A de Austin

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La última semana de septiembre, con el inicio del otoño, decidimos hacer una fiesta temática en la casa de las Alphas, contratando a una banda local para tener música en directo y así recaudar más dinero, lo de la música en directo fue idea de Emma y aunque su idea original era que yo cantase, le dije que no sería capaz de superar mi miedo escénico de la noche a la mañana.

Aquella noche, todo el campus oeste se encontraba en nuestra casa, dando vueltas de un lado a otro, bebiendo, bailando y charlando sobre los parciales y los trabajos obligatorios que parecían estar pensados como castigo para los encarcelados a pena de muerte.

Tras luchar y recibir varios codazos en la cara y en los brazos, logré llegar a primera fila para escuchar de cerca a la banda, eran un pequeño grupo de pop-rock que, aunque no llamaba mucho la atención, su estilo propio era increíble, tenían mucho talento, y quizás aquello solo lo decía porque el guitarrista me tenía embobada.

Cuando terminó la fiesta y la banda empezaba a recoger sus cosas, me dirigí hasta el guitarrista y me presenté como Dios manda.

- Eeeee..., Hola, soy Melody. – dije intentando no parecer nerviosa, obviamente no lo conseguí.

- Soy Austin y he de admitir que llevo toda la noche mirándote. – aquella afirmación hizo que se me sonrojasen las mejillas y se me dibujase una tonta sonrisa en la cara.

- Al menos es mutuo. – dije en voz baja, pero lo suficiente para que él me entendiese.

- ¿Quieres quedar algún día? – dijo mientras terminaba de guardar su preciosa guitarra roja en su estuche de terciopelo.

- Me encantaría. – dije mientras me colocaba un mechón de mi cabello oscuro detrás de la oreja.

- ¿Mañana por la mañana en la cafetería del campus?

- ¿A las diez?

- Perfecto, nos vemos allí Melody.

- Nos vemos allí. –aquellas fueron mis últimas palabras antes de volver hacia mis amigas y dirigirnos a la cocina para admirar nuestras listas.

Para no haber acabado septiembre, todas llevábamos bastantes chicos:

Lucy iba en cabeza con diez chicos, seguida por Katy y Nicky con siete, Emma con seis, yo con cuatro, aunque realmente habían sido cinco, Beca con tres y el resto con un par, pero la gran mayoría había abandonado la lista temporalmente, ya fuese por los exámenes, los novios o porque lo veía absurdo.

A la mañana siguiente, quedé con Austin en la cafetería, desayunamos juntos y después le acompañé hasta su residencia, la cual estaba bastante cerca de su facultad. Me enseñó su habitación y ambos nos sentamos en su alfombra a escuchar música.

- Me encanta esta banda, me la ponían mis padres cuando era pequeña. – dije mientras me recogía el pelo en una coleta alta y terminaba de quitarme los zapatos.

- Tus padres tienen muy buen gusto, pero tienen mejor gusto a la hora de tener hijos, porque eres realmente preciosa Melody. – me acerqué a él y acorté la distancia entre nosotros, él no tardó ni unos segundos en acercar sus labios a los míos y fundirnos en un dulce, aunque un poco atrevido beso.

Los besos pasaron lentamente a quitarnos la ropa y quedarnos completamente desnudos, nos subimos a su pequeña cama individual y me senté a horcadas sobre él, Austin nos separó lentamente para poder ponerse el condón y después me siguió besando, primero la cara, luego el cuello, y bajó lentamente rodeando mis pechos hasta que ya no pude más y le pedí que lo hiciese, me levantó y delicadamente me colocó sobre su miembro. Noté como se iba haciendo hueco dentro de mí mientras yo bajaba. Después de varios movimientos rápidos y besos apasionados y para nada relajados, ambos llegamos al clímax y caí sobre él, Austin me besó y me rodeó con sus brazos, después me puse su camiseta mientras él cruzaba el pasillo con apenas unos pantalones para deshacerse del condón.

Me gustaban el montón de sensaciones que experimentaba solo al estar en aquella habitación, los discos y vinilos en las estanterías, su guitarra en una esquina, los posters de grupos de los ochenta y noventa, todo representaba a Austin a la perfección, y a su vez era una forma de conocerle, conocerle de verdad, aunque siendo sinceros, acabábamos de hacer el amor, ya nos conocíamos bastante bien...

Tras aquel día, empecé a salir con Austin muy a menudo y dejé apartada la lista, aunque no éramos novios de forma oficial, básicamente, lo éramos y no quería joderlo todo por una maldita lista.

Tras dos semanas "saliendo", Austin se presentó un día en la casa de las Alphas y su cara decía que estaba feliz, pero a su vez se sentía culpable. Aquella mañana rompimos, la banda de Austin había firmado un contrato con una discográfica y se irían de gira al día siguiente, me alegré por él, de verdad, pero también estuve mal un tiempo por ello. Aquel día nos despedimos de una forma un poco peculiar, uniéndonos de nuevo para recordarnos que la vida sigue pero que siempre tendríamos los recuerdos bajo las sábanas...

***


Austin tampoco era el más probable para ser el padre, pero aun así quería asegurarme, llamé a su representante para organizar una cita, en los últimos meses su banda se había hecho muy conocida mundialmente y de verdad que me alegraba por él, pero eso hacía mucho más difícil el poder verle.

Al final, conseguí una reunión con él en su estudio de grabación, llegué y me senté en uno de los sillones de cuero de aquél despacho mientras le esperaba, cuando entró, estaba irreconocible, su pelo rubio ahora era castaño oscuro y bastante más largo, lucía tatuajes nuevos que me llamaron la atención, me saludó con un abrazo y se sentó en el otro sillón mientras tomábamos café.

Con Austin no fue complicado buscar un tema de conversación, empezamos hablando sobre su música y no soy capaz de explicar cómo acabamos hablando sobre la importancia de las mariquitas en la fauna del mundo. Llegando a explicarme el significado de cada uno de sus tatuajes, incluyendo el que tenía con mi nombre seguido por varias notas músicales:

- La melodía es la esencia de cualquier canción, es el corazón de la música, igual que tú, Mel, fuiste mi esencia y siempre tendrás un gran espacio en mi corazón.

Lo admito, me emocioné con aquellas palabras, aunque puede que las hormonas del embarazo tuviesen algo que ver... De todas formas, me pareció un gesto hermoso por su parte.

Después de varias horas, nos despedimos con un fuerte abrazo y él se fue en dirección a la cabina de sonido mientras yo "limpiaba mi vestido, accidentalmente manchado de café", sin duda alguna mis escusas eran terribles, pero aquella me permitió llevarme la taza de Austin y meterla en otra de las bolsas, esta vez con su nombre en ella.

Solo quedaban veintiséis posibles padres y veintiséis momentos incómodos...

De la A a la ZWhere stories live. Discover now