EL BAILE

2.3K 198 8
                                    

La felicidad llego como una surada a las Cumbres. Nunca vieron brillar a Alba asi, siempre estaba feliz, cantaba con la abuela en la cocina, salía a cabalgar con el abuelo, incluso llego a salir con su hermano y algunos amigos. Lidia era su confidente, y se sentía tan dichosa de ver a su amiga así, y pedía al cielo que despejara todos los caminos para que ella y Pedro pudieran ser felices.

Pedro jamás vivió algo así, se había casado con solo 24 años con alguien que creyó amar y ahora tenía un matrimonio fallido, pero con ella a pesar de todo, el mundo se veía con colores vivos. Solían caminar por el campo. Cabalgaban juntos y cada que podían sus bocas se unían en besos sorpresas e inesperados. Las pláticas eran largas y las sonrisas sinceras y aunque más de una vez el deseo amenazó con llevarlos a la perdición no lo logro.

En unos días seria la cabalgata por la fiesta de la virgen de Guadalupe y Doña Martina no cabía de la felicidad. "mi pared estará completa" se decía al mirar las fotografías de ella y su esposo a los 16 años, de su hijo a los 17 de Franco a los 15 y finalmente, aunque 10 años tarde de su Alba.

Al principio se negó, sentía que eso estaba un poco de mas, y el cabalgar junto a Pedro pensó que sería por demás peligroso, el amor que destilaba no podría ocultarlo. Por eso evitaban a toda costa toparse en el mismo lugar. Las miradas los delatarían.

Don Modesto sabía lo que pasaba, estaba viejo pero no idiota, ya eran tres meses, y necesitaba ver más que el respeto ante la situación al no exhibirla como "la otra" así que mientras organizaban dicho evento se sentó junto a él.

-¿Cómo va todo con Violeta?- y esos ojos grises llenos de orgullo lo miraron como si fuera un peón mas

-¿A qué se refiere exactamente Don Modesto?-

-¿Piensas que soy pendejo?- e instintivamente bajo la mirada- en mi quinta nadie habla si no le doy la orden, por eso el camino de entrada y salida hasta mi nieta te ha parecido tan fácil-

-Don modesto créame cuando le digo que he respetado...-

-No me interesa, ella no es una niña aunque para ti quizá sí. Y no es que sea entusiasta de tu familia. Pero prefiero solaparla que volver a perderla.- y el recuerdo de esas pláticas le dio sentido a sus frases- la haces feliz...-

-Eso intento- susurro

-Pues deja de intentar, y resuélvelo. Podre dejar que su romance siga, pero me niego a dejarla ir como la amante de alguien de tu calaña- dijo apoyando el mango de la fusta del caballo en su pierna.

Pedro sintió el dolor punzante pero no se movió, ni siquiera levanto la cara. Solo asintió quitándose el sombrero como si fuera un niño regañado.

Del otro lado del lugar Abel miraba divertido la situación, sabía que tarde o temprano lo  pondrian contra las cuerdas, y también sabía que no tenía en mente ni un movimiento para separarse de Violeta "Sigues siendo un pobre cobarde"

-Te mama el dolor ajeno- dijo Belmont acomodándose sobre la cerca de un salto

-Yo solo estoy parado esperando que se los lleve la chingada-

-Para tomar segunda-

-Para hacerle ver su mísera elección- se abanicaba con el sombrero

-Amigo, sabes que te aprecio, de todos estos inútiles eres con quien más cuento- y Abel lo miro con un gesto de desagrado- pero esto es un ganar-ganar o perder- perder. No tiene punto medio-

-Explícame, sabes que no tolero tener que analizar tus mamadas-

-Pedro y Alba son muy felices, y lo puedes ver cuando están juntos o no, eso no se logra con cualquier persona. Pero si no es capaz de dejar a Violeta, Alba se vendrá abajo, repudiara el pueblo y regresara a la ciudad. Si Alba al final no logra lo que busca y él no le sigue el paso eso lo romperá a él ¿Qué crees que quede aquí para ti?- solo chasqueo la boca mirando a otro lado- por otro lado si la suerte les sonríe vivirán felices, Quizá se queden alejados de su quinta y de la de su familia y crezcan a una prospera familia, o quizá se marchen del lugar evitando el escrutinio público y ¿Dónde crees que entrarías tú?-

-Dijiste que era ganar- ganar y perder-perder, entonces ¿Por qué yo siempre pierdo en tus ejemplos?-

-Porque lo es para ellos, para ti ni siquiera existen probabilidades de un intento. Alba te convirtió en Pedro-

-Me niego a sentirme derrotado, después de haberla explorado-

Pero algo tenia de cierto todo eso. Alba ya ni lo miraba, era un extraño en la multitud, ni siquiera respondía a sus provocaciones, era cortes y ajena a él, y eso le dolía más que su desprecio.

