LAS CHICAS

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Nunca se escuchó tanta calma en la Ilusión, Lidia y Magdalena decidieron que era suficientes lamentaciones para Alba quien poco a poco pasaba de ser una luz a apenas una linterna. Así que en una elaborada trampa la embarcaron a un fin de semana de fiesta solo para ellas. Se quedarían una o dos noches ese fin de semana, irían de spa, de compras y podrían hablar libremente sin las miradas de Jacob y Sebastián.

Así fue como después de un día de compras y comidas decentes, se encontraba caminando de noche del brazo de dos morenas de miedo. Lidia traía un top negro de escote amplio, ella a diferencia de sus amigas no era delgada, pero cada curva en su cuerpo sabía hacia dónde ir. Ahora se había teñido el cabello de rubio, un rubio casi blanco que contrastaba con la piel de café que le acompañaba. Los pantalones rojos se le pegaban al cuerpo como si estuvieran dibujados y su 1.70 de altura la hacía una ilusión. Agradeció que Sebastián no la viera, no la dejaría salir así ni a media pieza antes de arrancarle la ropa con la boca.

Magdalena traía un vestido corto de tuvo color oro, sentía que había pasado una eternidad desde que uso uno igual. Su cabello negro amarrado en un moño prolijo y la manicura exagerada que se permitió hacerse por la tarde le daba un toque latino y sensual. Alba era lo que su nombre dice una luz que lleva al amanecer, traía un pantalón de campana ajustado color hueso y un top con un marcado escote de satín color marfil. Su lacio cabello claro caía por su espalda mientras ese tabaco le adornaba las manos.

Entraron a un bar, cercano a su hotel, solo querían beber y un poco y terminar la fiesta en su habitación con un buen baño de espuma. Más de uno se cautivó con el trio de mujeres, que bailoteaban y cantaban en su mesa.

-¿Desde cuando tienes la cintura tan pequeña?- le pregunto entre risas Lidia a Alba

-Desde que la angustia no me deja pasar bocado adecuadamente- contesto entre risas- De verdad gracias- dijo abrazándolas, necesitaba esto, Dios sabe que lo necesitaba-

-Debes saber que existe más mundo que el rancho-

-Debemos- segundo Magdalena- de no ser por ti estaríamos ambas ebrias en el pórtico, y yo no traería esta fantasía de manicura- dijo extendiendo su mano frente a ellas

-Para eso estoy aquí princesas para recordarles el mundo- dijo guiñándoles el ojo mientras pedían más tragos.

Los temas nacían como si nada, desde la nueva vida de casada de Lidia hasta las impresionantes aventuras sexuales de Magdalena mientras estaba en la universidad.

-¿Por qué demonios no tenemos amigos de nuestra edad?- dijo Magdalena molesta- digo ninguna pasamos de 30 y todos los hombres de nuestras vidas están más cerca de los 40's que de nosotras- rieron

-Nunca lo había pensado, nunca estuve con alguien de mi edad- confeso Alba

-Algún problema paternal tendrás- señalo Lidia

-Te recuerdo que Sebastián y mi hermano tienen la misma edad- y la joven solo levanto las manos en señal de paz

-Yo he salido con personas de mi edad, pero el hombre que me quiero merendar mmm-

-¿Es el tipo que te visita?, ¿El del rodeo?- pregunto Alba intrigada

-¡Ya se cual! El moreno bajito, es muy guapo, lo he visto, pero no se ve mayor-

-Él no, ósea me gusta, pero es muy aburrido, ustedes saben- ambas se miraron riendo

-Claramente no sabemos, exprésate-dijo Alba levantando la mano para pedir otra ronda

-Ya saben, cumple con la tarea pero no es algo extraordinario-

-¿y quién si lo es?- dijo Lidia haciendo un gesto burlón

El ParaísoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant