuando el señor Hunt me invitó a pasar, me senté en una de las butacas color ocre frente su escritorio, él se sentó en su silla y sacó de uno de sus cajones, mi tesis antes de mostrarme las anotaciones que había hecho.

- Señorita Pierce, su trabajo es pésimo, todavía no entiendo como usted puede haber redactado algo así, es simplemente horrible, sin ninguna coherencia ni cohesión, no sé si ha sido alguna especie de broma pesada o simplemente creyó que no sería para tanto. – las palabras de mi profesor me dolieron, aquel no había sido mi mejor trabajo, pero, aun así, me había pasado horas redactando aquel estúpido trabajo.

Me quedé en silencio mientras leía cada una de sus absurdas anotaciones.

- Melody, sé que todos queremos disfrutar de los años de universidad y pasarlo bien, pero si no apruebas, no obtendrás los créditos suficientes para graduarte. —dijo mientras me cogía la mano.

- Lo sé señor Hunt, prometo esforzarme más en el próximo trabajo. – dije mientras guardaba mi tesis en mi mochila.

- Melody, por favor, puedes llamarme Oliver, solo son seis años mayor que tú. – dijo mientras posaba sus ojos castaños sobre los míos.

El Profesor Hunt, o como decía él, Oliver, era seis años mayor que yo, pero eso no quitaba el hecho de que era mi profesor y que aquella situación cada vez se volvía más incómoda, al menos para mí.

- Melody, para serte sincero, he oído hablar de vuestra lista. – aquellas palabras me petrificaron, llegaba a entender que los alumnos del campus supiesen lo de la lista, ¿pero los profesores?, eso era algo completamente distinto, en especial cuando tu profesor era conocido por su gran amabilidad con ciertas alumnas..., no debí haberme sorprendido entonces, pero Oliver Hunt tenía otras intenciones aquella mañana, más allá de corregir un absurdo trabajo. – Sé que quizás te puede resultar algo extraño, pero ambos somos personas adultas que pueden hacer una especie de... de trato. – no quería obviar por donde iban sus intenciones, pero seguía sin poder creerme lo que veía ante mis ojos. – Tú tachas una letra en tu lista, y además te pongo un diez en el trabajo, ¿Qué opinas? – en sus ojos había un destello extraño que lograba que se me revolviese el estómago.

- Señor Hunt, yo...

- Oliver. – me corrigió.

- Oliver, no sé si sería lo apropiado. – dije mientras separaba nuestras manos.

- Melody, nadie tiene porque enterarse, es algo de una sola vez, y teniendo en cuenta vuestra lista, no veo el problema, no creo que todos los de tu lista hayan sido relaciones estables ni mucho menos. – aquellas palabras me sonaban vacías, pero aun así no me gustaban ni un pelo.

Reflexioné sobre aquello, sabía que estaba mal y que aquello no iba a acabar bien, especialmente para mí, pero sabía que no habría otra forma de aprobar y realmente necesitaba aquellos estúpidos créditos para aprobar. Acepté el trato...

Oliver cerró la puerta de su despacho con llave y apartó su chaqueta del pequeño sofá de su despacho, me pidió que me sentase y yo lo hice, él buscó entre los cajones de su escritorio un condón antes de guardarlo en el bolsillo de su pantalón.

Oliver se sentó a mi lado y empezó a besarme, al principio me negué a devolverle los besos, e incluso me aparté, después decidir olvidar quien era él, le imaginé como un compañero de clase, otro tío más...

Oliver comenzó a besarme en el cuello y a desabrochar mi blusa, veía en sus ojos esa asquerosa mirada de deseo mientras él observaba mis pechos, empezó a tocarlos y a sobarlos, yo me decanté por cerrar los ojos y besarle en el cuello, su barba de varios días me irritaba las mejillas.

Ambos nos quitamos los pantalones y la ropa interior, momentos después, mi profesor estaba dentro de mí y gimiendo en mi oído, aquello era realmente asqueroso y lo peor era que mi cuerpo lo deseaba..., aquella lista me había cambiado y a niveles que en aquel entonces todavía no era capaz de imaginar.

Después de aquello, mis encuentros con Oliver fueron nulos, en sus clases me sentaba en última fila y contaba los segundos para salir corriendo de allí, no soportaba verle, me odiaba a mí misma por haber aceptado aquello, me sentía como una niña indefensa y aquello era demasiado para mí.

Un par de semanas después, decidí escribir una carta anónima a recursos humanos, dos semanas más tarde, en el periódico del campus salió un reportaje acerca de las más de sesenta alumnas que habían estado en mi situación. Oliver aprovechaba su posición para acostarse con sus alumnas y aquello era realmente repulsivo.

Tras aquel reportaje, no solo despidieron a Oliver Hunt de la universidad, sino que muchas de las chicas pusieron denuncias llevadas a juicio, y yo como muchas otras, fui a testificar...

***

Tras enterarme de mi embarazo, solo deseaba que Oliver no fuese el padre, ya había pasado suficiente mal trago por su culpa...

Oliver estaba en prisión, el juez que llevaba su caso, le sentenció a cinco años de cárcel por lo ocurrido con sus alumnas.

Me negaba a verle, eso era algo por lo que nadie debía pasar, entonces, me acordé de Charlotte, ella se había quedado embarazada de Oliver, y el juez pidió una prueba de ADN, Charlotte tenía una muestra de ADN de aquel hombre, quizás podría ayudarme...

Charlotte estaba embarazada de seis meses cuando quedé con ella, había dejado la universidad y vivía con sus padres, Oliver le había arruinado la vida.

- Hola Mel, no sabía nada de ti desde la sentencia. – dijo Charlotte mientras intentaba abrazarme.

- Lo sé, siento mucho no haber hablado antes, pero...

- No pasa nada, ¿es cierto que crees que puede ser suyo? – dijo mientras señalaba mi vientre.

- Hay una posibilidad de que lo sea y para serte sincera...

- Te entiendo, tendré que hablar con mi abogada sobre la muestra de ADN, pero te la dejare en la casa de las Alphas en cuanto la consiga. – me cortó.

- Muchas gracias Charlotte, de verdad.

Charlotte y yo habíamos ido juntas a clase el primer año de carrera y realmente nos llevábamos muy bien, con el paso de los años dejamos de hablar, pero al verla en la lista de personas a testificar en el caso de Oliver, decidí llamarla y hablar a solas. Ella me contó su historia, demasiado parecida a la mía y a la del resto de alumnas, según lo clasifico el policía del caso, ese era su modus operandi.

Durante las semanas en las que se desarrolló el juicio, Charlotte y yo nos unimos bastante, ambas estábamos dolidas y nos sentíamos indefensas con alguien como Oliver libre. Cuando Charlotte se enteró de su embarazo, pensó en abortar, pero se veía incapaz de llevar esa carga con ella...

Charlotte me enseñó las ecografías de su bebé y la ropita que le había comprado su nuevo novio. Ambas nos despedimos.

Al par de semanas, Charlotte se presentó en la casa de las Alphas junto a su abogada y la muestra de ADN de Oliver.

De la A a la ZOn viuen les histories. Descobreix ara