Alba llego junto con su familia a caballo. Venía en medio de su abuelo y su hermano, traía el cabello debajo de un sombrero café. Su cabello ondulado caía a lo largo de su cuerpo hasta cubrirle la espalda. Su vestido de flores rojas de manga larga que le llegaba al tobillo y sus botas vaqueras cafés la hacían por mucho el centro de atención. Los hermanos Villegas traían camisas negras con distintos estampados. Y casi se cae cuando vio a Abel con esa camisa que ella uso meses atrás. Pero intento que no le afectara. Movió la mirada al ver como una sonrisa burlona se movía en su boca. Al toparse con la mirada de su hombre el rostro se le ilumino, él le guiño el ojo y pudo ver ese pañuelo que le robo en el rodeo amarrado en su cuello.

Prefería mil veces esa imagen que la de Abel. Los Cuervo le dieron alcance, venían vestidos a cuadros con texanas negras y una sonrisa de suficiencia que los caracterizaba. Fernando traía a su hijo en la monta al igual que Santiago. Y Belmont y su padre traían esos trajes blancos ostentosos cerrando el camino junto a los hijos del paraíso.

La cabalgata fue tal cual como doña Martina la esperaba. Al fin tenía la foto de su nieta, y que mejor que tenerla con esa gran sonrisa.

Por la noche todos asistieron al baile. La banda tocaba y uno que otro subía a dar voz a la fiesta. Sus abuelos bailaban felices, ella bailó con su hermano y con su amiga, Fausto la hizo girar entre risas y jugueteos. Y por primera vez desde que llego a las Palmas se sintió parte del lugar.

Doña Eliza llego hasta donde estaban los hermanos Villaseñor

-Déjala bailar- intento bromear

-Nombre señora, si no la puedo tener sentada- río recargado en la silla

-Ándale vete a bailar con...- y ella hizo changuitos para que no dijera Abel pero mientras lo buscaba lo vio apretando a una rubia de vestido corto contra el- con mi Santiago, su esposa no pudo venir y le encanta la bailada-

-Ama, ya déjela, ha acosado a todas aquí y Tiago ya está bien enojado-

-Como son payasos- miro a su hijo mientras le sacudía la camisa- pues ya la vine a insistir, ahora sácala a bailar-

-No creo que este bueno pa' bailar dijo Pedro nervioso-

-Órale, llévatela antes de que la otra cerveza me transforme- ambos intentaron no soltar la sonrisa ante tanta solapaderia

Sonaba un tema lento de despecho, que ambos no conocían, pero en cuanto termino, la banda se soltó diciendo "Pa' ti mi hermano"

"Me dijiste hola con una sonrisa por cierto tan linda como el mismo cielo, te puse nerviosa cuando por travieso te toqué tu pelo. Era la primera vez que te miraba..." le susurró al oído haciendo que sus cuerpos se juntaran más de lo que podía verse indiferente.

-¿Es enserio que la pediste tú?-

-Por si se ocupaba, por cierto: "Háblame de ti...De todos tus gustos, cuántos años tienes y a qué te dedicas. Si sales con alguien, igual y con suerte te encuentro solita. Y dime qué opinas ¿Crees que existe el amor a primera vista? La verdad yo sí"- y esa frase salió como un susurro chocando su frente por unos leves momentos.

-La verdad yo si...- contesto notando que sus pasos se hacían lentos- siento que la gente nos mira.-

-Aviéntame pa' tras rompamos el morbo- dijo sonriendo pícaramente

-Ya lo estaba disfrutando- sonrió y de un golpe se separó de él dejándolo en la pista.

Abel los miraba dando ese espectáculo cerveza en mano, la respiración se le aceleraba y los ojos le ardían. Nunca espero que verlos le doliera tanto, se suponía que no era nada... No era nada...

El ParaísoWhere stories live. Discover now